Para Luciana y sus construcciones mentales y artíticas que me invitó a reflexionar
Pensaba en que es la libertad. Pensaba que es una palabra tan bella como compleja.
Aburro
cuando doy clases cuando les digo a mis alumnos y alumnas que se
formen, que lean, que no den como cierto nada de lo que les dicen o
que escuchan por ahí, porque saber y aprender es mejorar la
capacidad de decidir y por ende saber te hace un poco más libre.
Poder decidir nos hace libres.
Pero también hay que acompañar al saber el hacerse cargo.
Hoy
hablaba con Luciana y me decía que hacerse cargo de las decisiones
tomadas nos permiten encontrar respuestas al camino elegido. Y no
sólo encontrar respuestas sino ser genuino o genuina con quien uno
verdaderamente es. Porque somos los que somos y muchas a veces lo
que somos es distinto a lo que pensamos que somos. Y en ese
“distinto” encontramos la alternativa de hacernos cargo de quien
realmente somos y por ende comprendernos un poco más y decidir cosas
que se parezcan más a la realidad y no tanto a la realidad
imaginaria de lo que creemos ser.
Hacerse
cargo de lo que realmente somos nos permite también decidir en
libertad. Hacerse cargo nos hace libres.
Pero
todo lo anterior no excluye el hecho que somos seres sociales, que
estamos inmersos e inmersas en un coyuntura social, económica y
política que condiciona nuestra libertad. Entonces escuchamos a
quienes hablan sobre política económica y vivimos esos tipos de
política, navegamos escuchando que el liberalismo pregona la
libertad individual por sobre todas las cosas y me detengo a pensar y
pienso: ¿Qué libertad tenemos si no tenemos para comer? ¿Quiénes
pueden decidir si viajar a Dubai o a Santa Teresita? ¿Quiénes
pueden decidir si estudiar diseño gráfico o medicina? Las
posibilidades por sobre las oportunidades. Las sociedades
democráticas no son necesariamente libres. La base de todas ellas es
la desigualdad y esa desigualdad basada en lo político y en lo
económico. Es Thelma esperando diez años para hablar o el señor
que vive duerme en la vereda con colchón y frazada. Y tanto es así
que Thelma (y tantas Thelmas) y el señor sin techo (y tantos señores
y señoras sin techo) viven en una sociedad que se saca el sombrero
de cumplir décadas de democracia con la idea que democracia esta
directamente vinculada con la libertad.
Pero
no hay libertad, porque aunque se trabaja para la igualdad de
oportunidades y gran parte de nuestra sociedad se llena la boca con
la idea de igualarla, el problema reside que no se trabaja para la
igualdad de posibilidades y todo lo que ello implica. Puede que
algunos y algunas lo hayan intentado pero son espasmos en una
sociedad local que es una pieza en una estructura mundial donde el
concepto de libertad se cierra de forma demasiado facilista.
En
base a lo anterior pensaba en la palabra “poder” y al buscar la
definición encontramos que es tener
la capacidad o facultad de hacer determinada cosa.
Por lo tanto el poder se construye con el saber y el conocimiento,
con el hacerse cargo de lo que somos y lo que decidimos y todo ello
en un contexto de igualdad de posibilidades, porque somos seres
individuales pero por sobre todas las cosas somos seres sociales.
Libertad
entonces es poder saber, poder hacerse cargo y luego o antes de todo,
poder hacer.
Libertad, libertad, libertad.
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