viernes, 17 de noviembre de 2023

A propósito de las SAD


Estos últimos días, los clubes son parte de la disputa ideológica que tiñe esta previa de ballotage presidencial. Frente a la reaparición de las sociedades anónimas en el fútbol, una idea que tuvo impulso en las propuestas del ex presidente Mauricio Macri, la postura de los candidatos quedó clara y provocó favores y contras. Javier Milei en su afán libertario habló sobre la posibilidad de aceptar nuevas formas jurídicas para los clubes de fútbol. La gran mayoría de los clubes de todas las categorías salieron a defender la idea de que “el club es de los socios” (y socias agregaría yo) y se expresaron abiertamente a favor de no convalidar la idea de las “SAD”. El candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, acompañó esa idea y se mostró con referentes importantísimos de nuestro universo futbolístico. Así las cosas, incluso el técnico de la tan amada selección argentina, Leonel Scaloni, fue consultado sobre el tema y, sorpresivamente (o no), lavó sus manos y no tomó postura alguna, como tampoco lo hizo nadie de la amada selección argentina. Cosa que habla un montón de las ideas de estos exitosos argentinos. 

Luego de éste vendaval de apoyos a la idea de el club como herramienta social no sólo para el deporte en sí, sino como factor trascendental en el desarrollo de los niños y las niñas, como lugar transformador y de contención social, volvió a expresarse Javier Milei en una entrevista en la televisión y aseveró que, como buen liberal, el no va a decirle lo que hacer a nadie y que porque si hay clubes que quieren ser sociedades anónimas no pueden serlo. Incluso preguntó si algún hincha del Manchester City está torturado por ello. 

Luego de leer su respuesta, no puedo dejar de pensar en el pobrismo ideológico del candidato, pero a su vez en la distancia de las ideas respecto de las realidades. Y asusta que ese pobrismo tenga posibilidades de gobernarnos. ¿Cómo es que una persona con esas aspiraciones no comprende que la habilitación de la mera posibilidad de que ingresen sociedades anónimas en el fútbol desiguala per se todo la realidad completa de todos los clubes? En el mercado, ese que se defiende a capa y espada, con las reglas propias del capital, que ingresen actores basados en la ganancia y la rentabilidad transforma los objetivos y desiguala. Dejar a libre elección de cada club que sean lo que quieren porque el mercado requiere eso para la libre competencia, no hace más que inyectar capitales y poder económico. Un club como River Plate o Boca Junior, que poseen mayor cantidad de seguidores e hinchas, consumen más, venden más, son mucho más rentables. Si yo, capitalista, tengo que invertir en algo, probablemente invierta donde más dinero voy a obtener. Es más probable que invierta un capitalista en San Lorenzo que en Patronato. Y esa es la génesis de la desigualdad. No estoy diciendo que hoy no la haya, al contrario, sería un camino a maximizar el vínculo que hoy tiene nuestro fútbol y que se expresa a través del sponsoreo y la televisación. Si hoy ya es desigual, imaginemos un escenario donde cada quien elige lo que ser, total todos y todas tenemos derecho a hacer lo que se nos ocurra. Es una idea ridícula eso de que a la larga se ordene y regula ofreciendo bienestar a todos y todas. Un escenario futuro donde hay clubes cada vez más poderosos y por otro más clubes pobres, con la excepción de alguno que siempre viene a probar la regla. 

Entonces escucho que el candidato libertario dice “es otra mentira” la idea de que va a “terminar” con los clubes y no dejo de pensar en lo penoso de ese pensamiento mágico y peligrosamente destructivo. Cómo no va y los destruye, entonces no lo destruye. Pero los destruye igual, porque gobernar y gestionar no es blanco o negro, no es libertad o estado. Gobernar es entender que todo aquello que hacemos afecta de innumerables maneras la vida del pueblo, positivamente para algunos, negativamente para otros. Y lo que hay que procurar es que perjudique a la menor cantidad de personas de forma equitativa y equilibrada. El rezo libertario de “hacer lo que cada uno quiere” porque “tenemos derecho a hacer lo que queremos” no hace perder la dimensión de la mirada del otro y de la otra. Perdemos la idea de complejidad, entendida como la multiplicidad de factores y también perdemos la idea de solidaridad, esa idea maravillosa de hacer con otros.

El problema entonces de las SAD, no son la SAD, es la idea, la base teórica carente de realidad, de territorialidad, de empatía social y comunitaria. El problema es el exceso de individualismo, de autosatisfacción egoísta. 

Y esto es solamente cuando hablamos de los clubes de fútbol. Imaginemos el resto.


sábado, 29 de enero de 2022

Mesa mostrador


Ella siempre está en el mismo lugar haciendo lo mismo. Hace fotocopias y anilla libros. Recibe mensajes de WhatsApp con pedidos. Atiende gente en un mostrador improvisado con una mesa que tiene el tamaño exacto de la puerta. Imagino que antes de la pandemia la mesa-mostrador no era tal y podías ingresar en el local. Ella prende un cigarrillo a cada rato. Y de tanto en tanto, la miro y me pregunto cómo era antes de que la mesa -mostrador esté donde está ahora. Alguien que no recuerdo quien, me contó que trabajaba también un marido que dejó de serlo. Ahora el negocio lo atiende ella nomás. Y mientras pienso, se hace una pequeña fila esperando fotocopias. “No es lo que era antes, antes trabajábamos hasta las 9 de la noche y no llegábamos” me dijo el otro día a raíz de mi pregunta de cómo le estaba yendo. Infiero que eso que cuenta era antes de la mesa-mostrador y del encierro. Pero no me parece que le vaya mal, no deja de trabajar nunca. Y fuma. Y llega y se va en una bicicleta amarilla de paseo que tiene un canasto adelante. Son de esas bicis antiguas, bien pesadas. ¿Habrá venido siempre en bici? Tiene la cabellera rubia, el pelo grueso y una cara inexpresiva que me produce tanta incertidumbre que a veces le hablo para ver si su voz me dice algo más. Pero no. No dice nada su voz, es igual a su mirada. Y fuma. También justo detrás del mostrador mesa puedo ver colgadas unas carteritas tejidas, gorros y pañuelos. Parecería que están a la venta. ¿Será que antes del encierro la gente entraba y mientras una fotocopiaba compraba una chalina?. Tengo mucha intriga pero no le pregunto. Y no se porque no lo hago porque una vez le pregunté cómo le iba, pero creo que ya les conté. Abre el negocio a las 9 de la mañana y se va a eso de las 19. No almuerza, no escucha radio ni música, no se va, no habla. O apenas cuando es necesario. El otro día vino un señor alto y canoso que entró en el local. Corrió él mismo la mesa-mostrador. Nunca había entrado nadie. Tal vez era el que fue marido o tal vez un técnico de fotocopiadora. No pude deducirlo y me tenía que ir. Entonces me fui, pero como no prestaba atención no la saludé. Y al final nunca supe porque no me animo a preguntar y no sé por qué no lo hago, si una vez le pregunté cómo le iba y me dijo algo que ahora mismo no recuerdo. Tampoco sé si conté que fuma. Y que se va en bicicleta y que es amarilla.

domingo, 19 de septiembre de 2021

Rezar





Abrir las manos, llenarlas de preguntas,  sacudir los pensamientos, armar rompecabezas. 

Se escuchan de lejos gritos irreconocibles. 

Pisar las hojas secas, saltar los charcos, mirar el sol,  apoyar la cabeza y domir. 

Se ve de cerca a una niña desconocida. 

Limpiar las ideas, tirar los dados, envolverse en mantas, regar con agua y sal. 

Era todo un secreto, y se volvió canción.

sábado, 17 de julio de 2021

Conducir, construir, abrazar.

 Acabo de decir que siempre imaginé algo que va a pasar. Me asusta la posibilidad del logro, del poder. 
Nunca me canso de decir, cada vez que puedo y a quien puedo, que el saber es poder. Pero nunca digo que el deseo es poder. 
Decidí cambiar mi frase y ahora es el deseo como eje de todo, como un paso atrás del saber para luego poder.

Hoy es uno de esos días donde todo se proyecta, no necesariamente al logro pero sí al camino de lo que siendo, vendrá. 

En ese lugar voy a dormir esta noche teñida de madrugada. Abrazada a los deseos. Y mientras mis ojos se cierran imaginar en el porvenir cercano la idea de lo posible.


viernes, 21 de mayo de 2021

Vértigo (cuando llueve)

  

Cuando llueve imagino un montón de escenarios que no tienen explicación y al no tenerla me producen vértigo. Entonces me pongo a pensar en el vértigo.

Llamamos vértigo a la sensación ilusoria de que las cosas externas están rotando o desplazándose alrededor de uno o de que es uno mismo quien está dando vueltas en el espacio. El vértigo se atribuye a un problema auditivo o del sistema nervioso pero yo lo atribuyo a la sensación de no saber.

Esta idea de que las cosas roten alrededor nuestro o que nosotros giramos alrededor de las cosas suele pasar cuando no tenemos una visión clara. Y si seguimos esta cadena imaginaria,  la visión no está clara porque no tenemos un conocimiento de las respuestas para explicar un sinnúmero de preguntas que no tienen una visión enfocada.

La lluvia contribuye con sus gotas a hacer difusas las respuestas a preguntas desconocidas hechas por un yo o un vos que tiene una visión múltiple. Es por eso que en esa situación nebulosa y deformada, sentimos vértigo. ¿Alguna vez probaste mirar a través de una gota? ¿y de muchas gotas?

Las imágenes deformadas que nos devuelve el filtro de esa mirada a través del agua, nos traduce una realidad que responde a preguntas que no se hacen. Y si respondemos cosas que nadie pregunta, es probable que nadie lo entienda y por ende que no se pueda explicar nada.

De esta manera, la falta de explicación nos otorga una incertidumbre tal que nos produce vértigo. Entonces, todo gira alrededor nuestro y al mismo tiempo nosotros giramos alrededor de todo. 

Pero todo esto pasa solamente cuando llueve.



domingo, 14 de febrero de 2021

Carlos Saúl, Josefa y Anélida

90 años tenía hoy Carlos Saúl cuando murió. Hoy mismo. 

Pensaba en su figura y cómo ha marcado mi vida y la de mucha gente de nuestra generación.

Cuando ganó la presidencia en el 89, yo era una pequeña que había crecido escuchando de peronismo con una devoción increíble de mi abuela Josefa y mi tía abuela Anélida. Ambas se ocuparon de contarme interminables historias de la década del cuarenta y de alimentar mi idea sobre Eva y Juan Domingo Perón. Ninguna de las dos ya viejas mujeres lograron cautivar a nadie más de la familia. No salió un o una peronista luego en las generaciones venideras. La única que mantuvo un fuego siempre fui yo. Pero ese fuego chocó inmediatamente con la figura de quien hoy murió. Carlos Saúl. 

Josefa y Anélida eran fielmente fans de Menem. Tenían estampitas, fotos y le profesaban amor eterno como muchos y muchas peronistas de esa época. 

Y ahí quedé yo y el peronismo.

Soy de la generación de los noventa. Hice mi secundario e inicié mi carrera universitaria en el memato. Y no fue inocuo. No lo fue para mí ni para nadie. 

Crecimos con la perfecta implementación del neoliberalismo. Nos privatizaron, no hicieron tener relaciones carnales con Estados Unidos y con “el mundo”, crecimos creyendo que está bien hacer lo que uno quiere sin importar nada, como lo era manejar una ferrari o jugar al básquet porque sí. Menem fue el individualismo del sálvese quien pueda, de privilegiar lo material sobre cualquier otra cosa. El uno a uno transformó a muchos y muchas en seres codiciosos y saciaron su sed de consumismo sin importar nada. Porque no importaba nada.

Recuerdo terminar mi último año del secundario y mirar para adelante cuando ya se empezaba a terminar la primavera económica y recuerdo pensar que el futuro era negro. Si recuerdo esa sensación.

La universidad terminó de reafirmar que no existía el peronismo de Anélida y de Josefa. Terminé de decidirme que jamás sería peronista porque lo que en ese momento expresaba es todo lo opuesto a lo que creía, se llame como se llame. 

Y me acompañé de gente con esas ideas, y construimos ideas basada en oposición a cierta cultura instalada por la época. No hay forma que un niño o niña de diez años crezca viviendo sus próximos diez con los valores neoliberales y no lo afecte para un lado o para el otro.

Soy hija de construir mis ideas contrastando las ideas de mis viejas abuelas y de mi realidad.

Somos todos y todas hijos e hijas de una generación que nos arrasó culturalmente, incluso sobre nuestra propia argentinidad.

Menem terminó el trabajo de instalar el dólar como moneda que hoy sufrimos tanto. 

Menem terminó el trabajo de hacernos creer que tenemos que ser parte del mundo a cualquier precio.

Menem terminó el trabajo de hacer más ricos a los ricos para implementar políticas neoliberales favorables a los dueños del mundo,

Terminó aquello que empezó con la dictadura y por orden del poder mundial.


No puedo saludar ni lamentar que hoy haya muerto.

Pero sí puedo comprender que su figura fue para mí determinante en lo que soy hoy, en mis ideas, en mi trabajo, en mi ser. Y no es poco.

Un querido ex compañero de trabajo muy radical charlando sobre el futuro allá por 2015, me dijo “mi límite es Macri”. Luego de unos meses, ya con el Ingeniero Presidente, se convirtió en funcionario Macrista sin problemas de límite alguno.

Siendo peronista mi límite es y siempre fue Menem y lo que representa y sigo con la convicción que nunca me va a pasar le pasó a mi ex compañero, pero tampoco lo que les pasó a Anélida o a Josefa.


lunes, 1 de febrero de 2021

Lo que quiero hacer


 Unorthodox y The Queen´s Gambit son dos series en donde la protagonista es la búsqueda de lo que se quiere hacer siendo mujer en este mundo que por suerte va transformándose, aunque no en todos lados ni al mismo tiempo.

Dos mujeres, dos mundos y dos crianzas diferentes. Etsy, protagonizada por Shira Haas, es judía ortodoxa en Nueva York y  Beth (Anya-Taylor Joy) es criada en un orfanato para luego ser adoptada por un pareja en Kentucky. Ambas tienen una infancia con carencias afectivas, arrancadas por distintas circunstancias de sus madres y con una figura paterna difusa. 

Esty la criaron sus abuelos y creció aceptando e inmersa en las tradiciones jasídica en una comunidad llamada satmar. Ver las formas culturales no hacen más que angustiarnos y sorprendernos. La sumisión a Dios, el rol de la mujer que está completamente relagada a procrear hijos e hijas para suplir a quienes murieron en campos de concentración. Los hombres, abocados a leer y estudiar el Torá, rezan atándose ambos brazos y haciendo movimientos de péndulo con sus ojos cerrados. Los rituales son tan extremos que llegan a pelar a las mujeres al casarse para que usen una peluca que iguale y distinga a las casadas. El sexo vestidos, en la única posisión que Dios permite. Etsy ama la música y aprende a tocar el piano, aunque estaba prohibido.

Beth, por su parte, se cría en un orfanato luego de que su madre muere en un accidente automovilístico momentos después que le dice que no sabe qué hacer con ella y de ser rechazada por el padre de la niña. En el orfanato, aprende a vivir sola e inicia su dependencia a las drogas como consecuencia de los tranquilizantes que por esa época le daban a los niños y niñas. Silenciosa y displicente, empieza a aprender a jugar al ajedrez con el conserje en el sótano. Su necesidad de controlar por temor a perder, lo lleva a su don y llega al punto que con las drogas y su propia lógica crea una obsesión con el juego y hasta incluso desarrolla la capacidad de imaginar jugadas en el techo de la habitación. Los tranquilizantes la acompañan hasta que es mayor y se complementan con el alcohol. Beth es adoptada por una pareja que finalmente se separa y crea un lazo afectivo con su madre adoptiva quien la acompaña en su raid ajedrecística, viviendo ella la vida que nunca vivió.

Ambas protagonistas tienen un deseo de lograr lo que se proponen. Desesperadas por salir de los lugares que la vida las dió, Etsy se escapa a Berlín para estudiar música y Beth logra una vida sin carencias haciendo lo que le obsesiona. 

Las series van contando las historias y nos llenan de desafíos, de angustias, de ansiedad, de alegría. Las acciones de ambas mujeres nos van demostrando que las estructuras con que nos formamos son susceptibles de modificación aunque requieran dolores en el camino. La intensidad es convertir la música o el ajedrez en motor para trascender lo que se es para transformarnos en lo que se quiere ser. La voluntad y el deseo frente a los mandatos sociales, culturales y económicos. La búsqueda de sanar las heridas para vivir como se elige vivir. 

Es sorprendentemente bello ver las miradas de cada papel, en cómo expresan la vida compleja, el dolor de lo que les tocó, la pérdida, la falta de amor. Pero es más impactante la forma gélida de sus expresiones frente a ese dolor, frente a las situaciones complejas, el cómo de forma inmutable continúan al camino del deseo, de creer que hay que hacer. 

Dos mujeres tan frías como intensas, que no expresan dramas sino una fortaleza exquisita. Sus manos, sus pequeños cuerpos, su vestir tan disímil entre sí como puede serlo.

Etsy y Beth, logran sobreponerse a la realidad construyendo una nueva realidad. Y lo mejor de todo es que esa nueva realidad es la eligen y es la que defienden, con uñas y dientes.


UNORTHODOX 

Netflix - 2020

Directora María Schrader


THE QUEEN'S GAMBIT
Netflix - 2020

Director: Scott Frank


A propósito de las SAD

Estos últimos días, los clubes son parte de la disputa ideológica que tiñe esta previa de ballotage presidencial. Frente a la reaparición de...