domingo, 7 de abril de 2019

Estuche



Cuando iba a levantar el estuche y lo que quedaba de los anteojos, pasó un vendedor de churros motorizado y se lo robó. La moto disparó a toda velocidad lo que no dio tiempo al señor a reaccionar. Incrédulo miró al cielo y salió corriendo a los gritos. La moto le llevaba ventaja pero dejaba caer churros por la velocidad. Siguió el rastro de esa masa frita crujiente hasta que vio la moto detenida sobre la vereda de un lavadero de ropa. Se detuvo, tomó aire y avanzó hacia el otro lado de la calle a rescatar sus rotos anteojos. Cruzó y esquivó un colectivo. Pero no logró esquivar al camión que venía del otro lado. Fue un segundo en que todo pareció irreal, todo le daba vuelta, la calle, la moto y los churros. Y recordó sus anteojos. Ese fue su último pensamiento.

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