jueves, 24 de diciembre de 2009

A N V E R S O

La humedad envuelve el cuadro. El papel muestra los años transcurridos. Un oscuro subsuelo lleno de muebles viejos.
Son de la señora. De la vieja que un día decidió olvidar.
Al subsuelo.
A los muebles.
La pintura en los bordes insiste en no ser olvidada. Roto. Rotura.
Hay manchas de humedad sobre el dorso. Un ganchito oxidado y torcido. Marrones, negros y blancos. Los primeros de madera, los segundos de humedad y los otros de pintura añeja.
Los agujeros brotan de roturas marrones y de humedad de subsuelos. Es tiza sobre papel esa raya en la esquina. Veo su color. El color de una vida expuesta en el cuadro.
Mide cuarenta centímetros de ancho por setenta de alto. Veo los años y óxido.

No sé si es un cuadro.

La vieja está en el subsuelo lleno de muebles. Se deshizo del cuadro por miedo de volver a mirarse y encontrar la vida que ya se fue y que nunca volverá.
Está sentada en una silla, esa que años atrás se vestía con una tela bordó y con tachas doradas en el borde de la madera tallada.
El bordó es igual que el vestido rosa pastel que usa. Formal, entallado, llegándole a las rodillas. Su peinado es firme y la convierte en una mujer de mármol.
Es vieja, se llama vieja, quiero decirle vieja y está bien.
No me importa nominar a quién deja ir del subsuelo añejo un pedazo de vida ajada. Vieja, y lo repito.
Es mala y autoritaria. Con su vestido rosa intenta mermar su vida de miseria, sólo por creer que el rosa la hace feliz y bella.
Rosa para mentir.
Odia a su marido y que el sentimiento es mutuo. Humedad en el papel es su descripción, como la del cuadro marrón.

Tiemblo ahora de saber y confirmar el paso del tiempo, entonces abro los ojos para mirar mejor porque ahora quiero ver.

Y seguro que tiene hijos y que sufren, porque ella, vestida de rosa insiste en mandarlos a estudiar piano, a comprar pan y a rezar. Estudiar piano y comprar pan. Pan y rezar, rezar y piano. Comprar. Estudiar. Rezar. Ellos entonces van a comprar pan y a estudiar. Rezar. Y los lleva de la mano hasta la puerta de la capilla en donde el cura los espera con una sonrisa y los deja solos. Solos. Comprando pan y pianos, capillas. Rezar pianos y comprar pan. Pan de pianos, rezos de pan. Comprar, estudiar. Rezar de la mano. Solos. Solos de pan. Solos de piano. Piano. Pan. Manos. Rezar. Vieja maldita. ¡Maldita!
Y seguro uno de ellos, el más grande, toma la comunión, reza rosarios marrones y libritos llenos de mentiras; y compra pianos y reza; se peina (lo peina) una y otra vez para quedar prolijo (prolija), casi de mármol rosa, rosa para mentir, igual que su madre, la vieja infame que se peina (lo peina) y toma la comunión para quedar prolijo (prolija) una y otra vez. Infame vieja prolija.
Humedad es el sufrir de los hijos, el cuadro y los zapatos negros y los vestidos rosas y ahora otra vez el cuadro y los agujeros y los ganchos oxidados….

Cara y seca.

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