Siempre me caractericé por amar el
trabajo por sobre la mayoría de las cosas. Suelo apasionarme hasta
lo indescriptible con lo que voy eligiendo. Por suerte, suelo elegir
mis trabajos. Tengo que valorar esa característica que transita mi
ser.
Esa pasión de mi persona por el
trabajo no deja de ser criticada aunque muy solapadamente.
Principalmente porque la vuelta económica habitualmente no suele ser
balanceada según los cánones sociales.
No digo que uno no tenga lo suficiente nunca, sino que el tandem dedicación/retribución
tiende a ser despareja y para resolverlo se suele mermar la energía
e igualarse para abajo. Cobro poco, trabajo poco. También
viceversa.
Es muy cierto que cuando uno trabaja
debe obtener como contrapartida un monto adecuado para justificar el
tiempo que se dedica en pos de restar tiempo a otras cosas que
también se cree son más valiosas que el propio trabajo. La familia,
lxs amigos, la recreación, el ocio.
Claro que sería muy polémico por mi
parte insinuar que no es verdad y que no hay prioridades.
El tema es como encaja y que representa
para cada quién lo que se hace.
Suelo hacer el ejercicio de consultar a
gente de qué trabajaría sino fuera profesional de lo que es o
trabajador de lo que es. Por lo general, hay un porcentaje altísimo
que haría cualquier cosa menos lo que está haciendo. Es ahí,
entonces, en dónde la cosa se pone linda porque, claro, cuando uno
no hace lo que quiere, por lo general no quiere hacerlo. Y si no
quiere hacerlo entonces siente que no está haciendo algo que le
gustaría. Así, sumamos valor a aquellas cosas que nada tienen que
ver con el trabajo.
Entonces, ¿qué es para una persona
trabajar? ¿Significa algo más que tener dinero? ¿qué trabajo
haría si no hicieras lo que hacés? ¿Si lograras hacer lo que
realmente te gusta, trabajarías más?
He escuchado hasta el hartazgo gentes
que dicen que lo primero es la familia, que por trabajar perdieron
tiempo con la familia. Un concepto que se replica en la calle, en los
medios de comunicación, en películas. Es corolario de conclusiones
intransigentes de que el trabajo nos rompe la familia y nos desgasta
el tiempo.
A su vez el trabajo también es un
instrumento de dominación de clases e identificación de clases. No
quedan lejos los análisis económicos, políticos y sociales que nos
determinan el concepto de lo malo que es trabajar. Imaginate que en
gran cantidad de casos, hay unxs menos que tienen poder y que ese
poder lo sostienen a través del trabajo de otrxs. De otrxs a quién
no suele gustarles su trabajo porque en realidad harían otra cosa.
Entonces es un combo explosivo de explotación y muchas veces de
autoexplotación.
Nuestra historia se puede ver a través del
trabajo, de las relaciones del trabajo. Parecería que todo está
armado para pensar que el trabajo es lo peor que nos puede pasar. No
nos retribuyen bien, nos resta vida familiar y amistosa, nos roba
tiempo, nos hace tener horarios, nos convierte en oprimidxs u
opresorxs. Porque suele pasar que el que trabaja de opresor/a tiene
por sobre sí otrx opresor/a que lx oprime. Y así como un círculo
vicioso que alimenta la maldad del trabajo.
Por último, y para nada menor, el
trabajo implica dinero y dinero es la base de nuestra sociedad hace
mucho tiempo ya. Entonces trabajamos para tener dinero no para
trabajar en si, por lo que el trabajo deja de ser la búsqueda de
algo para ser apenas un medio para. Y un medio que no gusta, que
resta ocio y felicidad y que oprime. Una cagada trabajar entonces.
Así, el imaginario y la construcción
del sentido común pone al trabajo en éste lugar tan espantoso.
Solamente le dan una característica que es la dignidad. Que, sería
otra vez polémica si dijera que bueno pero no se sí tanto.
El trabajo no oprime, lo hacen las
personas.
El trabajo no nos resta tiempo a nada,
es el sistema o nosotrxs mismos como forma de justificar deseos
ocultos.
El trabajo no es digno, somos dignos si
valoramos lo que hacemos en pos de nuestrxs ideales.
El trabajo no es eso que tenés, el
trabajo es una manera de relacionarte con el trabajo.
El trabajo es poder sentirse activo y
el trabajo debe ser parte de lo que somos porque también somos lo
que hacemos.
Trabajar es también pasarla bien más
allá de los espacios de ocio.
Esta oda al trabajo es un intento de
repensar lo que nos pasa con el trabajo. El que teníamos, el que
tenemos y el que tendremos. Es intentar pensar qué es para cada unx
y porque hay un montón de trabajo que nadie valora como tal... como
mi vieja que sigue planchando y que aún no lo puedo comprender.
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