Estos últimos días, los clubes son parte de la disputa ideológica que tiñe esta previa de ballotage presidencial. Frente a la reaparición de las sociedades anónimas en el fútbol, una idea que tuvo impulso en las propuestas del ex presidente Mauricio Macri, la postura de los candidatos quedó clara y provocó favores y contras. Javier Milei en su afán libertario habló sobre la posibilidad de aceptar nuevas formas jurídicas para los clubes de fútbol. La gran mayoría de los clubes de todas las categorías salieron a defender la idea de que “el club es de los socios” (y socias agregaría yo) y se expresaron abiertamente a favor de no convalidar la idea de las “SAD”. El candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, acompañó esa idea y se mostró con referentes importantísimos de nuestro universo futbolístico. Así las cosas, incluso el técnico de la tan amada selección argentina, Leonel Scaloni, fue consultado sobre el tema y, sorpresivamente (o no), lavó sus manos y no tomó postura alguna, como tampoco lo hizo nadie de la amada selección argentina. Cosa que habla un montón de las ideas de estos exitosos argentinos.
Luego de éste vendaval de apoyos a la idea de el club como herramienta social no sólo para el deporte en sí, sino como factor trascendental en el desarrollo de los niños y las niñas, como lugar transformador y de contención social, volvió a expresarse Javier Milei en una entrevista en la televisión y aseveró que, como buen liberal, el no va a decirle lo que hacer a nadie y que porque si hay clubes que quieren ser sociedades anónimas no pueden serlo. Incluso preguntó si algún hincha del Manchester City está torturado por ello.
Luego de leer su respuesta, no puedo dejar de pensar en el pobrismo ideológico del candidato, pero a su vez en la distancia de las ideas respecto de las realidades. Y asusta que ese pobrismo tenga posibilidades de gobernarnos. ¿Cómo es que una persona con esas aspiraciones no comprende que la habilitación de la mera posibilidad de que ingresen sociedades anónimas en el fútbol desiguala per se todo la realidad completa de todos los clubes? En el mercado, ese que se defiende a capa y espada, con las reglas propias del capital, que ingresen actores basados en la ganancia y la rentabilidad transforma los objetivos y desiguala. Dejar a libre elección de cada club que sean lo que quieren porque el mercado requiere eso para la libre competencia, no hace más que inyectar capitales y poder económico. Un club como River Plate o Boca Junior, que poseen mayor cantidad de seguidores e hinchas, consumen más, venden más, son mucho más rentables. Si yo, capitalista, tengo que invertir en algo, probablemente invierta donde más dinero voy a obtener. Es más probable que invierta un capitalista en San Lorenzo que en Patronato. Y esa es la génesis de la desigualdad. No estoy diciendo que hoy no la haya, al contrario, sería un camino a maximizar el vínculo que hoy tiene nuestro fútbol y que se expresa a través del sponsoreo y la televisación. Si hoy ya es desigual, imaginemos un escenario donde cada quien elige lo que ser, total todos y todas tenemos derecho a hacer lo que se nos ocurra. Es una idea ridícula eso de que a la larga se ordene y regula ofreciendo bienestar a todos y todas. Un escenario futuro donde hay clubes cada vez más poderosos y por otro más clubes pobres, con la excepción de alguno que siempre viene a probar la regla.
Entonces escucho que el candidato libertario dice “es otra mentira” la idea de que va a “terminar” con los clubes y no dejo de pensar en lo penoso de ese pensamiento mágico y peligrosamente destructivo. Cómo no va y los destruye, entonces no lo destruye. Pero los destruye igual, porque gobernar y gestionar no es blanco o negro, no es libertad o estado. Gobernar es entender que todo aquello que hacemos afecta de innumerables maneras la vida del pueblo, positivamente para algunos, negativamente para otros. Y lo que hay que procurar es que perjudique a la menor cantidad de personas de forma equitativa y equilibrada. El rezo libertario de “hacer lo que cada uno quiere” porque “tenemos derecho a hacer lo que queremos” no hace perder la dimensión de la mirada del otro y de la otra. Perdemos la idea de complejidad, entendida como la multiplicidad de factores y también perdemos la idea de solidaridad, esa idea maravillosa de hacer con otros.
El problema entonces de las SAD, no son la SAD, es la idea, la base teórica carente de realidad, de territorialidad, de empatía social y comunitaria. El problema es el exceso de individualismo, de autosatisfacción egoísta.
Y esto es solamente cuando hablamos de los clubes de fútbol. Imaginemos el resto.