domingo, 11 de mayo de 2008

La historia de una burbuja



Había una vez un vaso que se sentía seco. Un detergente viejo y tapado. Un alambre con forma circular olvidado y oxidado.
El primero no lograba cumplir su objetivo. Imaginen un vaso que nunca logra ser servido. Frustración el sentimiento.
El detergente tampoco lograba nada. Poco a poco se secaba. Perdía sus propiedades.
Impotencia era el sentimiento.
Y el alambre. Pobre alambre. Tantas cosas puede hacer. Tanto puede solucionar. Y nada. Nadie estaba dispuesto a usarlo y tal vez ni él ya tenía ganas.
Displicencia era el sentimiento.
La imagen era desoladora.
Objetos inanimados animados por la pena.
Frente a esa visión y a la seguridad indudable de un fin sin retorno, apareció una gota.
Una gota perdida del resto de ellas con extrema necesidad de encontrar aliados.
Y se unió al vaso. Lo miró, lo deseó, lo tocó.
El vaso incrédulo de su sensación convirtió su frustración en desafío. Y así es como vio al detergente, que triste y con su vista puesta en otra cosa sufría incansablemente. Y lo llamó. Mostró la gota. Miró con esperanzas. El detergente se abalanzó sobre él y con sus crecientes fuerzas logró dejar caer una gota, sintiendo un placer inigualable. La fusión de ambos provocó tal éxtasis que llamó la atención de todos los que presenciaban la imagen.
Poco a poco el alambre se asomó. Salió de su pena algo intrigado.
El vaso y el detergente lo miraron sabiendo y mostrando su necesidad. Y no hizo falta palabra alguna.
Casi con lágrimas, el alambre se unió a ellos. Se fusionaron. Sonrieron. Se balanceaban, bailaban, cantaban. Nada podía detener su felicidad.
Eran uno. Ya no tres. No más frustración, ni impotencia ni displicencia.
En esa mixtura de sensaciones la espuma se hacía cada vez mayor. Mucha espuma. Mucha.
Y una brisa. Una brisa que quiso participar de semejante alegría. Y penetró en esa fusión y sopló a través de ellos. Entonces, como si nada pudiera ser igual, una burbuja empezó a brotar del alambre. Una burbuja que unía la gota, el vaso, el alambre y la brisa. Y crecía, crecía. Hasta que se liberó convertida en un círculo perfecto, llena de ganas de volar. Y se fue. Miró su atrás y se vio parte de todos. Pero no era todos. Era distinta.
La miraron sorprendidos y satisfechos. Se miraron entre ellos.
Ya nada sería igual.

5 comentarios:

Carla Valicenti dijo...

Construir proyectos trasciende a la soledad en su sentido más individualista, pero a veces para crecer también se necesita de un alejamiento. Un dilema humano.

Gabita dijo...

guau, que loca la interpretacion... maravilloso que se disparen diversos mundos...

Carla Valicenti dijo...

ah! no era sobre eso?

*º~*~º*Çhis€*º~*~º* dijo...

hola gabi!!!

como estas???


espero que bien!!!


bueno solo pase a dejarte mi firmita xD

cuidate...


te quiero muchiiiisiiiimooo!!!!



*º~*~º*Çhis€*º~*~º*

Hermanos Bladimir dijo...

Para los que dicen que no está bueno lavar los platos... Mirá qué copado que puede ser!

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