martes, 31 de enero de 2012

El tren de los magos olvidados


Imaginate corriendo a la vera de una vía mientras el sonido lejano de la sirena anuncia que viene el tren. La sensación de subirse, de atraparlo mientras uno corre y se lanza sobre él. Caer y que duelan los huesos, pero que poco a poco el dolor se convierta en satisfacción de haberlo alcanzado.
Imaginate que cae una garúa tenue y que el viento envuelve las frondosas copas de los árboles. Pasan y se quedan atrás. La sensación de dejar una vía llena de durmientes mientras aparece el sueño. Y soñar, soñar con misteriosas formas de colores que empujadas por el viento se convierten en garúa de arco iris.
Imaginate que ese destino cierto se convierte en incierto como por arte de magia. Y una galera de dónde salen palomas que se van volando liberadas de un mago viejo que durante años las usó para llenarse los bolsillos de  papeles a los que alguien les otorgó valor.
Imaginate el traje negro sin galera y las arrugas del cansancio mientras la barita mágica mojada se diluye en la garúa y las palomas de reojo muestran su sonrisa imposible y te guiñan el ojo.
Imaginate los kilómetros contando durmientes y arrugas de los viejos magos sin galera. La idea desesperada de disfrutar el sol que comienza a asomarse tímidamente.
Imaginate sonriendo. Alcanzando una vez más ese tren que se lleva a los magos olvidados y que libera sus palomas. 

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