jueves, 24 de enero de 2019

El ciclo, el error, las profesoras y llora Latinoamérica


Por suerte tengo una buena base de historia, no sé si recuerdo las fechas pues mi memoria selectiva es profundísima, pero quedaron algunos conceptos de mis primeros pasos en la secundaria. La profesora siempre hablaba de los ciclos de la historia y nos decía que las cosas que fueron, vuelven, como un bumeran interminable. El concepto lo seguí oyendo en la facultad y luego en infinidad de lugares y de personas que lo dicen y redicen.
Otro concepto lindo fue el de la profesora de Historia Social y Económica Argentina, ahí, en las aulas amplias del pabellón dos de Ciudad Universitaria. No recuerdo su nombre (memoria selectiva) pero siempre decía que hay que conocer la historia para no cometer los mismos errores. Obviamente, no es que fuera un concepto revelador ya que en lo posterior no dejé de escucharlo por todos lados. Incluso los digo, como si fueran ideas propias.
De esa profesora también me quedó el hermoso concepto de qué es la UBA. Un día nos dijo: acá no sólo te recibís por estudiar sino de cabezadura. Y fue cierto escucharlo y comprobarlo.
La UBA, hoy cuando tan en peligro se encuentra la educación pública.
A esta altura de las cosas, me pongo en sabedora del mundo y les digo a quienes arrancan sus carreras, que la Universidad sólo (y no es poco) te da herramientas. Te propone ampliar el vocabulario de formas insospechadas, te permite aprender a estudiar estratégicamente y poniendo en valor la importancia de las cosas, te ayuda al ejercicio de pensar generando una gimnasia de usar las neuronas de forma más propicia para tu objetivo, te permite ver otros mundos que están llenos de gentes distintas, te socializa, te descubre como "ser" decisorio porque tenés que decidir casi siempre, casi todo. Te da capacidad de discutir justo por todo lo anterior. Te dá lidiar con todo tipo de profesores y profesoras que en ese abanico, crecés. También te da herramientas técnicas obviamente, pero son esas que si no seguís ampliando una vez terminadas las materias, quedan en el olvido.
Pero me fui un poco de tema y la cuestión era la historia.
Y la historia es lo que todo el día me vino a la cabeza. Y los ciclos y a los errores.
Un mundo que está lleno de iguales historias para resolver las mismas historias. Toda cuestión de poder geopolítico es económico. Todo lo que pasa entre los grandes del mundo impacta sobre quienes menos poder tienen. La necesidad casi compulsiva de los yankis por decidir sobre la vida de cada país con el que tienen algún tipo de interés es pornográfica. Ellos mismo en sus películas y series donde se actúan de presidentes (adoro sus malditas series) generan guiones donde intervenir países subdesarrollados es parte de la agenda obvia de la casa blanca. Es impúdico.
Ojo que no me considero lo suficientemente informada para opinar sobre la situación económica/político/social de cada país, probablemente cada historia interna tenga sus idas y vueltas, sus problemas y sus felicidades. Y nunca defendería que ninguna persona sea vulnerada en cualquiera de sus derechos inclusive cuando no parecen vulnerarse pero la religión (todas) actúa como factor de control.
Pero sí me considero capaz de comprender procesos históricos, de imaginar sin tanto margen de error cuáles son los poderes dicotómicos del mundo y en qué lugar estamos nosotros como país y como una Latinoamérica tan difícil como bella.
Toda intervención en nuestro territorio no es en favor del hambre y la vulnerabilidad. Es por poder. Y el poder es por la economía.
Y ya lo hemos vivido antes y lo seguimos viviendo de forma repetitiva y angustiante.
Los ciclos y los errores.
Hoy me voy hacia atrás y vuelvo hacia aquí y sé que puedo dar las gracias a mis profesoras de historia, aunque no recuerde sus nombres.


domingo, 20 de enero de 2019

Lo que quiero es lo que quiero


Lo que quiero es lo que quiero.
Pensaba mientras estaba sentada y me rodeaban miles de mosquitos dispuestos a convertirme en una masa absorbible: esta todo el 2019 por delante.
¿Por dónde arranco?
Me apena pensar que no tal vez no podré lograr la serenidad y los tiempos para la reflexión.
Me intriga mi capacidad de organización productiva y de la que no lo es.
Me asusta el contexto de una situación económico social terrible pero invisible para la mayoría. La limitación en la razón de miles quienes siguen repitiendo palabras de otrxs sin mirar de forma deseable una situación que cada vez es más angustiante.
Me genera horror el horror y las mujeres asesinadas en éstos veinte días.
Me preocupa no estar a la altura para mi autosustentabilidad en mi cambiante vida productiva.
Me aburre no superar los mismos problemas que me aquejan hace tiempo. Esos que uno verbaliza de ratos y mejora otras veces y luego no verbaliza ni mejora. Y volver a mirar limitaciones que pensaba subsanadas y que no entonces te vincula con la frustración casi de forma inmediata.
Me conmueve la falta de conciencia colectiva de quienes declaman valores y luego se estrellan con la pared del individualismo furioso sin verlo o darse cuenta.
Me enoja sentirme sola en mis más profundos sentimientos sobre las cosas y las personas. Esa sensación de que casi nadie me entiende casi nada. Me enoja ser tan inaccesible. Y me enoja el sentimiento de enojo que ahora dejo salir sin miedo. Y todavía no termina.
Me cansa la lista de deberes en su totalidad. Deberes de vivir en sociedad.
Me intriga con quien puedo contar verdaderamente en los caminos a recorrer.
¿A dónde quedó lo que quiero en este bombardeo de reflexiones más pesimistas que otra cosa?
Lo que quiero parecería estar vinculado a concientizar mis dudas y asumir los pesimismos.
Creo que ya mañana voy a estar en condiciones de decir que quiero.
Porque lo que quiero es lo que quiero.

sábado, 19 de enero de 2019

Roberto


Roberto debe tener alrededor de 35 años. Hombre de campo, tez morena, andar cansino. Viene y va en moto y siempre lo sigue su perro. Un medianito color té con leche que no lo deja a sol y a sombra. Tanto es así que tiene heridas en su cuello de sortear perros ajenos sólo por seguir los pasos de su amado dueño.
Roberto vive cerca de la ruta 41. Una casita modesta que casi no es casa. Es divorciado, tiene una niña de unos diez años y un niño de apenas 3. A veces la hija lo acompaña en su moto, a veces caminando, otras veces no lo acompaña.
Roberto se ocupa de cuidar las casas de los dueñxs de la tierra. Esos que en mayor o menor medida tienen la posibilidad de tener y a su vez de generar trabajo para otrxs. A veces bien, otras veces mal. Lxs dueñxs de las grandes porciones de tierra son terratenientes y están  lxs otrxs que tienen parcelas más pequeñas. 1
Roberto conoce a todxs los dueñxs de la tierra. Los que más, los que menos. Los antiguos y los mas nuevos. Trabaja para lxs dueñxs de la tierra que me alberga, le da de comer a los gansos, a las gallinas y al gallo, al pato y a los conejos. Pasea a los dos petisos y los reubica constantemente sobre la verja. Cuida la pileta y mantiene que todo marche sobre ruedas. Viene en su moto a mediamaña y cruza la tranquera roja caminando. Hace lo mismo a eso de las siete de la tarde.
Roberto también hace lo mismo con otros campos y es trabajador temporario de las plantaciones de la zona. Conoce el clima y la variedad de siempre. Y quién siembra qué. Anteriormente, cuenta, este campo era de una sola persona, quién fue loteando y vendiendo sus campos. Pero lo que no vendió es la plantación de nueces de pecan que se alzan sobre el campo vecino. Los árboles tienen ocho años y aún no llegan a la plenitud de su cosecha. Las nueces de pecan se exportan y la familia terrateniente se dedica casi con exclusividad de ellas. El proceso de producción es sencillo, el riego es automático y como se encuentran plantados en líneas basta con organizar el riego. Sólo una vez por año se fumiga.
Cuando es época de cosecha, Roberto y dos o tres más trabajan manualmente para la recolección. La tarea es sencilla, se ponen lonas bajo los árboles y se sacuden las ramas, porque cuando esta maduro el fruto muchas caen solas. Otras son más remolonas y necesitan ayuda.
Sigue contando Roberto que crecen 3 tamaños de nueces, las grandes, las medianas y las pequeñas. Las dos primeras tienen destino de exportación y se venden a precio dólar. Las pequeñas quedan “ahí tiradas”. Es descarte para lxs dueñxs, pero una pepita de oro para Roberto y sus compañeros. Ellos se quedan con las pequeñas, las fraccionan, las embalan y las venden. A precio dólar. “Salvamos la temporada”, sigue diciendo.
El año sigue matizado con las nueces y el mantenimiento de campos y de los animales que los habitan.
Roberto conoce de animales, entiende lo que necesitan para alimentarse. Tiene en su moto bolsas de maíz que traslada cuál delivery urbano.
Cuenta que este Enero ya llovió más que los últimos 5 años. Qué esta raro, que las calles se convierten en intransitables y que no todas tiene tosca necesaria para desplazarse con los autos.
Allí va el hombre, pocas palabras, tono tranquilo, apenas sonrisa.
Algo de la historia de Roberto tan sólo porque todxs tenemos historias.



1 Todas las definiciones de terrateniente son masculinas, no existe margen vincular el concepto con la mujer. Bases de patriarcado.

jueves, 17 de enero de 2019

Sándalo

Sándalo
aromas de aire
canciones sencillas
luces sin luz
de seres inquietos

Sándalo
pantallas invernales
miradas lejanas
pobres leyendas
de Dioses rengos

Sándalo
caballos sin Troya
el fuego naranja
milagros cansados
de héroes falaces

Sándalo
sensaciones relajadas
manchas transparentes
y soles ardientes
de reinos inútiles.

Sándalo
aromas de aire
canciones sencillas
luces sin luz
de seres inquietos.






miércoles, 16 de enero de 2019

Crucigramas


Algunas costumbres se borran por el paso del tiempo. Probablemente la evolución de las cosas o la involución de los tiempos libres o la minimización de los espacios de automejora son los motivos por el cuál una costumbre muy arraigada en mi persona dejó de serlo.
Desde muy pequeña amé hacer crucigramas, la sensación de tener que descubrir los significados de las palabras y cruzarlas de tal forma que formen todas juntas un cuadrado de palabras que habiendo siendo detalladas en otra parte, luchan para ser descubiertas.
Recuerdo la sensación maravillosa de completar un crucigrama, la alegría de haber logrado el hermoso hecho de entender todo.
En el trascurso de los acertijos semánticos, uno va tomando letras a que se cruzan y que nos dan pistas. Las pistas, otra cosa que impulsa el placer. Los juegos de la mente se construyen a través de buscar esos escondites que nos permiten deducir y nos dan una ayuda para lograr lo que se quiere. La pista es imaginar, es vértigo. Una letra J en un cuadradito es orgásmico. La sensación de que gracias a esa pista logramos los objetivos.
Todo tan cierto como imaginario.
Hay otra cuestión en ésto de los crucigramas. Por lo general las revistas de crucigramas no nos desafían sólo con crucigramas sino que nos invitan a un sinfín de juegos que permite matizar el típico cuadrado. Existen las sopas de letras, los anagramas, las deducciones matemáticas a través de cuentas, las grillas, el sudoku y tantos otros más. Pero la variedad de juegos está además dentro de los crucigramas, entonces encontramos el blanco (nos nos marca a dónde están los espacios vacíos), los enredados (sin espacios vacíos), los enigmáticos (que las definiciones son pistas graciosas, para nada definiciones), los temáticos (siempre me estimulaba el “cinematográfico”) y los silábicos. Podría seguir pero temo aburrir con tanta emoción infundada con mi recuerdo medianamente lejano.
Así pienso entonces que la desconexión de realidades momentáneas puede impulsarnos (impulsarme) a recrear y reiniciar las viejas costumbres.
Tal vez añorar algunas cuestiones sea impulso para la definición de la semántica de las cosas. Del entendimiento de las letras que juntas forman palabras y juntas oraciones y juntas textos y juntas historias.
La génesis de la palabras en la vida de cada quién encuentra respuestas que fueron futuras. No habiendo tenido orígenes que estimulen las letras y las palabras, los crucigramas fueron mis hacedores al actual gusto por ellas. Al gusto por las definiciones y por las palabras que emanan de ellas. A las letras convertidas en significado y a los significados que resultan palabras.
Los recuerdos de mi historia está lleno de crucigramas. De pensar en ellas y de divertirme con ellas. Imaginarlas, crearlas, deducirlas. Y cruzarlas, porque si las palabras no se cruzan los significados no encuentran finales ni principios. Como todo o como nada.
Hoy me compré una revista de crucigramas y fui un poco feliz.


martes, 15 de enero de 2019

Teros que no son gallinas


Estoy estudiando la vida de los teros. Me llaman poderasomente la atención.
Creo que no son sólo sus patas largas. Creo que eso es apenas pintoresco o tal vez consecuencia (o causa) de lo que lo medioambietal otorga a los seres vivos. Seres que suelen (solemos) ser totalmente adaptables al contexto natural que nos ampara o depara.
Bueno, la cosa es que el tero tiene piernas largas. Camina y camina y camina. Grita y grita y grita. No deja de caminar ni de gritar.
Aún no logro comprender o determinar cuál prevalece.
Lo que acrecienta mi atención es que no caminan ni gritan en soledad. Siempre son al menos dos. Pero suelen ser tres. Y tres (o dos) a treinta metros de otros tres (o dos) quienes gritan y caminan.
Otra característica de éstas aves es que casi no vuelan. Cuando lo hacen despliegan sus enormes y largas alas para trasladarte apenas metros, mostrando una sutil y bella elegancia. Es evidente pues que no son aves de volar, son aves de caminar, algo así como pensar un paralelo lejano con las gallinas. Los teros son terrestres.
Ahora que lo pienso, son mas terrestres que las gallinas porque su nido esta en la tierra. Víéndolos y leyendo un poco parece que hacen unos hoyos en medio del campo que tapan con ramitas y pasto seco y allí dejan los huevos. Abajo de la tierra como una papa o una zanahoria. Los teros son más terrestres que las gallinas pues nacen en su entraña.
Todo termina en lo actitudinal. Insoportables. No dejan de gritar (o hablar o decir) lo que piensan todo el rato al mismo tiempo que caminan entre varios mirando a otros varios que gritan (o hablan o dicen) lo que piensan todo el rato.
Teros de patas largas, de tierra, teros del campo, teros de noche y día.
Leí también que en la cultura popular hay varias teorías sobre que el tero era un hombre elegante adinaerado que se mando alguna cuestión no deseada y que por obra de dioses o de destinos se transforma en ave.
Realmente no sé bien cuál es el origen del ave terrestre elegante, pero es más que interesante mirarla y ver sus gritos compartidos, sus andares elegantes, sus nidos en la tierra, sus misteriores en las alas, su indefinido origen.
Teros que no son gallinas.
Teros de patas flacas.


A propósito de las SAD

Estos últimos días, los clubes son parte de la disputa ideológica que tiñe esta previa de ballotage presidencial. Frente a la reaparición de...