Es como no entender el propio yo. Sentarse y mirar todo lo que deja y todo lo que toma.
Un señor grande que me ve de reojo mis manos mientras una niña gira con su vestido de volados.
Entender muchas veces es innecesario. Es clavar un alfiler en una pared.
Mi cabeza gira sin dirección posible buscando insistir en la plenitud. Cabeza sospechosa de no entenderse.
Ser yo sin ser sólo yo, mientras un ramo de jazmines cae en todas las partes de mi piel.
No comprender el viento cuando viaja de la mano de la brisa y se lleva el algodón de ese viejo palo borracho.
Patear al aire y caer sentada.
FOTO: "Mujer Sentada" de Cornelis Zitman (1948)
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