domingo, 30 de agosto de 2009

Canasta de huevos

Estoy sentada frente a una hoja en blanco que no dice nada. Las palabras se vuelven en mi cabeza como disparadores de ideas. No encuentro una razón suficiente para decir algo interesante cuando nada hay para decir.
Las horas que pasan siempre en el mismo lugar y a veces cambian de color y se transforman en deliciosas mandarinas. Qué frase estúpida.
Se siente cansancio de aprender a ser lo que nunca se fue, y no hablo de irse, hablo de ser.
Mis manos escriben como parte del ritual de la palabra no dicha. Y comienzo a enojarme con la canasta sin huevos.
Las gallinas tienen suerte, ponen huevos y se sientan sobre ellos para esperar que se rompan y den lugar a que aparezcan gallinitas que luego pondrán más huevos y se sentarán arriba de ellos para seguir la ronda en orden perfectamente infinito. Hoy tengo ganas de poner un huevo, sentarme sobre él y ver cómo se rompe. Pero creo que la posibilidad de lograrlo es francamente nula.
Hoy creo en la imposibilidad casi con fundamentalismo. Del huevo y de la gallina.
Me enoja creer en la imposibilidad, porque no creo en ella realmente; pero hoy es el día de sostenerla, pero porque sí.
Mis palabras enojadas de vacío están haciendo un picnic de ésta puta primavera que llegó demasiado temprano. Desubicado éste sol que calienta el cemento de la ciudad sólo para que hablen de él. No es justo éste calor. Pero tampoco quiero frío porque estoy realmente harta de usar polera.
Hoy me senté en la cancha, ahí en Caballito, casi en un codo de tribuna. El calor era agobiante al principio y escuchaba la percusión de trompetas, trombones y redoblantes en verde y blanco. Me preguntaron, ¿cobrarán masomenos trescientos pesos éstos pibes de la corneta? ¿Cobrar? Y sí, luego de tan horrible cero a cero es imposible que sigan tocando si no les pagan. Claro, pensé. Que idiota que soy a veces. Creo en la gallina y en el huevo, pero también en la corneta y el redoblante.
Me enoja la corneta paga y el calor de Agosto, sobre todo porque no puedo enojarme por usar poleras que sería lo más lógico. Y aparece entonces la lógica, porque es lógico que mi hoja esté en blanco y que la gallina ponga huevos fácilmente.
Es probable que mañana me levante y me olvide de mi canasta vacía de huevos.

2 comentarios:

Diego Arbit dijo...

Muy lindo texto Gabita

Gabita dijo...

Gracias Diego y gracias por hacerte un ratito y pasar!

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