sábado, 18 de octubre de 2008

Mi flequillo y yo

Mi vínculo con la peluquería ha sido siempre inexistente. Recién hace un par de años suelo visitar nómademente peluquerías intentando encontrar algún prefesional del pelo que no me pregunte que quiero y haga lo que le gusta y lo que me quede bien. No sé decidir qué me queda bien para mi cara y lo pretendo de alguien que sabe. Mi ideal es sentarme, hundirme en mi mundo mientras otro decide que hacer con mi cabeza.
Pero no lo he encontrado aún.
Hace un tiempo ya que decidí tener flequillo. No porque me gustara ni porque este de moda ni nada. Sólo era una manera de cambiar. Los colores nuevos y distintos me dan un poco de miedo.
Entonces debute con flequillo. Tarea no sencilla la misma...
Tener flequillo alteró súbitamente mi vida. Cuando fui creada, a mi creador se le ocurrió meterme un remolino justo sobre la frente. Se imaginan lo que es. Nunca queda el pelo como debe quedar, en general hace una onda para un lado y otra para el otro. Impresentable.
Apenas salida de la peluquería todo parecía color de rosa... hasta que me enfrenté con él. Los dos solos. Mi flequillo y yo. A medida que iba secándose se convertía en una deformación peluda y con personalidad propia. Sentí un pinchazo en el corazón. Qué hago con él? Volví a mojarlo y pronta con un cepillo y un secador de pelo comenzé a darle alguna forma. Es un artefacto interesante el secador de pelo. Me compré uno de ellos sólo hace 3 años, previamente, lo desconocía.
Mi flequillo cedió finalmente y quedó bastante parecido a algo presentable. Pero la tarea me agotaba sobremanera. No soy mujer que pasa el tiempo arreglándose lo que finalmente en el futuro no tendrá arreglo. Sin embargo, tal agotamiento provocó la necesidad imperiosa (aunque triste) de comprarme una planchita de pelo. A mis treinta años, me vencía el sistema y me compraba otro artefacto para ese maldito flequillo.
Las cosas se facilitaron enormemente, y con solo dos minutos mi revelde amigo caía a mis pies lisito, lisito.
Según me contaban, tener un corte de pelo determinado requiere de un seguimiento periódico cual tratamiento médico. Visto y considerando mis antecedentes era casi imposible sostenerlo. Consecuencia, ese flequillo en principio de revista de modas, creció, se desarrolló y volvió a tomar decisión propia. Yo hice caso omiso a sus nuevos intentos de cuentapropismo y me dediqué exclusiamente a languidecerlo una y otra vez.

Su tamaño provocó que me convirtiera finalmente en un "emo" y que me miraran en la calle con cara triste y a su vez preocupados. Me decían que la vida es linda, que hay que disfrutarla , que no me suicide, entre otras cosas.
Agotada finalmente de pertenecer sin razón alguna a ésta tribu adolescente decidí volver a cambiar.
Pero basta de peluquerías, peluqueros y espejos enormes. Si siempre me lo corte yo... cual sería el problema voler a hacerlo? Me paré frente a mi espejo, tomé la tijera y lo corté.
Mi flequillo, asustado pareció achicarse y se enojó seriamente conmigo.
Error de cálculos. Serio error.
Ahora los dos estamos enojados.
El, porque quedó ridiculamente pequeño.

Yo porque no entiendo en qué pensé cuando lo cortaba y en mi error en los cálculos.
Ahora ese amigo del alma está completamente raro y chiquito.
Igual, nunca me importó demasiado.
Dicen por ahí que el pelo vuelve a crecer.
Que así sea. (por favor!)

Foto: consecuencias de una tijera en mis manos. Mi flequillo... uf


3 comentarios:

Carla Valicenti dijo...

let´s spend the nigth together...

Carla Valicenti dijo...

Tengo una larga historia flequillera - que llevaría más de un posteo - de muuuchos años. Lejos estoy de ser novata. La diferencia es que no tolero la pérdida de autonomía que significa dejar mi cabello, mis rulos rebeldes, en manos de otro ser humano que no lo corta como quiero, ni con el largo que quiero, ni me deja el tono que quiero. Entonces me compré una tijera de peluquera que ronda el precio de dos cortes aprox. La próxima - dentro de unos meses, claro - venía a casa...

Gabita dijo...

El problema básicamente es la imposibilidad de planificación... y consecuencia de esa no planificación provoca el impulso... por lo que si planifico ir a tu casa a cortarme el pelo, probablemente no lo haga.. se entiende??? igual, gracias de todo corazón.

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