miércoles, 18 de mayo de 2011

Crónicas Uránicas-Día 2 “De la matrix al inodoro”


Estoy mejor de la contractura y tengo la seguridad que es por el asado de ayer a la noche. Comer un rico asado con un buen vino no es opción de lunes.

La computadora tiene un botoncito por debajo del de encendido  que al apretarlo provoca el reseteo de la máquina. En general,  lo uso o bien cuando mi PC enloquece o bien cuando se cuelga.


Ahora la verdad convertida en hipótesis: mi contractura mejoró gracias a un reseteo mental consecuencia del desfasaje entre día (lunes) y comida (asado), que provoca o bien enloquecimiento temporario o bien congelamiento de neuronas.

Una vez que se me descontractura el cuello, mi sistema arranca nuevamente y equilibra sus programas lo que provoca una mantenimiento casi constante de la sonrisa.
A veces cierro los ojos e imagino que mi cerebro es una matrix y que tengo un dedo con la función “suprimir”. Es el famoso “dedodelate” que tiene como poderes supremos la eliminación de errores gramaticales, de concepto, de percepción y de acción, con sólo señalar.

Estaba tan computarizada que luego de navegar por los rincones de mi matrix durante cincuenta minutos allí por Versalles, decidí ir y comprar una impresora.
Había realizado un estudio previo sobre la eficiencia, el rendimiento y la disponibilidad de los cartuchos en el mercado. Basada en ese análisis pero totalmente influenciada por el vendedor elegí exactamente la impresora que me había negado a comprar un par de días atrás.
Ahora, debía hacer  Versalles-Congreso acarreando la impresora. No podían ofrecerme bolsa grande, ni envoltorio adecuado. Las chicas de atención al cliente, sin embargo, me propusieron atar la caja con una soga y que el formato del “ensogado” funcione como manija. Un lujo. Salí caminando entonces, con la manija de soga y pensando que si tuviera un “dedodelate” suprimiría las distancias urbanas.
La travesía debía requerirme el menor desgaste ya que tenía de la carga extra. Hice estadísticas mentales y opciones varias de transporte. Mi matrix era un Excel y la senda peatonal por la que cruzaba, celdas de una hoja de cálculo.

172 (E2) + subte A (E3) = Cevallos (+E2+E3)

La instalación de la impresora fue perfecta. El “manual de instalación” fue seguido al pie de la letra y en un ratito estaba escaneando mi “dedodelate” feliz y contenta.
El día continuaba entre Word, Excel y sobras de asado para el almuerzo. El asado recalentado de martes al mediodía no produce efectos colaterales. El martes, es un día inútil y no existe comida probable o improbable que se relacione con éste día de la semana.

GPS a Villa Crespo y polenta.
Finaliza el día porteño y mientras voy a baño, una imagen dantesca: el bolsillo trasero del jean que deja escapar un celular y un segundo y cae haciendo y se escucha un PLAF.
Giro en redondo, me asomo por encima de mí y lo veo. Sumergido en agua de inodoro.
A otra vida software y hardware.
Tal vez mañana o pasado se seque y se resetee y vuelva a equilibrar sus programas y no se cuelgue y no enloquezca.
Tal vez mañana o pasado, mi celular aprenda a comer asado los días lunes.


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