martes, 16 de febrero de 2010

Mosca

Esta es la historia de un hombre:
Caía el sol cuando una mosca se paró sobre la nariz puntiaguda de Miguel.
No la quiso espantar, solamente puso sus ojos bizcos para poder verla con claridad.
Y allí la vio.
Era una mosca grande, de tornasoles verdes y azules. Sacudía sus pequeñas patas sobre la morena piel. Sus alas, a cada lado de su cuerpo, no hacían movimiento alguno.
Miguel necesitaba que la mosca se quede más de lo inimaginable sobre su nariz.
Su quietud era máxima, tal vez extrema.
Los ojos describían círculos en torno a la mosca y sin temor a ser visto por ella siguió cada movimiento de aquel pequeño insecto.
Pasó un minuto y no se había ido.
Seguía pisando la piel sutilmente y esquivando poros.
La felicidad humana cada vez era mayor.
Los ojos comenzaban a doler por el tremendo esfuerzo de la mirada en ángulo.
Pero la mosca no se iba.
(Y no iba a irse nunca)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Paso a la eternidad (o a la nada)viendo una mosca? Triste y real.

Gabita dijo...

Me hiciste pensar en esa imagen...
La eternidad o la nada.. esa es la cuestión! (o la eternidad y la nada es lo mismo?) (o la mosca une ambas cosas?)...

Anónimo dijo...

me quedé con ganas de que sea más largo y contarselo a la noche a mis hijas. marita

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