jueves, 16 de abril de 2020

Decidir


Estuve pensando en que es el error. Y pensaba es que es un resultado. Entonces si es un resultado, es la opción que se toma frente a una decisión. Cada uno de nosotres decidimos todo el tiempo. Desde que nos levantamos hasta que nos dormimos. De hecho la primer decisión es de levantarse o no hacerlo. Vestirse o no. Desayunar o no. 
Con cada cosa que vamos haciendo, vamos decidiendo. 
La toma de decisiones tiene distintos niveles, algunas de ellas no las pensamos y por ende no necesitan la alternativa. Eso no significa que no haya, sino que simplemente alguna vez decidimos algo y ya quedó decidido. A esa decisión se  la podría denominar costumbre. La costumbre es decisión ya decidida y es el punto en donde nos relajamos. Sin embargo,  corremos el peligro de que quede instalada sin nuevos procesos decisorios. Allí suele haber un estancamiento de la acción. En esa costumbre puede existir o no el error. Cuando está muy arraigada no existe la capacidad de comprender si la decisión fue acertada o no acertada. Muchas veces la costumbre nos deja inconscientes del momento de la decisión, de la alternativa y por ende de la acción que realizamos. Un error de costumbre es un error diferido, pues se convierte en error cuando la costumbre molesta o empieza a no resultar. Así, mutamos del acierto al error por el mero hecho del paso de la decisión que, o bien inicialmente fue desacertada o se fue desacertando con el paso del tiempo.
Otras decisiones son más cortas y con consecuencias más rápidamente visibles. Allí el error es fácil de detectar porque rápidamente se obtiene un el resultado.
Luego están las decisiones trascendentales que son aquellas que nos transforman. Son las grandes, las que tienen que ver con decidir sobre nuestras vidas como seres humanos. Esas decisiones a veces demoran en realizarse porque evaluamos las alternativas de forma consciente. Sin embargo, en las grandes decisiones y grandes aciertos o errores muchas veces no prima la razón y decidimos desde el impulso de la emoción. Hay personas para cada tipo de decisión, las personas más racionales y las más emocionales. Para nada significa que una decisión emocional carezca de razón o viceversa, sino que es la forma en que se decide. El acierto o el error es subjetivo y depende de un montón de variables. Hay un lugar en donde no tiene demasiado sentido hablar de error frente a decisiones trascendentales es de la vida. Creo que en ese caso son caminos que vamos eligiendo y des-eligiendo.
Muchas personas no pueden decidir por miedo a equivocarse o sea al error. Otras y otros no pueden decidir por miedo a acertar. 
Las decisiones nos vinculan directamente con el error. A veces los errores son deseados. Hay errores pequeños, errores grandes, errores que siempre serán errores y errores que son horrores. Algunos errores son necesarios, otros invisibles, otros inútiles. 
Si las decisiones generan errores también generan aciertos, por lo tanto entre errar y acertar hay una delgada línea que puede tornarse difusa en tanto el tiempo y el espacio. O sea que todas las características y tipos de errores podrían aplicarse a los aciertos.
Creo que en decidir es la cuestión, el error y el acierto una consecuencia que tal vez no es demasiado relevante, sobre todo cuento miramos más allá de ellos. 

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