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Cuando pensamos en el punk pensamos en The Clash, Sex Pistols, The Ramones o en los locales y más actuales Ataque 77 pero nunca pensamos en Shaila.
El sábado por la noche, justo antes de que todo se cierre para esperar el próximo acto ciudadano del 28, fui hasta Circus a ver punk rock. En los últimos tiempos este lugar se ha convertido en unos de los lugares más representativos de la zona Oeste, específicamente en San Justo, en dónde tocan bandas de una mediana convocatoria. Bandas que están en un promedio 200 personas.
Es un lindo espacio para bandas, mediano y con una enorme "bola de boliche" en medio de su techo. Dos barras enfrentadas y un escenario grande que parece bastante cómodo para el oferente musical y con una visibilidad total para el demandante.
Shaila se formó en 1994 y tiene una gran trayectoria dada por los años, las giras nacionales e

El promedio de gente convocada es de unos 20 años. Mucho negro y mucho piercing. Los más grande nos quedamos el las adyacencias haciendo un cordón que rodeaba niñoa felices y con los ojos en el telón. Sí, en Circus hay telón, característica no tan común pero muy bonita. Los telones avalan las sorpresas y motivan las expectativas, cuando se abre es más lindo lo que se ve sino existiera. Sale la banda y todo explota. En contraposición al negro reinante, fueron al aire muchos globos rojos, papelitos y cintas blancas que pintaron de fútbol la irrupción de Shaila.
Old School. Me enteré en ese momento que los recitales denominados así significan que van a tocar temas antiguos. Un recital con todos temas viejitos, un viaje hacia atrás, un revival. Consecuencias del old school, un punk furioso y latoso. Algunas letras en inglés, temas cortos según promedio y actitud. Comenzó el baile casi frenético. Pogo, pero ese en el que la prioridad está en llegar lo más alto posible. "Caerse hacia arriba" o "Mosh" es la idea. La gente se trepa una a otra y forman grandes masas de doble piso para acercarse lo más posible a Joaquín Guillén, el cantante o frontman quién tiene una actitud absolutamente paternal y contestataria que aunque suene excluyente se dan de la mano maravillosamente. Su actitud es coherente con la concepción del punk, lo que dice y cómo lo dice (él y sus músicos: dos guitarras, bajo y batería). Pero es paternal porque cada vez que algún descontrolado llega a sólo treinta

Duró aproximadamente hora y media y el cierre se vio acompañado de sonrisas y felicidad reinante. Ellos, felices de tocar temas viejos, quiénes los escuchaban felices de poder bailarlos y yo feliz de poder verlos por primera vez entendiendo y disfrutando esto de los rituales, de las posturas claras sobre ideas preconcebidas aunque adaptadas a la realidad que se vive.
Shaila seguirá tocando. Sus seguidores seguirán escuchando. Los globos seguirán inflándose y la música bajo cualquier signo seguirá siendo un espacio creativo, identificatorio, aglutinante y disfrutable.
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Las campanas tocan las vísperas del 28 y creo concebir la necesidad del punk en las urnas, que aunque suene contrapuesto, es actitud. Algo que tal vez falte en ellas, en las urnas digo.
Fotos:
1-Shaila de frente
2-Remeras (muchas de ellas)
3-El hombre y sus circunstancias (barbijiles)
4-Joaquín Guillén en acción