Me maravilla cómo las cosas que pasan instalan saberes, necesidades y temas que hasta ayer no existían en nuestros pensamientos y que probablemente se pierdan en los futuros.
Hoy no encontramos con la vedette del momento: el tapa boca.
Ojo que el tapaboca no es barbijo. La idea es comprender que no tenemos que usar lo que usan los médicos, sino cualquier “cosa” de tela que nos tape la boca, el mentón, la nariz. Entonces se llama tapaboca. Claro. Absolutamente inexacto. Pero no importa, la idea es que sea algo que te tape todo aquello que puede generar contagio inmediato.
La cuestión es que de a poco, todes debemos salir tapados. Y cada quien hace lo que puede. Se tapa como puede o cómo quiere, porque hay mucho de imaginación y de ideas y de accesibilidad y de creatividad.
Salir a la calle y mirarlos es muy divertido realmente. Habla de personalidades y de elegancia. O de la falta de ella. Están los coloridos, los pañuelos, los cosidos con telas que tengo que casa, los de media, los comunes que venden en la farmacia. También están los de plástico, los de astronauta, los que tapan toda la cara y los que tienen respirador cuál buzo o astronauta.
Son todos muy lindos y es muy lindo ver a la gente tapada. No les ves las caras de alegría o de tristeza, te queda la presunción actitudinal. Es muy lindo ver cómo algo que no tenía nada de útil para nadie de repente es parte de ver a otra persona.
Hoy me tocó salir y por obligación normativa tenía que salir con tapabocabarbijoqueseyo. La cosa es que no tenía barbijo, eso habla de la poca previsión tal vez. Tampoco me hice el tiempo para coser uno. Hace unos días me puse a tejer al croché a modo de decir que hago algo distinto a escribir en la compu o hablar por celular y me salió un barbijo muy pedorro que lo usa mi hija para decir que tiene barbijo. Pero para salir no tenía nada. Al mejor estilo casual, me armé un supertaboca con un bello pañuelo el que enrede y anude en mi cuello y garganta.
Me tapa media cara. Desde la parte superior de la nariz hacia abajo.
Salí tipo 10 de la mañana respirando pañuelo y transité mi dia exterior con él. Digo que me resultó molesto, no sé si porque es apenas un pañuelo o porque me siento oprimida, pero la cosa es que no me gustó para nada. Luego, pasaron las horas y como hacer cada cosa tarda una hora reloj, estuve con el pañuelo puesto varias horas.
Por momentos me imaginaba en una marcha contra el gas lacrimógeno, en otros una árabe medio trucha, pero lo que más me molestó en el calor que se generaba en el pañuelo por mi mismo respirar. Ya en los últimos ratos sentía que me respiraba todo lo que respiraba dos veces. Húmero y medio suelto, lo volvía a atar. Y se desataba. Al principio no se destaba, no tengo claro si el propio pañuelo se hartó de mi aliento o si era yo que perdí la capacidad de atarlo.
Llegué a mi casa con ganas de libertad. Revolee el pañuelo en un balde. Y sentí el fresco en la cara. Creo que estaba más feliz el pañuelo que yo. Como sea, ya veré qué me pongo la próxima vez que salga. Por ahí consiga un tapaboca o un barbijo más adecuado, o me nazca coserme uno, o alguno o alguna que se dedica a hacer este tipo de insumo tan extraño me venda uno. O seguiré con mi pañuelo que en definitiva, me tapó bastante bien.
Foto: Mi última creación: barbijo croché al que denominé: "no podés!"
Foto: Mi última creación: barbijo croché al que denominé: "no podés!"
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