domingo, 19 de septiembre de 2021

Rezar





Abrir las manos, llenarlas de preguntas,  sacudir los pensamientos, armar rompecabezas. 

Se escuchan de lejos gritos irreconocibles. 

Pisar las hojas secas, saltar los charcos, mirar el sol,  apoyar la cabeza y domir. 

Se ve de cerca a una niña desconocida. 

Limpiar las ideas, tirar los dados, envolverse en mantas, regar con agua y sal. 

Era todo un secreto, y se volvió canción.

sábado, 17 de julio de 2021

Conducir, construir, abrazar.

 Acabo de decir que siempre imaginé algo que va a pasar. Me asusta la posibilidad del logro, del poder. 
Nunca me canso de decir, cada vez que puedo y a quien puedo, que el saber es poder. Pero nunca digo que el deseo es poder. 
Decidí cambiar mi frase y ahora es el deseo como eje de todo, como un paso atrás del saber para luego poder.

Hoy es uno de esos días donde todo se proyecta, no necesariamente al logro pero sí al camino de lo que siendo, vendrá. 

En ese lugar voy a dormir esta noche teñida de madrugada. Abrazada a los deseos. Y mientras mis ojos se cierran imaginar en el porvenir cercano la idea de lo posible.


viernes, 21 de mayo de 2021

Vértigo (cuando llueve)

  

Cuando llueve imagino un montón de escenarios que no tienen explicación y al no tenerla me producen vértigo. Entonces me pongo a pensar en el vértigo.

Llamamos vértigo a la sensación ilusoria de que las cosas externas están rotando o desplazándose alrededor de uno o de que es uno mismo quien está dando vueltas en el espacio. El vértigo se atribuye a un problema auditivo o del sistema nervioso pero yo lo atribuyo a la sensación de no saber.

Esta idea de que las cosas roten alrededor nuestro o que nosotros giramos alrededor de las cosas suele pasar cuando no tenemos una visión clara. Y si seguimos esta cadena imaginaria,  la visión no está clara porque no tenemos un conocimiento de las respuestas para explicar un sinnúmero de preguntas que no tienen una visión enfocada.

La lluvia contribuye con sus gotas a hacer difusas las respuestas a preguntas desconocidas hechas por un yo o un vos que tiene una visión múltiple. Es por eso que en esa situación nebulosa y deformada, sentimos vértigo. ¿Alguna vez probaste mirar a través de una gota? ¿y de muchas gotas?

Las imágenes deformadas que nos devuelve el filtro de esa mirada a través del agua, nos traduce una realidad que responde a preguntas que no se hacen. Y si respondemos cosas que nadie pregunta, es probable que nadie lo entienda y por ende que no se pueda explicar nada.

De esta manera, la falta de explicación nos otorga una incertidumbre tal que nos produce vértigo. Entonces, todo gira alrededor nuestro y al mismo tiempo nosotros giramos alrededor de todo. 

Pero todo esto pasa solamente cuando llueve.



domingo, 14 de febrero de 2021

Carlos Saúl, Josefa y Anélida

90 años tenía hoy Carlos Saúl cuando murió. Hoy mismo. 

Pensaba en su figura y cómo ha marcado mi vida y la de mucha gente de nuestra generación.

Cuando ganó la presidencia en el 89, yo era una pequeña que había crecido escuchando de peronismo con una devoción increíble de mi abuela Josefa y mi tía abuela Anélida. Ambas se ocuparon de contarme interminables historias de la década del cuarenta y de alimentar mi idea sobre Eva y Juan Domingo Perón. Ninguna de las dos ya viejas mujeres lograron cautivar a nadie más de la familia. No salió un o una peronista luego en las generaciones venideras. La única que mantuvo un fuego siempre fui yo. Pero ese fuego chocó inmediatamente con la figura de quien hoy murió. Carlos Saúl. 

Josefa y Anélida eran fielmente fans de Menem. Tenían estampitas, fotos y le profesaban amor eterno como muchos y muchas peronistas de esa época. 

Y ahí quedé yo y el peronismo.

Soy de la generación de los noventa. Hice mi secundario e inicié mi carrera universitaria en el memato. Y no fue inocuo. No lo fue para mí ni para nadie. 

Crecimos con la perfecta implementación del neoliberalismo. Nos privatizaron, no hicieron tener relaciones carnales con Estados Unidos y con “el mundo”, crecimos creyendo que está bien hacer lo que uno quiere sin importar nada, como lo era manejar una ferrari o jugar al básquet porque sí. Menem fue el individualismo del sálvese quien pueda, de privilegiar lo material sobre cualquier otra cosa. El uno a uno transformó a muchos y muchas en seres codiciosos y saciaron su sed de consumismo sin importar nada. Porque no importaba nada.

Recuerdo terminar mi último año del secundario y mirar para adelante cuando ya se empezaba a terminar la primavera económica y recuerdo pensar que el futuro era negro. Si recuerdo esa sensación.

La universidad terminó de reafirmar que no existía el peronismo de Anélida y de Josefa. Terminé de decidirme que jamás sería peronista porque lo que en ese momento expresaba es todo lo opuesto a lo que creía, se llame como se llame. 

Y me acompañé de gente con esas ideas, y construimos ideas basada en oposición a cierta cultura instalada por la época. No hay forma que un niño o niña de diez años crezca viviendo sus próximos diez con los valores neoliberales y no lo afecte para un lado o para el otro.

Soy hija de construir mis ideas contrastando las ideas de mis viejas abuelas y de mi realidad.

Somos todos y todas hijos e hijas de una generación que nos arrasó culturalmente, incluso sobre nuestra propia argentinidad.

Menem terminó el trabajo de instalar el dólar como moneda que hoy sufrimos tanto. 

Menem terminó el trabajo de hacernos creer que tenemos que ser parte del mundo a cualquier precio.

Menem terminó el trabajo de hacer más ricos a los ricos para implementar políticas neoliberales favorables a los dueños del mundo,

Terminó aquello que empezó con la dictadura y por orden del poder mundial.


No puedo saludar ni lamentar que hoy haya muerto.

Pero sí puedo comprender que su figura fue para mí determinante en lo que soy hoy, en mis ideas, en mi trabajo, en mi ser. Y no es poco.

Un querido ex compañero de trabajo muy radical charlando sobre el futuro allá por 2015, me dijo “mi límite es Macri”. Luego de unos meses, ya con el Ingeniero Presidente, se convirtió en funcionario Macrista sin problemas de límite alguno.

Siendo peronista mi límite es y siempre fue Menem y lo que representa y sigo con la convicción que nunca me va a pasar le pasó a mi ex compañero, pero tampoco lo que les pasó a Anélida o a Josefa.


lunes, 1 de febrero de 2021

Lo que quiero hacer


 Unorthodox y The Queen´s Gambit son dos series en donde la protagonista es la búsqueda de lo que se quiere hacer siendo mujer en este mundo que por suerte va transformándose, aunque no en todos lados ni al mismo tiempo.

Dos mujeres, dos mundos y dos crianzas diferentes. Etsy, protagonizada por Shira Haas, es judía ortodoxa en Nueva York y  Beth (Anya-Taylor Joy) es criada en un orfanato para luego ser adoptada por un pareja en Kentucky. Ambas tienen una infancia con carencias afectivas, arrancadas por distintas circunstancias de sus madres y con una figura paterna difusa. 

Esty la criaron sus abuelos y creció aceptando e inmersa en las tradiciones jasídica en una comunidad llamada satmar. Ver las formas culturales no hacen más que angustiarnos y sorprendernos. La sumisión a Dios, el rol de la mujer que está completamente relagada a procrear hijos e hijas para suplir a quienes murieron en campos de concentración. Los hombres, abocados a leer y estudiar el Torá, rezan atándose ambos brazos y haciendo movimientos de péndulo con sus ojos cerrados. Los rituales son tan extremos que llegan a pelar a las mujeres al casarse para que usen una peluca que iguale y distinga a las casadas. El sexo vestidos, en la única posisión que Dios permite. Etsy ama la música y aprende a tocar el piano, aunque estaba prohibido.

Beth, por su parte, se cría en un orfanato luego de que su madre muere en un accidente automovilístico momentos después que le dice que no sabe qué hacer con ella y de ser rechazada por el padre de la niña. En el orfanato, aprende a vivir sola e inicia su dependencia a las drogas como consecuencia de los tranquilizantes que por esa época le daban a los niños y niñas. Silenciosa y displicente, empieza a aprender a jugar al ajedrez con el conserje en el sótano. Su necesidad de controlar por temor a perder, lo lleva a su don y llega al punto que con las drogas y su propia lógica crea una obsesión con el juego y hasta incluso desarrolla la capacidad de imaginar jugadas en el techo de la habitación. Los tranquilizantes la acompañan hasta que es mayor y se complementan con el alcohol. Beth es adoptada por una pareja que finalmente se separa y crea un lazo afectivo con su madre adoptiva quien la acompaña en su raid ajedrecística, viviendo ella la vida que nunca vivió.

Ambas protagonistas tienen un deseo de lograr lo que se proponen. Desesperadas por salir de los lugares que la vida las dió, Etsy se escapa a Berlín para estudiar música y Beth logra una vida sin carencias haciendo lo que le obsesiona. 

Las series van contando las historias y nos llenan de desafíos, de angustias, de ansiedad, de alegría. Las acciones de ambas mujeres nos van demostrando que las estructuras con que nos formamos son susceptibles de modificación aunque requieran dolores en el camino. La intensidad es convertir la música o el ajedrez en motor para trascender lo que se es para transformarnos en lo que se quiere ser. La voluntad y el deseo frente a los mandatos sociales, culturales y económicos. La búsqueda de sanar las heridas para vivir como se elige vivir. 

Es sorprendentemente bello ver las miradas de cada papel, en cómo expresan la vida compleja, el dolor de lo que les tocó, la pérdida, la falta de amor. Pero es más impactante la forma gélida de sus expresiones frente a ese dolor, frente a las situaciones complejas, el cómo de forma inmutable continúan al camino del deseo, de creer que hay que hacer. 

Dos mujeres tan frías como intensas, que no expresan dramas sino una fortaleza exquisita. Sus manos, sus pequeños cuerpos, su vestir tan disímil entre sí como puede serlo.

Etsy y Beth, logran sobreponerse a la realidad construyendo una nueva realidad. Y lo mejor de todo es que esa nueva realidad es la eligen y es la que defienden, con uñas y dientes.


UNORTHODOX 

Netflix - 2020

Directora María Schrader


THE QUEEN'S GAMBIT
Netflix - 2020

Director: Scott Frank


jueves, 28 de enero de 2021

Titilar


Ellos solían mirar hacia el cielo. 

Lo hacían por horas, mientras trataban de encontrar estrellas nuevas. Se les hacía muy difícil porque cada noche titilaban otras distintas.

El titilar de las cosas hace a la intermitencia y permite estar y no estar en apenas segundos. Para ellos ese titilar era irreal porque no había ausencia. 

En la noche comprendían que el cielo era lo que les daba razón a estar. Cuando las nubes tapaban todo, ellos seguían mirando sólo porque de noche tienen un color distinto al de día. Ese color indefinido pero nunca blanco o negro les inspiraba el deseo de la lluvia para que vuelvan las estrellas y  que la oscuridad clara les volviera las estrellas que titilan.


No es el cielo, es la permanencia de las cosas por sobre todo lo que titila.

Y la permanencia no es necesariamente estática. Es ser. Siempre.


Ellos solían mirar hacia el cielo. 

miércoles, 27 de enero de 2021

Mario

Me contactaron de él  y resulta que vivía a 20 cuadras de mi casa. No nos vimos nunca pero la pandemia nos encontró hablando de pandemias y pensando en cómo seguir dándole formas a las formas.
Lo vi hoy por primera vez y era casi igual a como me lo había imaginado. Alto, canoso, con un andar lento y pensativo. Solo pude ver su mirada porque el resto era barbijo. Y encontré mucha vida vivida. Vi el cansancio y el recuerdo; esos viejos ojos de quien vio y quiso ver. Sus arrugas adornaban su mirada y su hablar era  tranquilo pero distraído. Tuve la sensación que no le importaba nada de lo que le decía. Pero me respondía, aunque con cierta obligación.  Dejé de hablar, tratando de que  el silencio le genere comodidad.
Caminamos apenas unas cuadras. En sus manos había una carpeta llena de papeles que no sabía del todo para que eran. Tampoco le importaba saberlo. 
Cruzamos dos palabras más y entramos a destino. Para mi sorpresa, saludó muy simpáticamente a quien nos recibió y se alegró del aire acondicionado. Toda una revelación. Mientras esperamos a que nos toque el turno de ser atendidos, empezó a contar algo de sus historias. Las recientes y las pasadas. Empezó a recordar y a dejar claro que ya no quería obligaciones. Me contó de una pileta nueva producto de no poder vacacionar y me contó que nadó ayer a la 1 de la mañana. Cuando callaba, lo volvía a vivir. Nadaba otra vez.
Al rato nos atendieron pero mientras nos decían que hacer, él solo recordaba historias incentivadas por el contexto.  En ningún momento estaba en ese lugar, estaba donde sus ojos expresivos miraban. Un tiempo que ya no es y que no será.
Habló con la gente de apellidos y cuando le preguntaron qué hacía fue tan escueto como conciso. Entonces lo invitaron a pasar y a beber una gaseosa fresca.
Me quedé ahí parada y terminé lo que vinimos a hacer. Me acerqué adonde estaba, dejé las cosas y le avisé que me iba. Quiso venir conmigo, pero le dije que no era necesario porque  en ningún momento imaginé cortarle sus recuerdos y mucho menos su coca fresca.
Me fui con su imagen a mi cabeza: sentado, con sus piernas abiertas y cruzadas, apoyando el lado externo del talón de la pierna derecha sobre la rodilla izquierda. Recostado en una silla cómoda y detrás del vidrio. 
Una hora más tarde, veo un audio con una voz distinta a la que había conocido recién, que dice “Recién salgo, yo no se porque me invitaron a charlar y a tomar algo, para mi estaban aburridos. Gracias por acompañarme y estar”. 

No pude más que sonreír. Me gustó conocerlo  e imaginar ahora sus ojos contentos, llenos de recuerdos y con un profundo deseo de nadar en la nueva pileta. 


A propósito de las SAD

Estos últimos días, los clubes son parte de la disputa ideológica que tiñe esta previa de ballotage presidencial. Frente a la reaparición de...