Por suerte tengo una buena base de
historia, no sé si recuerdo las fechas pues mi memoria selectiva es
profundísima, pero quedaron algunos conceptos de mis primeros pasos
en la secundaria. La profesora siempre hablaba de los ciclos de la
historia y nos decía que las cosas que fueron, vuelven, como un
bumeran interminable. El concepto lo seguí oyendo en la facultad y
luego en infinidad de lugares y de personas que lo dicen y redicen.
Otro concepto lindo fue el de la
profesora de Historia Social y Económica Argentina, ahí, en las aulas
amplias del pabellón dos de Ciudad Universitaria. No recuerdo su nombre (memoria selectiva) pero siempre decía
que hay que conocer la historia para no cometer los mismos errores.
Obviamente, no es que fuera un concepto revelador ya que en lo
posterior no dejé de escucharlo por todos lados. Incluso los digo,
como si fueran ideas propias.
De esa profesora también me quedó el
hermoso concepto de qué es la UBA. Un día nos dijo: acá no sólo te
recibís por estudiar sino de cabezadura. Y fue cierto escucharlo y
comprobarlo.
La UBA, hoy cuando tan en peligro
se encuentra la educación pública.
A esta altura de las cosas, me pongo en
sabedora del mundo y les digo a quienes arrancan sus carreras, que la
Universidad sólo (y no es poco) te da herramientas. Te propone
ampliar el vocabulario de formas insospechadas, te permite aprender a
estudiar estratégicamente y poniendo en valor la importancia de las
cosas, te ayuda al ejercicio de pensar generando una gimnasia de usar
las neuronas de forma más propicia para tu objetivo, te permite ver
otros mundos que están llenos de gentes distintas, te socializa, te
descubre como "ser" decisorio porque tenés que decidir casi siempre,
casi todo. Te da capacidad de discutir justo por todo lo anterior. Te
dá lidiar con todo tipo de profesores y profesoras que en ese
abanico, crecés. También te da herramientas técnicas obviamente,
pero son esas que si no seguís ampliando una vez terminadas las materias, quedan en el olvido.
Pero me fui un poco de tema y la
cuestión era la historia.
Y la historia es lo que todo el día me
vino a la cabeza. Y los ciclos y a los errores.
Un mundo que está lleno de iguales
historias para resolver las mismas historias. Toda cuestión de poder
geopolítico es económico. Todo lo que pasa entre los grandes del
mundo impacta sobre quienes menos poder tienen. La necesidad casi
compulsiva de los yankis por decidir sobre la vida de cada país con
el que tienen algún tipo de interés es pornográfica. Ellos mismo
en sus películas y series donde se actúan de presidentes (adoro sus
malditas series) generan guiones donde intervenir países
subdesarrollados es parte de la agenda obvia de la casa blanca. Es
impúdico.
Ojo que no me considero lo
suficientemente informada para opinar sobre la situación
económica/político/social de cada país, probablemente cada
historia interna tenga sus idas y vueltas, sus problemas y sus
felicidades. Y nunca defendería que ninguna persona sea vulnerada en
cualquiera de sus derechos inclusive cuando no parecen vulnerarse
pero la religión (todas) actúa como factor de control.
Pero sí me considero capaz de
comprender procesos históricos, de imaginar sin tanto margen de
error cuáles son los poderes dicotómicos del mundo y en qué lugar
estamos nosotros como país y como una Latinoamérica tan difícil
como bella.
Toda intervención en nuestro
territorio no es en favor del hambre y la vulnerabilidad. Es por
poder. Y el poder es por la economía.
Y ya lo hemos vivido antes y lo
seguimos viviendo de forma repetitiva y angustiante.
Los ciclos y los errores.
Hoy me voy hacia atrás y vuelvo hacia
aquí y sé que puedo dar las gracias a mis profesoras de historia,
aunque no recuerde sus nombres.
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