lunes, 30 de mayo de 2011

Rey Sol

Del cielo cae, inmenso y soñador
como una canción miserable,
que baila las notas del tiempo.
Es la bola de fuego, se estremece el corazón dolido
escurre lágrimas de secretos impredecibles
abraza la calle, hunde sus agobiados rayos.

Sentí
Un silbido hondo que retumba
es el hijo del hombre
que roba las rosas del jardín ajeno
Sentí
Milagros de un Dios incrédulo
que espía conciertos de violines oxidados
silencios llenos de palabras

Del cielo cae inmenso y soñador
como duda de colores, 
mirando el horizonte incierto.
La mañana, despabila sensaciones inquietas.
El árbol que en otoño se desviste,
gigante, se escapa hacia la luna.

Sentí
El sonido confuso del suelo,
el resplandor que empuja al día
caminos oscuros, despiertos.
Sentí
Miradas rebeldes de miseria
abrazo que apuñala esperanzas.
Ríe el sol, ríe tanto como brilla.

jueves, 19 de mayo de 2011

Crónicas Uránicas-Día 3 "No quiero ser Ricardo II"

Mi teléfono vive.
Se secó pero no de la forma que lo hacen las hojas en otoño.
La batería quedó cansada, se agota más rápido.
Le pasa lo mismo al alma cuando entiende que no es la realidad querida la que transita en algunos lugares del día.    

“Cuantos lugares visita el ojo del cielo
son puertos y refugios para el sabio.
Enseña a tu necesidad que considere
que no hay mayor virtud que la necesidad.
No pienses que el rey te ha desterrado,
sino tú al rey. La pena agobia más
donde siente que menos la soportan”

Olvidé mis anteojos en algún rincón cálido.
Desde ayer, miro con el iris desnudo.
Hoy me probé los viejos. Están rallados y se ve borroso.
Tanto como las ideas, que una vez desplegadas se oxidan convirtiéndose en palabras inútiles.
Qué gracioso es hacer manojos de llaves para abrir puertas sin fundamento.
Qué divertido es olvidar anteojos.

“No durará su fiera llama del desorden,
Pues el fuego violento muy pronto se consume.
La llovizna se prolonga, la tormenta es breve.
Quién mucho espolea se cansa mucho antes.
Tragar vorazmente atraganta al glotón
La huera vanidad, buitre insaciable,
agotando medios, a sí mismo se devora.”

Me divertí con los sonidos del karateca, con la vela de cumpleaños que rodea el círculo familiar
Y me fui con el iris hinchado de simplicidad feliz, con el alma marchita de entendimiento y con la certeza de que quiero.

Entre comillas, citas del Sr. William Shakespeare en “Ricardo II”

miércoles, 18 de mayo de 2011

Crónicas Uránicas-Día 2 “De la matrix al inodoro”


Estoy mejor de la contractura y tengo la seguridad que es por el asado de ayer a la noche. Comer un rico asado con un buen vino no es opción de lunes.

La computadora tiene un botoncito por debajo del de encendido  que al apretarlo provoca el reseteo de la máquina. En general,  lo uso o bien cuando mi PC enloquece o bien cuando se cuelga.


Ahora la verdad convertida en hipótesis: mi contractura mejoró gracias a un reseteo mental consecuencia del desfasaje entre día (lunes) y comida (asado), que provoca o bien enloquecimiento temporario o bien congelamiento de neuronas.

Una vez que se me descontractura el cuello, mi sistema arranca nuevamente y equilibra sus programas lo que provoca una mantenimiento casi constante de la sonrisa.
A veces cierro los ojos e imagino que mi cerebro es una matrix y que tengo un dedo con la función “suprimir”. Es el famoso “dedodelate” que tiene como poderes supremos la eliminación de errores gramaticales, de concepto, de percepción y de acción, con sólo señalar.

Estaba tan computarizada que luego de navegar por los rincones de mi matrix durante cincuenta minutos allí por Versalles, decidí ir y comprar una impresora.
Había realizado un estudio previo sobre la eficiencia, el rendimiento y la disponibilidad de los cartuchos en el mercado. Basada en ese análisis pero totalmente influenciada por el vendedor elegí exactamente la impresora que me había negado a comprar un par de días atrás.
Ahora, debía hacer  Versalles-Congreso acarreando la impresora. No podían ofrecerme bolsa grande, ni envoltorio adecuado. Las chicas de atención al cliente, sin embargo, me propusieron atar la caja con una soga y que el formato del “ensogado” funcione como manija. Un lujo. Salí caminando entonces, con la manija de soga y pensando que si tuviera un “dedodelate” suprimiría las distancias urbanas.
La travesía debía requerirme el menor desgaste ya que tenía de la carga extra. Hice estadísticas mentales y opciones varias de transporte. Mi matrix era un Excel y la senda peatonal por la que cruzaba, celdas de una hoja de cálculo.

172 (E2) + subte A (E3) = Cevallos (+E2+E3)

La instalación de la impresora fue perfecta. El “manual de instalación” fue seguido al pie de la letra y en un ratito estaba escaneando mi “dedodelate” feliz y contenta.
El día continuaba entre Word, Excel y sobras de asado para el almuerzo. El asado recalentado de martes al mediodía no produce efectos colaterales. El martes, es un día inútil y no existe comida probable o improbable que se relacione con éste día de la semana.

GPS a Villa Crespo y polenta.
Finaliza el día porteño y mientras voy a baño, una imagen dantesca: el bolsillo trasero del jean que deja escapar un celular y un segundo y cae haciendo y se escucha un PLAF.
Giro en redondo, me asomo por encima de mí y lo veo. Sumergido en agua de inodoro.
A otra vida software y hardware.
Tal vez mañana o pasado se seque y se resetee y vuelva a equilibrar sus programas y no se cuelgue y no enloquezca.
Tal vez mañana o pasado, mi celular aprenda a comer asado los días lunes.


lunes, 16 de mayo de 2011

Crónicas Uránicas - Día 1 "Agua de color mandioca"


Contar día tras día lo que pasa en la vida es poco muy original, pero como dijo alguna vez Carl Jung “Todos nacemos originales y morimos copias”. Y como yo ya nací, o por lo menos así lo parece, es que relativizo semejante cualidad.

Urano es un planeta. Según mi investigación, tardó en considerarse como tal debido a su escasa luminosidad. Su eje está inclinado a 90 grados y su superficie es la más homogénea de todos los planetas del sistema solar. Para finalizar aprendí que es uno de los dos planetas con movimiento retrógrado (al igual que Venus).

La mixtura entre la falta de originalidad, la poca luminosidad, la inclinación respecto del eje y la homogeneidad retrógrada es lo que me lleva a invitarlos a este diario.

Día 1
“Agua de color Mandioca”

Hace dos días que tengo mi cuello contracturado. No todo, por cierto. Solamente el lado derecho (ojo, mi lado derecho). Pero no sólo bailo con la contractura sino que volvió mi maldita alergia dermatológica. Son como una especie de manchas rojas que se depositan en mi cara, hombro y pican. Pican mucho y a veces demasiado. Me pongo una crema y se esconden por un rato.
Pero no sólo debo lidiar con mi contractura y mi alergia sino que me duele el oído izquierdo. Observen lo loco de esto. Todo parecía indicar un problema de derecha pero de repente se interpone el oído izquierdo. Gotas. Ya me pasó hace un tiempo y el médico me dijo: gotas.
Esta mañana cargada con semejantes dolencias salí para la oficina. Me pasa que me olvido lo que tengo que hacer y luego debo hacerlo a destiempo. Hoy me toco algo del viernes. Ir a preguntar si está el cheque de un subsidio a la obra social. Claro, no mío. A pesar de mis circunstancias, no me dieron ningún subsidio. Estoy pensando en tramitar uno de invalidez mental transitoria.
El guardia que me atendió cuando entré tenía peluquín.
Subí, pregunté y me fui sin dejar de saludar al peluquín.
No quiero detenerme en mi día laboral. Creo que estoy algo agotada mis días laborales. Pocas veces mi cerebro estuvo tan dedicado a algo tan tristemente. Parece que en la balanza de libra se cayó un piano a una de las bandejitas. Y eso que soy de Virgo. ¿O de qué era? No importa. Les dije antes que me olvido de todo. Probablemente mañana me acuerde y tenga que reescribir éste texto.
Salí de la oficina algo embotada y caminé algunas cuadras para llegar a Av. Independencia y tomar el colectivo. En el camino, ví un par de mujeres (que no detecté de dónde eran) lavando mandiocas en la puerta de un restaurante. Las dos estaban sentadas, enfrentadas en banquitos sin respaldo y había un tercer banco que sostenía una olla. Mientras una las pelaba, la otra las lavaba en esa pileta de acero inoxidable. El agua tenía color ladrillo, tenía color mandioca.
Me fui pensando en eso de pelar mandiocas a la vera de una calle transitada. Pensaba en la simplicidad y en la complejidad al mismo tiempo. Y mientras se me iba la mandioca del pensamiento el 96 apareció repleto. No había asiento como de costumbre.
Pensaba en cómo me canso por estos días y que a las seis ya quiero meterme adentro de una burbuja de detergente y olvidarme del mundo entero.
Llegué y pensé en ir a la verdulería. Me faltaban papas, cebollas, lechuga y tomate. Compré todo pero antes de irme el carnicero (no estoy desvariando es sólo que la verdulería tiene carnicería) me pregunta ¿hoy no llevas carne? Le respondí con dubitativo “Hoy no”.
Salí acarreando dos bolsas más mis dolores corporales que nada habían calmado a lo largo del día. Crucé la galería pensando en que si todos esos dolores no eran la consecuencia de olvidos o de signos zodiacales equivocados.
Mientras subía en el ascensor recordé llena de pena que había olvidado lo que hoy quería hacer. Pero no tenía ganas de salir más. Era la hora de la burbuja.
¿Hoy no llevas carne? Hoy no, hoy llevo mandiocas.

viernes, 13 de mayo de 2011

Sopa de Tiempo

Escupimos
Estamos sentados en la oscuridad de la noche. El círculo es perfecto. Nuestras manos entrelazadas tiemblan de miedo. Es el pánico de ser invisible.
Uno a uno nos paramos y caminamos hacia el centro de la ronda. Una olla grande sostenida por carbones rojos hierve incansablemente.
Agachamos la cabeza.
Aquel que camina hacia el centro lo hace despacio pero deseoso de llenar su alma de fuego sagrado.
Nos paramos frente a la olla gigante y tiramos en ella un reloj. Uno a uno hervimos nuestros relojes.
Llegamos a ser sesenta. Ahora somos cuarenta y dos. Del resto no supimos nada.
Lloramos
El más grande de nosotros apaga el fuego cuando el último deja su reloj. Tira arena con una pala tapando cada despojo de brasa. Dice palabras que solo nosotros entendemos: “Ara pasum tae” (las horas pasan)
Todos miramos el piso y con nuestras manos apoyadas en él meditamos largos minutos. El frío comienza a calar los huesos.
Temblamos.
No hay más relojes en nuestras muñecas. Fueron convertidos en sopa de tiempo. Nos abrazamos en torno a la olla fría sabiendo que nada de esto pasó sin huella.
Encontramos el camino a nuestras casas marcadas por el fuego y los misterios horarios.
No volvemos a pensar en el tiempo.
Dormimos.

lunes, 2 de mayo de 2011

Mala Suerte

Termotanques
Años
Motores de agua
Eléctricos
A gas
Esporádicos
Comunes
Día a día
Noches frías
Costas
Enchufes
Irreconocibles
Entrar en la ducha
Poca agua
Agua fría
Esperar
Que se apaga
Constantemente
Termocuplas
Quemadas y viento
Baja presión
Chorrito de agua caliente
Endemoniada agua
Chorro hirviendo
Sur 
Lejano
Inexplicable
Costa a suburbio
Ciudad a montaña
Repetitiva
Insospechada
Inimaginada
Constante
Suerte
Mala


A propósito de las SAD

Estos últimos días, los clubes son parte de la disputa ideológica que tiñe esta previa de ballotage presidencial. Frente a la reaparición de...