domingo, 14 de febrero de 2021

Carlos Saúl, Josefa y Anélida

90 años tenía hoy Carlos Saúl cuando murió. Hoy mismo. 

Pensaba en su figura y cómo ha marcado mi vida y la de mucha gente de nuestra generación.

Cuando ganó la presidencia en el 89, yo era una pequeña que había crecido escuchando de peronismo con una devoción increíble de mi abuela Josefa y mi tía abuela Anélida. Ambas se ocuparon de contarme interminables historias de la década del cuarenta y de alimentar mi idea sobre Eva y Juan Domingo Perón. Ninguna de las dos ya viejas mujeres lograron cautivar a nadie más de la familia. No salió un o una peronista luego en las generaciones venideras. La única que mantuvo un fuego siempre fui yo. Pero ese fuego chocó inmediatamente con la figura de quien hoy murió. Carlos Saúl. 

Josefa y Anélida eran fielmente fans de Menem. Tenían estampitas, fotos y le profesaban amor eterno como muchos y muchas peronistas de esa época. 

Y ahí quedé yo y el peronismo.

Soy de la generación de los noventa. Hice mi secundario e inicié mi carrera universitaria en el memato. Y no fue inocuo. No lo fue para mí ni para nadie. 

Crecimos con la perfecta implementación del neoliberalismo. Nos privatizaron, no hicieron tener relaciones carnales con Estados Unidos y con “el mundo”, crecimos creyendo que está bien hacer lo que uno quiere sin importar nada, como lo era manejar una ferrari o jugar al básquet porque sí. Menem fue el individualismo del sálvese quien pueda, de privilegiar lo material sobre cualquier otra cosa. El uno a uno transformó a muchos y muchas en seres codiciosos y saciaron su sed de consumismo sin importar nada. Porque no importaba nada.

Recuerdo terminar mi último año del secundario y mirar para adelante cuando ya se empezaba a terminar la primavera económica y recuerdo pensar que el futuro era negro. Si recuerdo esa sensación.

La universidad terminó de reafirmar que no existía el peronismo de Anélida y de Josefa. Terminé de decidirme que jamás sería peronista porque lo que en ese momento expresaba es todo lo opuesto a lo que creía, se llame como se llame. 

Y me acompañé de gente con esas ideas, y construimos ideas basada en oposición a cierta cultura instalada por la época. No hay forma que un niño o niña de diez años crezca viviendo sus próximos diez con los valores neoliberales y no lo afecte para un lado o para el otro.

Soy hija de construir mis ideas contrastando las ideas de mis viejas abuelas y de mi realidad.

Somos todos y todas hijos e hijas de una generación que nos arrasó culturalmente, incluso sobre nuestra propia argentinidad.

Menem terminó el trabajo de instalar el dólar como moneda que hoy sufrimos tanto. 

Menem terminó el trabajo de hacernos creer que tenemos que ser parte del mundo a cualquier precio.

Menem terminó el trabajo de hacer más ricos a los ricos para implementar políticas neoliberales favorables a los dueños del mundo,

Terminó aquello que empezó con la dictadura y por orden del poder mundial.


No puedo saludar ni lamentar que hoy haya muerto.

Pero sí puedo comprender que su figura fue para mí determinante en lo que soy hoy, en mis ideas, en mi trabajo, en mi ser. Y no es poco.

Un querido ex compañero de trabajo muy radical charlando sobre el futuro allá por 2015, me dijo “mi límite es Macri”. Luego de unos meses, ya con el Ingeniero Presidente, se convirtió en funcionario Macrista sin problemas de límite alguno.

Siendo peronista mi límite es y siempre fue Menem y lo que representa y sigo con la convicción que nunca me va a pasar le pasó a mi ex compañero, pero tampoco lo que les pasó a Anélida o a Josefa.


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