¿Somos acaso, mesas vacías?
¿Somos mañanas silenciosas?
¿Veredas limpias?
¿Somos acaso, soles de otoño?
¿Somos asientos vacíos?
¿Carpas de colores?
Si las mañanas de otoño tuvieran voz, cantarían canciones tranquilas. Si tuvieran manos,
pintarían las calles de colores pasteles. Si tuvieran pies,
bailarían entre las hojas secas. Y si tuvieran sentimientos,
sonreirían mostrando de vez en cuando una mueca triste.
Pero no lo hacen, porque las mañanas de otoño no son mañanas, soy ayeres futuros.
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