domingo, 19 de diciembre de 2010

La hija de Mercedes Sosa con Brackets


Inimaginablemente tendencia a mejorar.
Un sinnúmero de adultos imponen la ardua tarea:
Llenar de alambres su decir.
Como un pájaro libre que remonta orden bucal.
Piar,
Como un corazón americano mostrando rectitud y sorprendente presión.
Se amasan las palabras mientras el pan francés deja de ser opción.
De mí, intentando ser otro mí.
Deja de ser tarea de pequeños,
Invade pensamientos al despertar.
Se emprende el conocimiento de bandas y tubos.
Se desafina la fonética.
Canciones con fundamento:
Traigo un pueblo en mi voz.
Y sino es pueblo, es metal.
Que de improvisto, invade unos años el cantar.
Mujeres Argentinas y
Hombres, mancomunados alimentando creyentes.
El objetivo es únicamente difuso:
Morder en alta fidelidad.

Camina escondido en mi país, por callecitas de veredas pequeñas.
El tránsito no deja margen para paralelos.
Mira su poncho rojo sobre un pequeño cuerpo de boca en alambres.
Y los sabe
Lo sabemos
No es más
Nadie más
que la hija de Mercedes Sosa con brackets.


domingo, 31 de octubre de 2010

El origen de la Polenta (con pajaritos)

Estaba ávida de investigar alguna historia que se haya trasladado boca a boca  de generación en generación.
Había pensado infinitas posibilidades. Sin ir más lejos, dos meses atrás y luego de una reunión de trabajo, surgió la idea concreta de un tema.[1] Organicé las entrevistas y comencé a escribir la introducción. Estimaba poder publicarlo en tres envíos y un epílogo. Este último sería una conclusión a cerca de sus orígenes antropológicos  y las relaciones con los usos y costumbres de lo que denominaría la “sociedad actual”.
Era un proyecto, humildemente, maravilloso.
Tomé un taxi para reunirme con el primer entrevistado.
Era 19 de septiembre de un día soleado.
Nunca llegué a destino.
El taxista desobedeció mi solicitud y comenzó a dar vueltas en redondo. Hablaba murmurando en un idioma que no entendía. Algo preocupada, luego de pasar tres veces por la puerta de mi edificio, le grité a ver si podía sacarlo de su trance.
Los frenos se clavaron y el taxi se detuvo en la esquina de Constantinopla y Altolaguirre. Pasó un minuto y cuando estaba a punto de bajarme, el señor canoso se dio vuelta y me miró fijo. Sus ojos suplicaban.
En voz muy baja, comenzó a hablar.
“Mire, sé que le parezco un loco, pero por favor no se asuste ni se quede con esta primera impresión. Hoy me pasó algo y no puedo volver a mis cabales…. Debo hablar con alguien, lamento que le haya tocado a usted ser la que me escuche”
Volvió a mirarme.
“Siéntese tranquila que nos vamos a quedar un rato aquí.”
El hombre estaba sereno pero preocupado.
Mi espíritu investigador se encendió y en vez de llamar al policía que estaba en la esquina, me acomodé en el asiento trasero, saque mi grabadorcito y sin decir una palabra, se lo mostré y apreté REC.
“El pasajero anterior a usted se subió en Superi y Zárraga con una enorme heladera de telgopor, esas que se usan para guardar remedios. Me pidió en italiano pero muy amablemente que lo lleve. Ante mis ojos negativos, me ofreció el doble de dinero que el contador dijera. Usted verá, a mi no me vendría nada mal, por lo que le hice una seña afirmativa con la cabeza. El tipo puso la heladera en la parte de atrás y se sentó en el asiento del acompañante.
Me dijo que maneje pero no hacia donde.
Doppio manico 50 e sempre a destra.
La segunda vez que doblé me pidió que siguiera derecho.
La heladera se movía demasiado y no era por el traqueteo del auto.
A las veinte cuadras se nos cruzó una F100 blanca. Reaccioné rápido y apreté los frenos inmediatamente. Tan fuerte fue la frenada que se abrió la tapa de la heladera y decenas de pollitos comenzaron a salir de esa cárcel de telgopor.  Eran pequeñísimos y amarillos. Piaban imperceptiblemente pero se movían velozmente por todo el auto. Muchos se pasaban hacia delante y se mezclaban entre los pedales y mis pies. Se trepaban por mi espalda. Desesperado pero incapaz de dejar mi taxi, me los quitaba de encima, los agarraba e intentaba meterlos en la heladera nuevamente.
Pero eran demasiados.
No llegaba a meter a algunos que ya estaban saliendo otros.
Mi acompañante estaba pálido, tanto que no atinó a hacer nada. Sólo me decía en voz baja Doppio manico 50 e sempre a destra.
De la camioneta ya se habían bajado dos hombres que sin acercarse al auto, miraban el espectáculo desde afuera.
Uno de ellos cargaba con una aspiradora de mano y el otro llevaba un sobretodo oscuro en sus manos. No hacían nada, sólo observaban a mi pasajero que finalmente pudo hablar.
Molti anni fa è la stessa, mio padre ha fatto lo stesso, mio nonno ha fatto lo stesso. Ho bisogno di continuare la storia, signore. Tutto dipende da me perché non ho figli.
Mio nonno in Italia, ha vinto il posto per la polenta. Pensi che il colore della polenta di mais?
¡Errore! Grave errore… ¡Essi sono l'uccellino!
No había terminado de gritar la última frase cuando los hombres que hasta el momento sólo miraban, se abalanzaron hacia el taxi. Abrieron rápidamente las puertas y me sacaron bruscamente. Uno de ellos hablaba en secreto con mi pasajero y poco a poco fue convenciéndolo para bajarse. Finalmente el tano se serenó y se bajó. Fue abrigado con el sobretodo oscuro y conducido lentamente a la camioneta.
El otro hombre metía los pollitos dentro de la heladera. Una vez que terminó puso la tapa y la sacó del asiento trasero. Inmediatamente prendió la aspiradora y comenzó la eficiente limpieza de mi auto.
Terminado todo ese extraño trabajo, ambos hombres se acercaron para decirme que nada de lo que había visto había ocurrido. Que ellos sabrían si hacía una denuncia. Me agradecieron y pidieron disculpas por todas las molestias.
Antes de subirse a la camioneta, el más grandote me dijo:
Te vamos a vigilar amigo. Mucho ojo.
Subí al taxi y me fui.
Ahora, no entiendo nada. No sé que hacer. No se qué pensar…”

Su relato me dejó conmocionada. Pero sobre todas las cosas, no había logrado entender el italiano, entonces me animé a consultarle cuál era el significado de las últimas y reveladoras palabras que dijo el pasajero.
Sorprendido por mi falta de entendimiento, el taxista relato:
“Hace muchos años es lo mismo, mi padre hizo lo mismo, mi abuelo hizo lo mismo. Tengo que continuar la historia, señor. Todo depende de mí porque no tengo hijos. Mi abuelo en Italia, encontró el secreto de la polenta. ¿Cree usted que el color de polenta es por el maíz?
¡Error! Grave error... ¡Son los pájaros!”

Apenas terminó con la traducción, el hombre me hizo una seña con la cabeza para que me baje.
Oí que continuaba murmurando en italiano.
Miré como se iba el taxi y entendí que había cambiado mi historia. Ahora, me importaba solamente el origen de la polenta y porque no también, el de los pajaritos.

Sonó mi celular y recordé a mi entrevistado. Ya no me importaba, entonces lo apagué.


[1] Reservo el tema ya que el mismo podrá ser tratado en el futuro y temo algún periodista sin tema termine por robarme la idea.

lunes, 11 de octubre de 2010

Patear al aire y caer sentada

Es como no entender el propio yo. Sentarse y mirar todo lo que deja y todo lo que toma.
Un señor grande que me ve de reojo mis manos mientras una niña gira con su vestido de volados.
Entender muchas veces es innecesario. Es clavar un alfiler en una pared.
Mi cabeza gira sin dirección posible buscando insistir en la plenitud. Cabeza sospechosa de no entenderse.
Ser yo sin ser sólo yo, mientras un ramo de jazmines cae en todas las partes de mi piel.
No comprender el viento cuando viaja de la mano de la brisa y se lleva el algodón de ese viejo palo borracho.

Patear al aire y caer sentada. 

FOTO: "Mujer Sentada" de Cornelis Zitman (1948)

miércoles, 8 de septiembre de 2010

En el corazón de los héroes

El héroe se levantaba cada día esperando aquel sonido que le dé la razón de continuar siéndolo. Alrededor de las nueve menos cuarto sonaba una sirena aguda que intermitentemente disparaba notas al unísono.
Esa era su señal. Se calzaba la capa verde y el traje de Neopren. Luego ataba su antifaz.
Sus zapatos eran propulsados por dos motores. Subido a ellos, se elevaba diez centímetros del piso.
Sin que la sirena deje de sonar, tendía su cama velozmente.
Nunca bajaba por la escalera, ni mucho menos por el ascensor. Desde su primer piso, abría la ventana y se tiraba por ella. Los zapatos propulsados impedían el golpe.
La vecina del 1º B, que tenía su ventana al lado, oía las palabras matinales que el héroe recitaba al cielo: “Soy Grandón, el rey de corazón… ”
Y salía patinando en el aire, a diez centímetros del piso.
Patinaba en búsqueda de la sirena. Era su brújula. A medida que el sonido se hacía más fuerte, su corazón latía más y más. Entendía de la cercanía del problema y que en pocos minutos podría ayudar. Sus manos transpiraban frío, por la ansiedad, los nervios y el temor de lo que encontraría.
Llegaba y allí estaba. Siempre estaba aquella mujer subida al balcón. En un piso quinto, desfilaba vestida de verde. Desfilaba y coqueteaba con los barrotes de metal. Decía cosas al aire que no se entendían y lloraba.
Bailaba un vals abrazada a una escoba y rozaba su vestido contra el viento. Se detenía. Miraba hacia abajo, volvía a decir cosas que nadie entendía y volvía a llorar.
El héroe, subía por las escaleras de incendio sin pisar los escalones. Patinaba a través de la baranda a diez centímetros de ella. Uno a uno, los pisos quedaban atrás.
Eran dos personas las que miraban el espectáculo. Un señor viejito con boina marrón que sentado en un banco saboreaba un mate despreocupadamente, y un niño de aproximadamente diez años que pasaba caminando en su delantal de escuela y con una mochila vacía. Los dos miraban hacia arriba y veían el deslizar del héroe y la danza de la mujer.
En el quinto piso, el tiempo se detenía. Ella soltaba su compañero de baile y se dejaba caer en sus rodillas y sus brazos abrazaban los barrotes del viejo balcón. Su cara con el maquillaje corrido por las lágrimas, se hundía en el vestido verde.
Grandón desactivaba sus zapatos propulsados y se sentaba junto a ella. Le decía cosas delicadamente indescifrables en sus oídos y la abrazaba. Los dos lloraban, mientras la sirena se silenciaba hasta la inexistencia.
Pasaban largas horas abrazados. Las palomas se posaban en el ángulo de los barrotes y los miraban. Bocinas de autos, gritos desde los camiones y una aspiradora del sexto piso parecían ausentes en el abrazo eterno.
A la tardecita, cuando el sol comenzaba a dormir, Grandón se desprendía de los brazos de la mujer, agarraba sus manos y le besaba uno a uno los dedos. Corría el flequillo de su frente y la miraba por unos segundos. Ella, sonreía.
Ya parados en el balcón, se despedían. Mientras la mujer entraba a su departamento, él activaba sus zapatos. Lentamente se dejaban ir como desprendiendo sus almas envueltas en un secreto infinito.
Grandón patinaba a diez centímetros del piso hacia su hogar. Llegaba. Guardaba su traje y se sentaba en el living a comer mandarinas. Las pelaba lentamente y separaba todos los gajos en un plato hondo.
Mirando la pared pintada de verde, comía. Luego, se tendía en su cama a esperar el sueño que lo llevaría a la deseada sirena del día venidero.
Y así todos los días. En primavera, en verano y en otoño.
Cada día se repetía el ritual y el deseo de salvar a aquella mujer que bailaba vals en el balcón.
Añoraba cada minuto la hora de la sirena. Pensaba en el abrazo, en el vestido y en las lágrimas.
Añoraba el latir del corazón que le provocaba patinar con sus zapatos propulsados hacia aquel quinto piso.
Añoraba las palabras secretas en el oído de ella.
Pero un día comenzó el invierno. Las nubes frías invadieron la mañana y el héroe sintió el corazón frío. Se le resquebrajaba la piel y no sentía el latido nervioso de cada mañana.
Preocupado, vistió su verde traje y al ponerse sus zapatos se dio cuenta que no funcionaban los motores. No podría patinar. El frío había helado el sistema propulsor.
Desesperado, intento descongelarlos acercándose a la hornalla de la cocina. El gas era escaso y en breves segundos desapareció la llama azul que hubiera salvado aquella triste mañana. No se dio por vencido, y envolviéndolos en toallas, rogó, rezó y suplicó.
Nada. Los zapatos no se descongelaban.
La desesperación era cada vez mayor y sin pensarlo siquiera, salió a la calle descalzo. La sirena comenzaba a ser cada más tenue, apenas imperceptible.
Corrió sobre el hielo del asfalto. Corrió y corrió hasta llegar al balcón del quinto piso. No comprendía ni quería ver hacia arriba. Sin pensarlo y con los pies rojos por la falta de circulación, subió la escalera piso por piso. No sentía la sangre de su corazón, no sentía el llanto de la mujer, ni las palabras inentendibles. No había música imaginaria, ni un vals de escoba.
Pisó al fin el balcón y desgarrado por el dolor pudo ver el vestido verde de la mujer enganchado entre los barrotes mientras flameaba con el viento. La escoba estaba tirada y sólo podía sentirse el soplar de la brisa fría que atravesaba el aire invernal.
Descalzo, se asomó por primera vez por el balcón. Y allí estaba ella.
Desnuda y silenciosa contra el asfalto congelado. Un banco vacío que supo ser de un viejo con boina y un guardapolvo tirado en el piso.
El héroe, comenzó a reír. Reía a carcajadas. Cada vez más altas. Gritaba, gritaba una y otra vez mientras se le destrozaban los nervios. Reía y gritaba. Tomó la escoba y bailaba. Los pies le sangraban, pero reía.  
Y gritaba.

martes, 31 de agosto de 2010

Ensaladera

Hoy me imaginaba un plato de lechuga.

Todas las hojas verdes apoyadas delicadamente.

Luego imaginé tomate en rodajas y acostado sobre la lechuga.

No tengo claro si perita o redondo.

A veces imagino un perita con tránsito lento o viciado por la gula.

Entonces ese perita deja de serlo para convertirse en redondo.

Sigo:

Sobre el tomate (cualquiera sea su raza) huevo duro.

Origen animal, centro amarillo y capa blanca.

Cortados finamente y produciendo varios ovalitos.

Hacer duro al huevo es extremar las posibilidades de cocción.

(A no ser por un microondas que lo atomiza)

Imaginé después una boca.

No me quedó claro si abierta o cerrada.

Pensé en abierta pero sostener en posición “a” provoca babeo.

Entonces cerrada (y no entran moscas).


La boca se agacha sin manos ni cubiertos sobre el plato.

La punta de la nariz toca en primer lugar al huevo.

Como el huevo es duro, la nariz no se mancha.

Luego el labio inferior toca el tomate que se asoma.

Las semillas manchan al labio dejándolo mojado.

Y ahí sí, se abre la boca para lograr arrebatar una hoja de lechuga.


Imaginé entonces que todo era más sencillo cuando era tortuga.



lunes, 19 de julio de 2010

Saquen una hoja

Miradas llenas de ansiedad. Dudas y preguntas que son propias o ajenas.
Las hojas se sellan con el nombre del rey. Aquel que decide, basado en la injusticia, todas las injusticias que se van a ocurrir.
Se pide permiso para mirar mientras las biromes quieren vomitar letras inanimadas.
Es el temor de no encontrar aquella respuesta y la satisfacción de hacer lo que reyes pocas veces se permiten tan abiertamente.
Los ojos se van para los costados, espiando las caras de los otros y que sumidos en el corazón solitario, escriben palabras precisamente deseadas.
Los celulares como alarmas escupen sonidos sorpresivos en el silencio reinante.
Vuelven las miradas vacías o las llenas de conocimiento.
El punto exacto en donde hace conexión el desarrollo mental con la articulación de los dedos es donde la cara se transforma en brutalmente inexpresiva.
La unión precisa entre el saber y el poder provoca un túnel conector entre la memoria y la punta de los dedos. Es consecuencia de ello, perder cualquier conexión con el resto del cuerpo.
En el mientras tanto se producen ideas claras, confusas, ciertas o erróneas.
El proceso continúa hasta que el túnel conector se hace permeable y la conciencia lo penetra parcial o totalmente.
Es allí donde la mano se detiene a la espera de un nuevo momento de inconciencia corporal y del advenimiento tuneleano.
En ese preciso instante los ojos vuelven a tomar expresión inquisitiva, observan el alrededor el búsqueda de nuevas respuestas internas o externas.
La birome gira en las bocas, labios y baila sobre índices y anulares.
Otra vez, el ingreso de la mirada hacia el infinito, y luego como un huracán furioso, vuelve la conexión del túnel.
El proceso se iterando sucesivamente por largos minutos que nunca dejan de ser cortos.
El agotamiento, la certeza que todo está finalizado, la angustia de que no será lo que se imaginó ser y la unión de todo eso, provocan el fin.
La mano desgastada tanto como la neurona.
Como hormigas dejan sus pedacitos de hojas secas. Los seres complejos entregan uno a uno al rey su vivencia, dejando en ella sinergias y reducciones mentales.
Los silencios de las miradas se transforman en lugares vacíos, mientras las hojas vestidas con letras, esperan al rey.

miércoles, 9 de junio de 2010

Ogolipe

Se despierta el día.
El y yo,
jugamos a lavarnos las manos.

Dos caras.
Una es real, la otra es reflejo.
Mis dientes sienten cosquillas.
Sonríen mis labios.
(Anaranjados)
Los cuencos sostienen mis ojos.
(Negros)

Entonces salgo.
La ventana del living
Baja.
(Miedo al brillo)
Llamo al ascensor
cuento lámparas
en él (pasillo).

Luz creada, amanecer natural.
Pesa mi cartera
Primeros segundos de luz.
Un instante
Cansancio de cuerpo y alma.
Músculos (despegándose)
de huesos.

Sorpresa de epílogo
El y yo,
Jugamos a empezar.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Bicentenario

Imaginate un hombre que durante muchos años no tuvo nada. Solamente padres e hijos.
Insistió en encontrar que hacer, pero no lo encontró. O directamente no buscó.
Y si no tengo nada que hacer, nada me importa (Puede llegar a decir ese hombre)
Y nada le importa porque no tiene nada que perder.
¿Quiere hacer? ¿Puede hacer? ¿Buscó la oportunidad? ¿Se la dieron? ¿Cómo fue su vida? ¿Cómo es nuestra vida?


Colectivo 26. Subo en Rosario y del Barco Centenera. Voy para Almagro. Saco mi boleto en la máquina. “Uno veinte” digo, luego de decirle buenas tardes al colectivero. Es domingo.

“Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino; invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la Nación Argentina”

Paso entre medio de dos mujeres. Charlan de pie en el pasillo del colectivo. Llego al medio, frente a la doble puerta. Veo que extrañamente no hay gente allí. Entonces miro hacia abajo. Esta durmiendo en el piso. Un hombre de unos cincuenta años. Su almohada es una bolsa de consorcio negra. Tiene un sobre su cuerpo. El otro queda suelto y por momentos alguien lo toca con sus pies. Sus piernas recogidas forman un triángulo.

"...la va a tocar para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, y deja el tendal y va a tocar para Burruchaga... ¡Siempre Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! ta-ta-ta-ta-ta-ta... Goooooool... Gooooool... ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaaaaaazooooooo! ¡Diegooooooool! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme... Maradona, en corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos... barrilete cósmico... ¿de qué planeta viniste? ¡Para dejar en el camino a tanto inglés! ¡Para que el país sea un puño apretado, gritando por Argentina!... Argentina 2 - Inglaterra 0... Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona... Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2 - Inglaterra 0".

Tiene la camiseta de la selección argentina. Un camperita de gimnasia, pantalón y mocasines. Duerme. Pasa gente que sube en las paradas. Un niño lo mira y luego mira dubitativo a su padre, quién le sopla la cara para confirmar que esté vivo. El hombre hace una mueca rara pero no abre los ojos. “Este es un vivo bárbaro” reza el padre del niño. Sigue durmiendo. El timbre suena incansablemente cada dos cuadras. Suben y bajan.

Es mi turno. Llegué a Díaz Vélez. Toco el timbre y me bajo. Me doy vuelta para mirarlo. La misma posición. Los mismos ojos cerrados, la misma camiseta. El 26 se fue e imagino que lo lleva hasta Retiro.


Imaginate dormir en el piso de un colectivo. Relajadamente, dormir.

Construimos un país desde un puerto corrupto, rodeado de lodo y con poca riqueza.
Fuimos hombres y mujeres añorando Europa.
Esquivamos la mirada de quienes habitaron ésta tierra, tan buena que nos hace llenar la boca diciendo estupideces cada vez que la mencionamos.
Crecimos siendo el granero del mundo.
Fuimos apenas silos.
Fuimos próceres defendiendo ideas.
Votamos.
Aplaudimos golpes de estado, y luego volvimos a votar.
Entendimos ideologías, las defendimos y luego las destruimos.
Sufrimos y derrotamos desarrollos vecinos.
Metimos goles. Insultamos y lloramos abrazados a una camiseta.
Hicimos y tiramos monumentos.
Dividimos en clases, las equilibramos, las volvimos a dividir.
Discriminamos y devaluamos.
Nos morimos en las calles, en las casas, en islas, en pozos.
Creímos votar ministros de economía. Los odiamos.
Plantamos soja. La vendimos.
Pedimos seguridad, no la dimos. Pedimos más seguridad e hicimos countries.
Vimos Tinelli y no lo vimos.
No nos hicimos cargo pero pedimos.


Imaginate

(Sin embargo, yo aún creo)

sábado, 10 de abril de 2010

Leones

Era tan divertido enfrentar a los leones que de repente recordé aquellos segundos.
Tan insignificante me resulto la vida de aquellas pequeñas marañas de insectos que descorché una bota que no tenía sentido del ser.
Describí palabras alejada de una realidad imperiosa, con la necesidad de convertir la vorágine en árboles peremnes. Tal vez, el animal de los cabellos lacios me enseñe a no añorar las lágrimas perdidas y que no tienen sentido alguno.
Era tan divertido enfrentar a los leones que caminé con ellos durante meses, les dí de comer, los llene de bellos regalos, pero los dejaba solos a cada instante. Me parecía indispensable desarmar ilusiones, aunque sin querer (pero queriéndolo) animaba el rugido solitario.
Un gusano verde y viejo, emprendía la retirada del soldado derrotado, y en ese minuto de éxtasis, tan lleno de nada como del todo, se resolvían problemas de matemática que excedían el dos más dos.
Desoía la relación entre ambos signos, el real y el opuesto, entre el más y el menos.
Era tan divertido enfrentar a los leones que sumía mis miles de caras intentando satisfacer mi sed de agua gasificada con jugo de ciruela. Y sus pelajes envolvían mis latidos de manera indescriptible. Era uno que sumaba a dos y que se convertía en tres.
Cada paseo por las rejas de lo imposible, de lo inmensamente inconcebible retomaban silencios y deseos imaginados por un alma inquieta y opuesta a sí misma.
Era tan divertido enfrentar a los leones que mi piel dual escapaba a preguntas y se convertían en un ser sin respuestas, de forma que el sol inundaba la llanura de la vida pero daba calor al pasar de los días tranquilos.
Jamás descubrí aquel pedacito de estabilidad ni de equilibrio en una realidad eterna. Un ojo que enfrenta leones, los desea y tiene gran temor por encontrar en ellos solo carencias secretas.
No necesitamos y no necesito éstos leones divertidos, pero el enfrentamiento de mis innumerables caras tientan la sensación de que nada es tan parecido a una mandarina como un labio hinchado de dudas.
Era tan divertido enfrentar a los leones que me senté a contemplarlos.
Era un secreto a voces eso de los caminos, era un secreto en silencio eso de las melenas.
Foto: el Rey de la selva

jueves, 11 de marzo de 2010

Pelota Nº 5

Catamarca como destino nos es lo más común que digamos. Es claro que bajo ningún concepto uno decide irse “unos días a Catamarca” como lo haría con Villa Gesell, Capilla del Monte o las Termas de Federación.
De la misma manera uno no piensa en fútbol cuando habla de tan bella provincia. Imaginamos que estará cerca del Mountain Bike o del Rally o bien le creeríamos a un fulano que nos dijera que se practica Badminton o Squash habitualmente.
Sin embargo, en mis caminos por estas tierras, he recolectado refutaciones a mi preconcepto. Vale destacar que no lo tenía (digo, el preconcepto) hasta que no me enfrenté con hechos que me lo hicieron ver.
La ciudad de Belén se encuentra en medio de la provincia, rodeada de una cadena montañosa denominadas “Sierras de Belén”. La ciudad cuenta con trescientos cincuenta años de edad aproximadamente y esta a pocos kilómetros de Londres. Esta última se jacta de sumar la cantidad de cuatrocientos cincuenta y dos años de edad y se dice la segunda ciudad Argentina en existir. Fundada y refundada varias veces, debe su nombre a María Tudor, Reina de Inglaterra (hija de Enrique VII y Catalina de Aragón) por haberse casado en 1555 con Juan Pérez de Zurita (luego Felipe II al morir su padre Carlos V) y quién fue fundador de la ciudad a orillas del río Quimivil.
Ambas ciudades, pueden ser apreciadas desde las alturas de un cerro que tiene como techo la Virgen de Belén y una gruta que le sirve de manto.
Teniendo todo un domingo a mi disposición decidí subir el cerro para observar la inmensidad de los años acumulados. Me puse las zapatillas pero olvidé llevarme agua para hidratarme (consecuencia sin dudas, de una vida completamente sedentaria como la mía que expresa la poca experiencia en escalar montañas).
Caminé un kilómetro hasta la base, junté fuerzas y comenzó mi ascenso. Creo que desde el Uritorco que no me costaba tanto subir un cerro. En los primeros metros comienzo a escuchar a lo lejos algo así como un sonido alto de un relato. Es una de mis tantas paradas para juntar fuerzas comienzo a descifrar lo que escuchaba. Era una “voz del estadio” que mezclado con un animador de fiestas insistía en contarles a los presentes (y a los ausentes) que se estaba por llevar a cabo un partido. Al oír esto, me detuve a intentar divisar de donde provenía la voz. A lo lejos entonces vi las tribunitas de una cancha con algo de gente salpicándola. La voz me contó entonces que “juegan hoooooy…. Por el torneo provincial de Catamarca…. Peñarol de Belén versus Chacarita de Santa María…” Una sonrisa se desplegó en mi cara y pensé cuatro cosas. 1) ¡Qué bárbaro! había un campeonato provincial (ahí me topé con el preconcepto) 2) ¡Qué loco! Se jugaba fútbol en Catamarca (ahí el preconcepto me pegó una cachetada) 3) ¿Cómo era posible que estando tan lejos escuche la voz del estadio? 4) ¿Era necesario un volumen tan alto para una cancha relativamente pequeña?
Pensamientos aparte, continué mi ascenso sorprendida por la revelación futbolera e intentando olvidar mi cansancio. Me impulsé por la belleza de lo que empezaba a visualizar y luego de un buen rato caminando logré llegar. Tuve algunos inconvenientes con la Virgen, debo reconocerlo. No la traté demasiado bien. Mis piernas poco acostumbradas y la falta de agua lograron ponerme de bastante mal humor que se plasmó en insultos y malos tratos. Le decía en voz alta: “¿porqué estás tan arriba? ¿Era necesario que la cima esté tan alta?” Cuando me faltaban unos metros, la miré y le dije: “no voy a ir hasta donde estás vos”. Y me quedé allí de espaldas a ella, pero mirando la belleza del lugar desde la casi cima. La canchita era un punto y no podía escuchar como iba el partido. Así surgió otro motivo para enojarme con la Virgen… “acá nunca te enterás de nada, querida… no siquiera como salieron Peñarol y Chacarita”.
Y me dispuse a bajar. No tenía agua y no se produjo ningún milagro como que brotara agua de las rocas sólo para hidratarme. (imaginé vagamente que era porque estaba realmente enojada conmigo por todo lo que le había dicho.. luego decidí que tenía más que ver con la poca importancia del momento como para merecer una milagro exclusivo para mí).
Bajé, era bastante más fácil que el camino contrario y a medida que llegaba empecé a oir nuevamente la voz del estadio que igualmente entusiasmado contaba la derrota del local 4 a 1 en manos de los de Chacarita.
Ya en el llano, emprendí camino hacia mi hábitat por esos días. Al llegar bebí indiscriminadamente agua y me quedé pensando en los milagros.
Jamás imaginé que mi compañía al subir un cerro en una ciudad catamarqueña, sea un partido de fútbol, pero así fue.
Y estuvo bien.

sábado, 20 de febrero de 2010

Comprensión










Prefiero en un mundo al derecho, hacer una vertical.
Espacios impredecibles.
Soledades cuando reaprendo a no bailar con ellas.
Ver para absorver.
Oler para crear.
Tocar para el caos.
Imaginar la grandeza de antaño.
Soñar con manos ajadas.
Me levanto tensa, quiero contemplar.
La lágrima no es mas que vértigo.
Y desenriedo mis pensamientos, para volver a enredarlos.
Mística idea de la vida.
Mentida idea del que vale vivir sin hacerlo.
Un secreto, tal vez mi alma quiera pintarse de naranjas.
La palabra amor que brota desde las asequias.
Una pausa para ver.
Descanso para acción.
Y un árbol que flamea sus hojas esperando la señal.

Elogio obtener riqueza de mente (demente),
tal vez sea solo ello.


FOTO: Yo (según Abril, mi ahijada)

martes, 16 de febrero de 2010

Mosca

Esta es la historia de un hombre:
Caía el sol cuando una mosca se paró sobre la nariz puntiaguda de Miguel.
No la quiso espantar, solamente puso sus ojos bizcos para poder verla con claridad.
Y allí la vio.
Era una mosca grande, de tornasoles verdes y azules. Sacudía sus pequeñas patas sobre la morena piel. Sus alas, a cada lado de su cuerpo, no hacían movimiento alguno.
Miguel necesitaba que la mosca se quede más de lo inimaginable sobre su nariz.
Su quietud era máxima, tal vez extrema.
Los ojos describían círculos en torno a la mosca y sin temor a ser visto por ella siguió cada movimiento de aquel pequeño insecto.
Pasó un minuto y no se había ido.
Seguía pisando la piel sutilmente y esquivando poros.
La felicidad humana cada vez era mayor.
Los ojos comenzaban a doler por el tremendo esfuerzo de la mirada en ángulo.
Pero la mosca no se iba.
(Y no iba a irse nunca)

lunes, 11 de enero de 2010

Discusión

-¿Viste?, al final es como yo te decía…
-Si… parece que sabes todo al final.
-Es que me la veía venir, siempre termina igual.
-Pero esta vez parecía todo distinto… yo creía que iba a ser distinto.
-Je, ilusiones…. Y de esas que no se cambian … ¿para qué creer todo el tiempo cuando hay experiencia de sobra que las cosas siempre fueron, son y serán igual?
-Es que… no sé… esta vez parecía distinto… ¿yo te conté como fue todo?
-No me hace falta
-Sí hace falta, no seas así. Hace falta para que te des cuenta que siempre terminás prejuzgando y que seas vos probablemente quien impulsa a que todo sea igual.
-Mirá, si vas a empezar con esas idioteces me voy. Hoy no tuve un buen día como para tener que estar escuchando una sarta de insultos gratis por mas sutiles que sean.
-Bueno, no te enojes. No era mi idea hacerte sentir así. No pretendo insultarte ni mucho menos… es que tenés unas posturas demasiado rígidas.
-Es lo mínimo que puedo hacer cuando escucho tanta ilusión sin sentido.
-Ahora me agredís a mí… ves que no se puede expresar una idea, ves que te ponés en una postura ridícula. No te entiendo… realmente no te entiendo….
-Ah, claro. Vos no entendés nada, nunca entendés nada. Hablás, claro… hablas y entendés lo que decís… pero ni se te ocurra entender lo que te dicen a ver si de repente entendés algo que no te gusta y te das cuenta que al final nada de lo que decís tiene sentido…
- ¿Yo? ¿Yo? ¿Estás hablando de mí? Jajajja ¿de mí? ¿Acaso no sos vos quien día tras día se empeña en complicar todo y explicar nada? ¿Acaso no sos vos quién tiene miedo de escuchar las palabras mas oscuras para darse cuenta que nada de lo hacés en la vida te gusta…? ¿Acaso…?
-Shhhh, calláte, calláte, calláte de una buena vez por todas. No te soporto. No soporto escuchar tu voz ridícula… me hablás pensando que tenés razón, que vas a hacerme doler, que nada me importa…. ¿Pero sabés que? ¿Sabés qué? A mi me importa todo, me importa vivir con tranquilidad, ser libre, escuchar los pájaros y no tus horribles palabras idiotas…, me importa hablar con sentido, vivir con sentido y morir algún día sabiendo que la única persona idiota del planeta no fui yo, entendés????
-¿Para qué querés que te entienda? ¿Para que necesitas que te entienda? Si ya resolviste que soy idiota y que mi vida es idiota, que el vecino es idiota, lo mismo que el verdulero, que el taxista, que la presidente y que la re puta madre que la parió… jajá aja idiota!!! Todos son idotas….!!! Somos una sociedad de idiotas y tenemos un rey que es idiota y que nos obliga a hacer idioteces! Y vos? La única persona en el planeta que no lo es, que vive de la cordura, de la inteligencia, del conocimiento, del equilibrio…. Vos! JUSTO VOS!!!! No me hagas reír querés…
-Idiota!!!
-IDIOTA!!
-IDIOTA…!!!
-Me cansé de escucharte… andáte querés
-Andáte vos
-Me voy yo, está bien, no me importa
- Idiotaaaaaaaaaaaa
-Moríte

A propósito de las SAD

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