miércoles, 12 de mayo de 2010

Bicentenario

Imaginate un hombre que durante muchos años no tuvo nada. Solamente padres e hijos.
Insistió en encontrar que hacer, pero no lo encontró. O directamente no buscó.
Y si no tengo nada que hacer, nada me importa (Puede llegar a decir ese hombre)
Y nada le importa porque no tiene nada que perder.
¿Quiere hacer? ¿Puede hacer? ¿Buscó la oportunidad? ¿Se la dieron? ¿Cómo fue su vida? ¿Cómo es nuestra vida?


Colectivo 26. Subo en Rosario y del Barco Centenera. Voy para Almagro. Saco mi boleto en la máquina. “Uno veinte” digo, luego de decirle buenas tardes al colectivero. Es domingo.

“Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino; invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la Nación Argentina”

Paso entre medio de dos mujeres. Charlan de pie en el pasillo del colectivo. Llego al medio, frente a la doble puerta. Veo que extrañamente no hay gente allí. Entonces miro hacia abajo. Esta durmiendo en el piso. Un hombre de unos cincuenta años. Su almohada es una bolsa de consorcio negra. Tiene un sobre su cuerpo. El otro queda suelto y por momentos alguien lo toca con sus pies. Sus piernas recogidas forman un triángulo.

"...la va a tocar para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, y deja el tendal y va a tocar para Burruchaga... ¡Siempre Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! ta-ta-ta-ta-ta-ta... Goooooool... Gooooool... ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaaaaaazooooooo! ¡Diegooooooool! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme... Maradona, en corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos... barrilete cósmico... ¿de qué planeta viniste? ¡Para dejar en el camino a tanto inglés! ¡Para que el país sea un puño apretado, gritando por Argentina!... Argentina 2 - Inglaterra 0... Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona... Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2 - Inglaterra 0".

Tiene la camiseta de la selección argentina. Un camperita de gimnasia, pantalón y mocasines. Duerme. Pasa gente que sube en las paradas. Un niño lo mira y luego mira dubitativo a su padre, quién le sopla la cara para confirmar que esté vivo. El hombre hace una mueca rara pero no abre los ojos. “Este es un vivo bárbaro” reza el padre del niño. Sigue durmiendo. El timbre suena incansablemente cada dos cuadras. Suben y bajan.

Es mi turno. Llegué a Díaz Vélez. Toco el timbre y me bajo. Me doy vuelta para mirarlo. La misma posición. Los mismos ojos cerrados, la misma camiseta. El 26 se fue e imagino que lo lleva hasta Retiro.


Imaginate dormir en el piso de un colectivo. Relajadamente, dormir.

Construimos un país desde un puerto corrupto, rodeado de lodo y con poca riqueza.
Fuimos hombres y mujeres añorando Europa.
Esquivamos la mirada de quienes habitaron ésta tierra, tan buena que nos hace llenar la boca diciendo estupideces cada vez que la mencionamos.
Crecimos siendo el granero del mundo.
Fuimos apenas silos.
Fuimos próceres defendiendo ideas.
Votamos.
Aplaudimos golpes de estado, y luego volvimos a votar.
Entendimos ideologías, las defendimos y luego las destruimos.
Sufrimos y derrotamos desarrollos vecinos.
Metimos goles. Insultamos y lloramos abrazados a una camiseta.
Hicimos y tiramos monumentos.
Dividimos en clases, las equilibramos, las volvimos a dividir.
Discriminamos y devaluamos.
Nos morimos en las calles, en las casas, en islas, en pozos.
Creímos votar ministros de economía. Los odiamos.
Plantamos soja. La vendimos.
Pedimos seguridad, no la dimos. Pedimos más seguridad e hicimos countries.
Vimos Tinelli y no lo vimos.
No nos hicimos cargo pero pedimos.


Imaginate

(Sin embargo, yo aún creo)

sábado, 10 de abril de 2010

Leones

Era tan divertido enfrentar a los leones que de repente recordé aquellos segundos.
Tan insignificante me resulto la vida de aquellas pequeñas marañas de insectos que descorché una bota que no tenía sentido del ser.
Describí palabras alejada de una realidad imperiosa, con la necesidad de convertir la vorágine en árboles peremnes. Tal vez, el animal de los cabellos lacios me enseñe a no añorar las lágrimas perdidas y que no tienen sentido alguno.
Era tan divertido enfrentar a los leones que caminé con ellos durante meses, les dí de comer, los llene de bellos regalos, pero los dejaba solos a cada instante. Me parecía indispensable desarmar ilusiones, aunque sin querer (pero queriéndolo) animaba el rugido solitario.
Un gusano verde y viejo, emprendía la retirada del soldado derrotado, y en ese minuto de éxtasis, tan lleno de nada como del todo, se resolvían problemas de matemática que excedían el dos más dos.
Desoía la relación entre ambos signos, el real y el opuesto, entre el más y el menos.
Era tan divertido enfrentar a los leones que sumía mis miles de caras intentando satisfacer mi sed de agua gasificada con jugo de ciruela. Y sus pelajes envolvían mis latidos de manera indescriptible. Era uno que sumaba a dos y que se convertía en tres.
Cada paseo por las rejas de lo imposible, de lo inmensamente inconcebible retomaban silencios y deseos imaginados por un alma inquieta y opuesta a sí misma.
Era tan divertido enfrentar a los leones que mi piel dual escapaba a preguntas y se convertían en un ser sin respuestas, de forma que el sol inundaba la llanura de la vida pero daba calor al pasar de los días tranquilos.
Jamás descubrí aquel pedacito de estabilidad ni de equilibrio en una realidad eterna. Un ojo que enfrenta leones, los desea y tiene gran temor por encontrar en ellos solo carencias secretas.
No necesitamos y no necesito éstos leones divertidos, pero el enfrentamiento de mis innumerables caras tientan la sensación de que nada es tan parecido a una mandarina como un labio hinchado de dudas.
Era tan divertido enfrentar a los leones que me senté a contemplarlos.
Era un secreto a voces eso de los caminos, era un secreto en silencio eso de las melenas.
Foto: el Rey de la selva

jueves, 11 de marzo de 2010

Pelota Nº 5

Catamarca como destino nos es lo más común que digamos. Es claro que bajo ningún concepto uno decide irse “unos días a Catamarca” como lo haría con Villa Gesell, Capilla del Monte o las Termas de Federación.
De la misma manera uno no piensa en fútbol cuando habla de tan bella provincia. Imaginamos que estará cerca del Mountain Bike o del Rally o bien le creeríamos a un fulano que nos dijera que se practica Badminton o Squash habitualmente.
Sin embargo, en mis caminos por estas tierras, he recolectado refutaciones a mi preconcepto. Vale destacar que no lo tenía (digo, el preconcepto) hasta que no me enfrenté con hechos que me lo hicieron ver.
La ciudad de Belén se encuentra en medio de la provincia, rodeada de una cadena montañosa denominadas “Sierras de Belén”. La ciudad cuenta con trescientos cincuenta años de edad aproximadamente y esta a pocos kilómetros de Londres. Esta última se jacta de sumar la cantidad de cuatrocientos cincuenta y dos años de edad y se dice la segunda ciudad Argentina en existir. Fundada y refundada varias veces, debe su nombre a María Tudor, Reina de Inglaterra (hija de Enrique VII y Catalina de Aragón) por haberse casado en 1555 con Juan Pérez de Zurita (luego Felipe II al morir su padre Carlos V) y quién fue fundador de la ciudad a orillas del río Quimivil.
Ambas ciudades, pueden ser apreciadas desde las alturas de un cerro que tiene como techo la Virgen de Belén y una gruta que le sirve de manto.
Teniendo todo un domingo a mi disposición decidí subir el cerro para observar la inmensidad de los años acumulados. Me puse las zapatillas pero olvidé llevarme agua para hidratarme (consecuencia sin dudas, de una vida completamente sedentaria como la mía que expresa la poca experiencia en escalar montañas).
Caminé un kilómetro hasta la base, junté fuerzas y comenzó mi ascenso. Creo que desde el Uritorco que no me costaba tanto subir un cerro. En los primeros metros comienzo a escuchar a lo lejos algo así como un sonido alto de un relato. Es una de mis tantas paradas para juntar fuerzas comienzo a descifrar lo que escuchaba. Era una “voz del estadio” que mezclado con un animador de fiestas insistía en contarles a los presentes (y a los ausentes) que se estaba por llevar a cabo un partido. Al oír esto, me detuve a intentar divisar de donde provenía la voz. A lo lejos entonces vi las tribunitas de una cancha con algo de gente salpicándola. La voz me contó entonces que “juegan hoooooy…. Por el torneo provincial de Catamarca…. Peñarol de Belén versus Chacarita de Santa María…” Una sonrisa se desplegó en mi cara y pensé cuatro cosas. 1) ¡Qué bárbaro! había un campeonato provincial (ahí me topé con el preconcepto) 2) ¡Qué loco! Se jugaba fútbol en Catamarca (ahí el preconcepto me pegó una cachetada) 3) ¿Cómo era posible que estando tan lejos escuche la voz del estadio? 4) ¿Era necesario un volumen tan alto para una cancha relativamente pequeña?
Pensamientos aparte, continué mi ascenso sorprendida por la revelación futbolera e intentando olvidar mi cansancio. Me impulsé por la belleza de lo que empezaba a visualizar y luego de un buen rato caminando logré llegar. Tuve algunos inconvenientes con la Virgen, debo reconocerlo. No la traté demasiado bien. Mis piernas poco acostumbradas y la falta de agua lograron ponerme de bastante mal humor que se plasmó en insultos y malos tratos. Le decía en voz alta: “¿porqué estás tan arriba? ¿Era necesario que la cima esté tan alta?” Cuando me faltaban unos metros, la miré y le dije: “no voy a ir hasta donde estás vos”. Y me quedé allí de espaldas a ella, pero mirando la belleza del lugar desde la casi cima. La canchita era un punto y no podía escuchar como iba el partido. Así surgió otro motivo para enojarme con la Virgen… “acá nunca te enterás de nada, querida… no siquiera como salieron Peñarol y Chacarita”.
Y me dispuse a bajar. No tenía agua y no se produjo ningún milagro como que brotara agua de las rocas sólo para hidratarme. (imaginé vagamente que era porque estaba realmente enojada conmigo por todo lo que le había dicho.. luego decidí que tenía más que ver con la poca importancia del momento como para merecer una milagro exclusivo para mí).
Bajé, era bastante más fácil que el camino contrario y a medida que llegaba empecé a oir nuevamente la voz del estadio que igualmente entusiasmado contaba la derrota del local 4 a 1 en manos de los de Chacarita.
Ya en el llano, emprendí camino hacia mi hábitat por esos días. Al llegar bebí indiscriminadamente agua y me quedé pensando en los milagros.
Jamás imaginé que mi compañía al subir un cerro en una ciudad catamarqueña, sea un partido de fútbol, pero así fue.
Y estuvo bien.

sábado, 20 de febrero de 2010

Comprensión










Prefiero en un mundo al derecho, hacer una vertical.
Espacios impredecibles.
Soledades cuando reaprendo a no bailar con ellas.
Ver para absorver.
Oler para crear.
Tocar para el caos.
Imaginar la grandeza de antaño.
Soñar con manos ajadas.
Me levanto tensa, quiero contemplar.
La lágrima no es mas que vértigo.
Y desenriedo mis pensamientos, para volver a enredarlos.
Mística idea de la vida.
Mentida idea del que vale vivir sin hacerlo.
Un secreto, tal vez mi alma quiera pintarse de naranjas.
La palabra amor que brota desde las asequias.
Una pausa para ver.
Descanso para acción.
Y un árbol que flamea sus hojas esperando la señal.

Elogio obtener riqueza de mente (demente),
tal vez sea solo ello.


FOTO: Yo (según Abril, mi ahijada)

martes, 16 de febrero de 2010

Mosca

Esta es la historia de un hombre:
Caía el sol cuando una mosca se paró sobre la nariz puntiaguda de Miguel.
No la quiso espantar, solamente puso sus ojos bizcos para poder verla con claridad.
Y allí la vio.
Era una mosca grande, de tornasoles verdes y azules. Sacudía sus pequeñas patas sobre la morena piel. Sus alas, a cada lado de su cuerpo, no hacían movimiento alguno.
Miguel necesitaba que la mosca se quede más de lo inimaginable sobre su nariz.
Su quietud era máxima, tal vez extrema.
Los ojos describían círculos en torno a la mosca y sin temor a ser visto por ella siguió cada movimiento de aquel pequeño insecto.
Pasó un minuto y no se había ido.
Seguía pisando la piel sutilmente y esquivando poros.
La felicidad humana cada vez era mayor.
Los ojos comenzaban a doler por el tremendo esfuerzo de la mirada en ángulo.
Pero la mosca no se iba.
(Y no iba a irse nunca)

lunes, 11 de enero de 2010

Discusión

-¿Viste?, al final es como yo te decía…
-Si… parece que sabes todo al final.
-Es que me la veía venir, siempre termina igual.
-Pero esta vez parecía todo distinto… yo creía que iba a ser distinto.
-Je, ilusiones…. Y de esas que no se cambian … ¿para qué creer todo el tiempo cuando hay experiencia de sobra que las cosas siempre fueron, son y serán igual?
-Es que… no sé… esta vez parecía distinto… ¿yo te conté como fue todo?
-No me hace falta
-Sí hace falta, no seas así. Hace falta para que te des cuenta que siempre terminás prejuzgando y que seas vos probablemente quien impulsa a que todo sea igual.
-Mirá, si vas a empezar con esas idioteces me voy. Hoy no tuve un buen día como para tener que estar escuchando una sarta de insultos gratis por mas sutiles que sean.
-Bueno, no te enojes. No era mi idea hacerte sentir así. No pretendo insultarte ni mucho menos… es que tenés unas posturas demasiado rígidas.
-Es lo mínimo que puedo hacer cuando escucho tanta ilusión sin sentido.
-Ahora me agredís a mí… ves que no se puede expresar una idea, ves que te ponés en una postura ridícula. No te entiendo… realmente no te entiendo….
-Ah, claro. Vos no entendés nada, nunca entendés nada. Hablás, claro… hablas y entendés lo que decís… pero ni se te ocurra entender lo que te dicen a ver si de repente entendés algo que no te gusta y te das cuenta que al final nada de lo que decís tiene sentido…
- ¿Yo? ¿Yo? ¿Estás hablando de mí? Jajajja ¿de mí? ¿Acaso no sos vos quien día tras día se empeña en complicar todo y explicar nada? ¿Acaso no sos vos quién tiene miedo de escuchar las palabras mas oscuras para darse cuenta que nada de lo hacés en la vida te gusta…? ¿Acaso…?
-Shhhh, calláte, calláte, calláte de una buena vez por todas. No te soporto. No soporto escuchar tu voz ridícula… me hablás pensando que tenés razón, que vas a hacerme doler, que nada me importa…. ¿Pero sabés que? ¿Sabés qué? A mi me importa todo, me importa vivir con tranquilidad, ser libre, escuchar los pájaros y no tus horribles palabras idiotas…, me importa hablar con sentido, vivir con sentido y morir algún día sabiendo que la única persona idiota del planeta no fui yo, entendés????
-¿Para qué querés que te entienda? ¿Para que necesitas que te entienda? Si ya resolviste que soy idiota y que mi vida es idiota, que el vecino es idiota, lo mismo que el verdulero, que el taxista, que la presidente y que la re puta madre que la parió… jajá aja idiota!!! Todos son idotas….!!! Somos una sociedad de idiotas y tenemos un rey que es idiota y que nos obliga a hacer idioteces! Y vos? La única persona en el planeta que no lo es, que vive de la cordura, de la inteligencia, del conocimiento, del equilibrio…. Vos! JUSTO VOS!!!! No me hagas reír querés…
-Idiota!!!
-IDIOTA!!
-IDIOTA…!!!
-Me cansé de escucharte… andáte querés
-Andáte vos
-Me voy yo, está bien, no me importa
- Idiotaaaaaaaaaaaa
-Moríte

jueves, 24 de diciembre de 2009

A N V E R S O

La humedad envuelve el cuadro. El papel muestra los años transcurridos. Un oscuro subsuelo lleno de muebles viejos.
Son de la señora. De la vieja que un día decidió olvidar.
Al subsuelo.
A los muebles.
La pintura en los bordes insiste en no ser olvidada. Roto. Rotura.
Hay manchas de humedad sobre el dorso. Un ganchito oxidado y torcido. Marrones, negros y blancos. Los primeros de madera, los segundos de humedad y los otros de pintura añeja.
Los agujeros brotan de roturas marrones y de humedad de subsuelos. Es tiza sobre papel esa raya en la esquina. Veo su color. El color de una vida expuesta en el cuadro.
Mide cuarenta centímetros de ancho por setenta de alto. Veo los años y óxido.

No sé si es un cuadro.

La vieja está en el subsuelo lleno de muebles. Se deshizo del cuadro por miedo de volver a mirarse y encontrar la vida que ya se fue y que nunca volverá.
Está sentada en una silla, esa que años atrás se vestía con una tela bordó y con tachas doradas en el borde de la madera tallada.
El bordó es igual que el vestido rosa pastel que usa. Formal, entallado, llegándole a las rodillas. Su peinado es firme y la convierte en una mujer de mármol.
Es vieja, se llama vieja, quiero decirle vieja y está bien.
No me importa nominar a quién deja ir del subsuelo añejo un pedazo de vida ajada. Vieja, y lo repito.
Es mala y autoritaria. Con su vestido rosa intenta mermar su vida de miseria, sólo por creer que el rosa la hace feliz y bella.
Rosa para mentir.
Odia a su marido y que el sentimiento es mutuo. Humedad en el papel es su descripción, como la del cuadro marrón.

Tiemblo ahora de saber y confirmar el paso del tiempo, entonces abro los ojos para mirar mejor porque ahora quiero ver.

Y seguro que tiene hijos y que sufren, porque ella, vestida de rosa insiste en mandarlos a estudiar piano, a comprar pan y a rezar. Estudiar piano y comprar pan. Pan y rezar, rezar y piano. Comprar. Estudiar. Rezar. Ellos entonces van a comprar pan y a estudiar. Rezar. Y los lleva de la mano hasta la puerta de la capilla en donde el cura los espera con una sonrisa y los deja solos. Solos. Comprando pan y pianos, capillas. Rezar pianos y comprar pan. Pan de pianos, rezos de pan. Comprar, estudiar. Rezar de la mano. Solos. Solos de pan. Solos de piano. Piano. Pan. Manos. Rezar. Vieja maldita. ¡Maldita!
Y seguro uno de ellos, el más grande, toma la comunión, reza rosarios marrones y libritos llenos de mentiras; y compra pianos y reza; se peina (lo peina) una y otra vez para quedar prolijo (prolija), casi de mármol rosa, rosa para mentir, igual que su madre, la vieja infame que se peina (lo peina) y toma la comunión para quedar prolijo (prolija) una y otra vez. Infame vieja prolija.
Humedad es el sufrir de los hijos, el cuadro y los zapatos negros y los vestidos rosas y ahora otra vez el cuadro y los agujeros y los ganchos oxidados….

Cara y seca.

A propósito de las SAD

Estos últimos días, los clubes son parte de la disputa ideológica que tiñe esta previa de ballotage presidencial. Frente a la reaparición de...