lunes, 28 de abril de 2014

Hombres (y la mutación de sus deseos)

A los hombres la pasión les genera algunos problemas . Se fanatizan por algo y luego lo reemplazan,  y así sucesivamente. Podría afirmar que dicha circunstancia es lo que los lleva a su propia decadencia.
A medida que pasa el tiempo, y no sólo al pasar los 30, van variando sus objetos y sujetos de deseo. Esa variación lo va transformando, convirtiéndose en lo que alguna vez fueron y 
lo que alguna vez serán.
Caso testigo: hombre, llamémoslo Pedro, de 25 años, fanático de Pantera. Cumplió los 30 y guardó la remera en su cajón y de vez en cuando la mira, pero su mujer prefiere la camisa con cuello que le compró en Levy´s. Pedro hace caso.
¿Y qué hace entonces Pedro con su pasión por Pantera que le demandaba horas música muy alta y grandes esperas con su grupo de  amigos fans de la banda para verlos en un recital?
La transforma en miércoles de fútbol y asado con los pibes. No le toques el miércoles a Pedro. Usa los botines que se compró, los pantaloncitos y por supuesto, encuentra una oportunidad inigualable de usar la remera de Pantera. Con orgullo hace goles y la besa. Pedro está feliz.
Luego de unos años (pueden ser de 5 a 10), y como consecuencia de tantas patadas, Pedro debe operarse la rótula de la rodilla derecha. No más fútbol.
¿Y qué hace Pedro todos los miércoles?
Putea por su mala suerte. Le echa la culpa a los estúpidos que jugaban. Dice, no juego nunca más porque además le pegaron en frente de Juan (el hijo) ¡Qué mierda!
Basta. Hasta la rotosa remera de Pantera le molesta. 
¿Y qué hace ahora Pedro? Pesca. Sí, si. Tiene unos compañeros de trabajo que van a Entre Ríos una vez por mes a pescar. Genial. Que lo sepan todos... es fanático de la pesca.
Pedro se compra  la caña, estudia de carnadas y redes y finalmente con sombrero, botas y vino en el bolso comienza el camino de las aguas.
Ya se olvidó del fútbol, y ni les cuento de Pantera.
Por supuesto Pedro, ya cree que el fútbol es un negocio y que el dueño de la canchita se hizo rico gracias a él. Y además, que el rock es parte de una sociedad violenta y sobre todo el heavy metal. 
Pero el cariño está, por lo que siente pena no por esa época sino por la posible operación de garganta que debió hacerse el cantante consecuencia de tantos años de semejantes  gruesos alaridos.
Y así sucesivamente.
Cada nueva pasión hace que la anterior se transforme en “despasión” y que en ese proceso, se caigan pelos e ideas.

Luego de escribir, temo pecar de ser demasiado taxativa y dudo realmente de la generalización del caso. Es más, dudo que sea exclusividad masculina.
Por lo tanto, frente a tanta duda, doy limitada validez a mis palabras.
Sin embargo cierro los ojos e imagino alguna remera de Pantera en un cajón olvidado pero repleto de olor a añoranza.


Este texto (algo modificado) fue el inicio de gabitaysumundo, que, gracias a Carlita y un problema con un ex compañero de secundaria que se quedó pelado, me motivó a mostrar lo que escribía. Y en esta necesidad corporal de volver a la energía de la palabra surgida gratamente unos días atrás, siento que me sirve para reiniciar la génesis. 

jueves, 24 de abril de 2014

Fundamentos de la nada

Desde pequeños transitamos un camino de aprendizaje que nos lleva a construir un sinnúmero de respuestas para otro sinfín de preguntas.
Esas respuestas motivan la razón y se pierden en senderos inconsistentes cuando la pregunta se formula con el deseo inútil que no llegar a ningún lugar.




Una persona molesta. Otra persona (relacionada afectivamente) observa la molestia.
Pregunta: ¿Qué te pasa?
Respuesta: Nada
Tanta sencillez insulta hipocresía. O nada.

Una persona mira un punto fijo. Otra persona (relacionada afectivamente) observa la mirada.
Pregunta: ¿En qué pensas?
Respuesta: En nada.
Tanta sencillez expresa agobio. O nada.

Una persona molesta. Otra persona observa la molestia.
Pregunta: (no hay pregunta)
Respuesta: (no hay respuesta)
Tanto silencio es la nada. O algo.

Una persona mira un punto fijo. Otra persona observa la mirada.
Pregunta: ¿Tenés hora?
Respuesta: No
Tanta claridad no necesita nada. O todo.

La nada es una incógnita difusa. Sea la encontremos en la pregunta, o en la respuesta o que simplemente no este. Es creadora de imágenes subjetivas de una realidad tan propia y tan distante a la ajena, que asusta. Y asusta porque es única, porque crea mundos de fantasías incontrastables.  Deseamos ese mundo para guardarlo para nosotros mientras se responde con la nada o no se responde nada. Deseamos construir el mundo del otro preguntando solo para imaginar lo que queremos.
La nada es el silencio, los gritos, los llantos, los misterios, los enojos. Es abrazar las piedras. Es frustración y es temor. Es correr debajo de la lluvia mientras escuchamos acordes y llueven letras.
Pero además la nada es nada.
Y en la mayoría de los casos, eso nos alcanza.



A propósito de las SAD

Estos últimos días, los clubes son parte de la disputa ideológica que tiñe esta previa de ballotage presidencial. Frente a la reaparición de...