viernes, 19 de diciembre de 2008

Endija

Capaz que si salía temprano podría llegar a alcanzarlo.
No dudé ni un segundo en poner la mano sobre la cabeza de ese perro callejero que me esperaba cada mañana sentando en la puerta de casa. No había razón para no tocarlo.
Gladys, siempre encontraba un motivo para criticar esa actitud. No podía entender cómo era posible que pusiera mis manos en un perro sarnoso enamorado de una puerta que en otra época había sido el sostén de una pequinesa con cara de mala. Los perros tienen el olfato demasiado desarrollado. Buscan a través de lo que huelen. Encuentran. Y tal vez, imaginé casi en secreto, su olfato trasciende el tiempo y el espacio. Esa era la explicación de por que el perro podía oler algo tan imperceptible para mí y para todos como el extraño perfume a pequinesa de otro tiempo.
Gladys me contó un día que se llamaba Pelusa y que había vivido doce años con la dueña anterior. Era una perra triste pero muy maluhumorada. Se quedaba horas apoyada contra la puerta de calle oliendo por la endija que se formaba hasta llegar al piso de laja roja del pasillo. No supo contarme si aún vivía Pelusa. El día de la mudanza, hace ya dos años si mis cálculos no fallan, mientras los peones cargaban muebles de roble pesados y los depositaban sin cuidado en el camión, la pequinesa corría de un lado para otro como si no entendiera nada o posiblemente todo. Su cara llena de pelos sin nariz parecía más triste que nunca, pero no había malhumor. Debió haber sido la puerta pensé. Claro, la endija no era más endija. Era espacio abierto por donde pasaban piernas de hombres esforzados cargando pedazos de historia. Cómo no comprender entonces la tristeza, pensé.
Eso fue lo último que supo Gladys de Pelusa. Cuando el camión se fue, se llevó a la pequeña y a su endija. Pero no pudo llevarse su olor.
Ramón (así lo llamo al perro enamorado, mientras le acaricio la cabeza) no dudaba de la existencia de Pelusa. No lo dudaba ni un segundo. La puerta de casa es de madera maciza pintada de blanco. Desde adentro se llega a ella a través de un pasillo corto. Un camino a recorrer que no necesita más de cinco pasos. Sí, los conté. Me gusta contar las cosas de la vida cotidiana. Cuento los árboles que hay en la cuadra, las hormigas que van en perfecto orden llevando alimento antes de una tormenta o la cantidad de macetas que entran en el balcón del vecino de enfrente. Desde afuera la vereda y luego la calle empedrada. Y Ramón.
Acaricié con mi mano su cabeza cabeza peluda y áspera. Su pelo enredado y sucio no dejaba de ser blanco y brilloso. Levantó medianamente su cabeza y respondió al afecto con más afecto. Refregó su hocico en mi muñeca estirando el cuello de tal manera que por un momento sentí miedo que fuera a salirse de su cuerpo. Y pareció sonreir.
Gladys miraba desde lejos con cara enojada.
Miré mi reloj, tenía algunos pelos de Ramón y entendí que no era tan temprano. Corrí hasta la esquina sabiendo que dejaba atrás las macetas del vecino, las hormigas, los árboles, a Gladys y su cara, a Ramón y a Pelusa. Y a la endija.
A lo lejos, vi asomarse el 168 y capaz que si salía temprano podría llegar a alcanzarlo.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Copos de nieve y Edith Piaf

Hacía por lo menos dos días que me sentía algo cansada. Es verdad, época del año difícil. Agotamiento anual. No me extrañó entonces estar tan flojita. No dejé de hacer ninguna actividad planificada o improvisada por mi cansancio corporal. Pensé que no tenía sentido detenerme solo por cansancio. Ayer, domingo me levanté pasado el mediodía con sabor amargo en la boca. Raro dije, un sabor difícil de explicar. Me detuve un rato pensando que podría ser. Tal vez es el sabor de la vida en ciertos momentos. El famoso "sabor amargo" de la vida. Guau! pensé, qué genial poder sentir en carne propia lo amarga que es la vida (algunas veces, nomás) Y me quedé con eso. Tal vez sea la única persona que ha podido saborearlo y no sólo decirlo.
Continué mi día sin mayores preocupaciones más que preparar mis cosas para la función de la noche. El vestuario, los accesorios, el maquillaje y ensayar "La vida en rosa" ("La vie en rose") de Edith Piaf que canto en escena. Plaf, plaf, plaf. Aplausos, besos y más felicitaciones. Mucho calor. Poca gente pero bien. Linda función. Canté hermoso. Tal vez mejor que nunca. (Debió ser el hecho de haber saboreado la amargura de la vida, imaginé). Contenta conmigo misma y mis agudos en escena partí a cenar con gente espectadora/amiga que había compartido conmigo el cierre de año como actriz. Una puerta que se cierra, para que se abran mil nuevas. Eso sentí. Cansada seguía. Y el sabor raro en mi boca también. Pero apareció algo distinto, me dolía un poco el oído. "Un viento", me dije. Tengo que comprar azufre. Y ya rendida de tantas cosas raras corporales y de tanto pensar en ellas pedí que me acerquen a casa.
Hoy es 8 de diciembre. Se festeja la inmaculada concepción. A mí la verdad es que poco me importa. No soy inmaculada. Ni me llamo Concepción. Y nunca concebí a nadie. Poco podría importarme sino fuera que hoy se arma el arbolito de navidad. La navidad a mi no me importa. Pero tengo un problema de tradición mezclado con tendencia a contadora pública. No logro dejar de armar arbolitos los días 8 de diciembre. Algo así como compulsivo. Tal vez sea la representación de lo familiar que ha sido severamente escaso en mi vida con la necesidad de parar la pelota en medio de la cancha y evaluar los pasos caminados y los que daré. Un mix complicado. Pero no puedo no hacerlo. Ni dejar de armar arbolitos.
Desperté otra vez pasado el mediodía en el día del arbolito. El sabor amargo continuaba. La molestia en el oído también. "Qué mal!" pensé. Y casi por inercia se me ocurrió mirar mi garganta en el espejo del baño. Para qué! Era una escena espantosa. Tenía tomadas mis amígdalas por copos de nieve. Casi casi que tenía dos bochas de helado de chocolate blanco en vez de amígdalas. Con razón! pensé. Inmediatamente me vestí y marche al hospital. Tuve que esperar 2 horas para que me atiendan y lo único que pensaba era la pérdida de tiempo cuando podría estar armando mi arbolito.
Me atendió finalmente un joven médico pelado que en cinco minutos me dió los remedios correspondientes. Sólo por preguntar le consulté el porqué de mis placas. Riendo me dijo que era una bacteria y me dijo "por andar dando besos por ahí". Me sorprendió lo poco académico de su respuesta. Me pareció genial. Diagnósticos médicos consecuencia de la vida misma. Es genial y me fui contentísima por su respuesta. Mirá si se ponía a explicar cómo hace la bacteria para afectar en el momento indicado y produzca algo en mi amígdala. Mejor así.
Me volví a mi casa contenta pero con dudas. En principio no entiendo por que nunca tuve fiebre con semejante cantidad de placas en mi garganta y cómo pude hacer una función durante una hora sobre el escenario. Y finalmente cómo había podido cantar mejor que nunca La vida en rosa.
Además de dudas me frustré un poco porque entendí que no había descubierto el sabor amargo de la vida, era sólo pus.
Llegué a casa y armé el arbolito. Si, mi primer arbolito mío exclusivamente. Ya no eran arbolitos para compartir ni de otros. Era mío y sólo mío. El ritual de su armado fue acompañado de un par de lágrimas y sonrisas. Nunca entendí porque, pero no importa. Una vez finalizado el ritual me senté a mirarlo.
Y ahora qué?

Foto: Crisis de armado de arbolito navideño.
Agradecimiento especial a quién inspiró y permitió ésta publicación.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

25 años en Democracia



"El miedo seca la boca, moja las manos y mutila

El miedo de saber nos condena a la ignorancia.

El miedo de hacer nos reduce a la impotencia.

La dictadura militar, miedo de escuchar, miedo

de decir, nos convirtió en sordomudos.

Ahora la democracia, que tiene miedo de recordar,

nos enferma de amnesia. Pero no se necesita ser

Sigmund Freud para saber que no hay alfomabra

que pueda ocultar la basura de la memoria"
Eduardo Galeano




sábado, 29 de noviembre de 2008

Dimensiones

Mientras caía una gota de rocío, la mujer miraba el horizonte. Era una imagen ya vista. Todo le pareció igual. Tenía esa misma sensación de incertidumbre que solía acompañarla cada vez que caía rocío. Pensó. Su pelo oscuro contrarrestaba la blancura de su piel que insistía en opacarse cada vez que miraba el horizonte. Necesitaba entender porque a lo lejos todo era chiquito. Porqué un árbol llegaba a parecerse a una hormiga. La imagen lejana distorsiona la realidad, concluyó. No había manera de entender las dimensiones.
Los colores solían cambiabar lo que veía, lo hacía también el rocío.
Desde aquella ventana, miraba sin consuelo de entendimiento hasta que sus ojos se posaron en un punto fijo deforme. Insistió incansablemente en reconocer que era. Fue incapaz de hacerlo.
La mujer ató el cabello largo y oscuro que caía en su espalda. Lo ató con una hebilla blanca y pequeña. Una parte de él, rebelde a la opresión de la comodidad femenina se escapó, dejándose caer sobre un hombro abatido por el rocío.
Las hormigas dejan de existir en el horizonte. No son. Hay imágenes que dejan de serlo sólo por la incapacidad de verlas. Es un problema de dimensiones, finalmente dijo.
Sus manos buscaron acomodar el resto de cabello que escapó a la hebilla. Manos blancas, manos claras, manos que concluían en dedos finos y uñas rosadas. Atrapado en su totalidad, su pelo dejó de rebelarse. La mujer volvió con su mirada a ese punto fijo. El que era deforme. El que no era una hormiga. No me importa que es, se mintió.
La noche ya no tenia más sentido. Porque había rocío y colores. Y ellos cambian las dimensiones, como los horizontes.
La mujer entonces, tomó con sus manos los postigos y los cerró suavemente. Primero una hoja, a la que trabó sin cuidado y luego la otra. Cerró así su ventana y se detuvo un segundo.
Es un problema de dimensiones, y sonrió.


Foto: Fractal (Para que algo sea fractal debe cumplir con: 1-dimensión fraccionaria (cuanto mas chicha es la regla con que se mide mayor su tamaño) 2-compleja estructura de escalas 3-bifurcación infinita 4-autosimilitud (el objeto es similar a sí mismo a diferentes escalas.) Los fractales devienen de la física cuántica y es expresada entre otras teorías dentro de la Teoría del Caos. La escencia de ésta teoría es "el efecto mariposa".

domingo, 9 de noviembre de 2008

No puede ser!


"No puede ser que mientas a cada momento
no puedo creer destruíste todos los intentos
Y ahora que solo estas tu corazón no da más
quebraste tu libertad y te rompiste en mil pedazos
No puede ser dejaste pasar el momento
tu corazón parece una imagen vacía
Buscás y no encontrás
porque ya no queda más
perdete en tu soledad
esa que tanto buscás
No puede ser dejaste pasar el momento
no puedo creer en eso en lo que te has convertido
y lo que hiciste tan mal no lo podrás remediar ahora, no!
quebraste tu libertad y te volaste en mil pedazos"


Dedicado a mí.

Fragmento de "No puede ser!" de Lea
escuchalo en www.myspace.com/lealuzdia.com

martes, 28 de octubre de 2008

Cómo se convierte una esponja en una televisión de 29 pulgadas

Todas las génesis tienen algo de aburrido. Si nos retrotaemos al nunca bien ponderado Viejo Testamento, encontramos una serie de orígenes interminables. El origen en sí es el punto en el cuál la nada toma forma, forma de algo o forma de nada.
La irónía de la nada es crear nada. Y estamos bastante acostumbrados a ver que de la nada nunca surge nada.
Si embargo, la insistencia de creer en un origen que descubra creaciones de "algo" motiva mi pensamiento más escondido y lo resalta como un experimento científico.
En primer lugar deseo explicar la nada.
Hablamos de nada cuando hay vacío. El vacío de las cosas tengibles e intangibles. La no existencia que no es inexistencia. La primera nos da la sensación de no haber o ser, la segunda nos da la sensación de haberse perdido.
Si la nada es el origen, es no existencia. Algo entonces, puede ser inexistente. Por lo tanto, la nada no es inexistente.
En base a lo anteriormente expuesto entendemos que origen y existencia van de la mano y en el punto en donde ambas se encuentran generan la formación de algo distinto y distintivo.
Esa nueva creación deja sin sentido el origen. No es el origen.
Cuando la nada toma forma de nada o de algo, su origen se pierde. Su no existencia se transforma existencia o inexistecia. Pero nunca se transforma en origen. O sea, nunca se transforma en no existencia.
Si la esponja es el origen, la nada, la no existencia (siempre y cuando esa esponja no esté usada o no tenga significado para nadie ni para nada) su transformación puede derivar en los más raros resultados según el contexto donde se desarrolle. Y entonces, en base a su origen de absorción, puede decantar en una televisión de 29 pulgadas por el simple hecho de su conversión el algo. En algo existente o a veces inexistente.
La esponja nunca será lo mismo que una televisión de 29 pulgadas.
(El origen nunca será la nueva creación)
La televisión de 29 pulgadas tiene como fundamento la esponja.
(La nueva creación tiene como fundamento el origen)


Y ahora... vamos a McDonalds?

Foto: Bob Esponja

jueves, 23 de octubre de 2008

Mi flequillo y yo 2

Qué se dijo y se dice de mi flequillo (y el error de cálculos):

Desde el día sábado ha cambiado el panorama de mi felquillo. Me dí cuenta que no sólo es cortito sino que por está cortado en desniveles. Bien abajo, cerquita del cuero cabelludo debe medir aproximadamenente 1.5 cms. el resto 3 o 4, según de donde se lo mire.
A continuación, diferentes visiones de él por gente que lo mira.

"che Gabi, anda a limpiar el baño...jajaja" referencia a que parece un cepillo limpiabaños.
"eeeeeh, loco, todo bien...." con mano en V arriba de la pera moviendola diciendo "viejita"... ésto se produce entrando en la oficina, haciendo el chiste y saliendo rápidamente para hacer surtir efecto deseado.
"boluuuuda, te mataste!... "no te puedo creer..." con cara de pena.
mirando fijo al flequillo... "qué loco, despues de leer el blog lo tengo aca en frente....(luego de describir su poca linealidad)... pero es un flequillo loco..."
"Y Gabi..? y si te vas de vacaciones?... total despues crece..." mi jefe sin disimular su necesidad de no ver mi flequillo.
Bailes mickjaggerescos varios con sonrisa pícara.
Extorsión de no prestar mi PC por hora sin gastada.
"Te queda bien, te saca 2 o 3 años..." y luego continúa la gastada....
"Hoy tenemos techito" haciendo referencia nuevamente a la forma flequillar.
"Te lo escondiste hoy... no te quedaba tan mal...." Luego de intentar con miles de clips tirarlo para atrás.
"Pero si le queda lindo..." un único defensor de mi baqueteado amigo.

Lo peor de todo es que hay mucha gente que no lo ha visto aún...
Pero hasta acá llego este cuento, no les contaré nada más.
Estamos agotados. Mi flequillo y yo.
Y me voy cantando....

I can get no... satisfaction....

sábado, 18 de octubre de 2008

Mi flequillo y yo

Mi vínculo con la peluquería ha sido siempre inexistente. Recién hace un par de años suelo visitar nómademente peluquerías intentando encontrar algún prefesional del pelo que no me pregunte que quiero y haga lo que le gusta y lo que me quede bien. No sé decidir qué me queda bien para mi cara y lo pretendo de alguien que sabe. Mi ideal es sentarme, hundirme en mi mundo mientras otro decide que hacer con mi cabeza.
Pero no lo he encontrado aún.
Hace un tiempo ya que decidí tener flequillo. No porque me gustara ni porque este de moda ni nada. Sólo era una manera de cambiar. Los colores nuevos y distintos me dan un poco de miedo.
Entonces debute con flequillo. Tarea no sencilla la misma...
Tener flequillo alteró súbitamente mi vida. Cuando fui creada, a mi creador se le ocurrió meterme un remolino justo sobre la frente. Se imaginan lo que es. Nunca queda el pelo como debe quedar, en general hace una onda para un lado y otra para el otro. Impresentable.
Apenas salida de la peluquería todo parecía color de rosa... hasta que me enfrenté con él. Los dos solos. Mi flequillo y yo. A medida que iba secándose se convertía en una deformación peluda y con personalidad propia. Sentí un pinchazo en el corazón. Qué hago con él? Volví a mojarlo y pronta con un cepillo y un secador de pelo comenzé a darle alguna forma. Es un artefacto interesante el secador de pelo. Me compré uno de ellos sólo hace 3 años, previamente, lo desconocía.
Mi flequillo cedió finalmente y quedó bastante parecido a algo presentable. Pero la tarea me agotaba sobremanera. No soy mujer que pasa el tiempo arreglándose lo que finalmente en el futuro no tendrá arreglo. Sin embargo, tal agotamiento provocó la necesidad imperiosa (aunque triste) de comprarme una planchita de pelo. A mis treinta años, me vencía el sistema y me compraba otro artefacto para ese maldito flequillo.
Las cosas se facilitaron enormemente, y con solo dos minutos mi revelde amigo caía a mis pies lisito, lisito.
Según me contaban, tener un corte de pelo determinado requiere de un seguimiento periódico cual tratamiento médico. Visto y considerando mis antecedentes era casi imposible sostenerlo. Consecuencia, ese flequillo en principio de revista de modas, creció, se desarrolló y volvió a tomar decisión propia. Yo hice caso omiso a sus nuevos intentos de cuentapropismo y me dediqué exclusiamente a languidecerlo una y otra vez.

Su tamaño provocó que me convirtiera finalmente en un "emo" y que me miraran en la calle con cara triste y a su vez preocupados. Me decían que la vida es linda, que hay que disfrutarla , que no me suicide, entre otras cosas.
Agotada finalmente de pertenecer sin razón alguna a ésta tribu adolescente decidí volver a cambiar.
Pero basta de peluquerías, peluqueros y espejos enormes. Si siempre me lo corte yo... cual sería el problema voler a hacerlo? Me paré frente a mi espejo, tomé la tijera y lo corté.
Mi flequillo, asustado pareció achicarse y se enojó seriamente conmigo.
Error de cálculos. Serio error.
Ahora los dos estamos enojados.
El, porque quedó ridiculamente pequeño.

Yo porque no entiendo en qué pensé cuando lo cortaba y en mi error en los cálculos.
Ahora ese amigo del alma está completamente raro y chiquito.
Igual, nunca me importó demasiado.
Dicen por ahí que el pelo vuelve a crecer.
Que así sea. (por favor!)

Foto: consecuencias de una tijera en mis manos. Mi flequillo... uf


domingo, 5 de octubre de 2008

Simplificación

La razón de la complicación no es más que un momento.
El momento se transforma en un cuento que alguna vez alguien escribió.

Se cae una piedra al piso, se desprende de una pared sin reboque.
Una paloma grande baja a la vereda a llevarse una miga de pan que dejó un hombre con sobretodo marrón.
Una hoja se mueve con el viento.
Una tecla de luz es tocada por una mano arrugada.
Jose escupe el piso.
Una cuerda se rompe.
La mariposa se posa sobre una violeta marchita.
Un control remoto que no se encuentra.
Se apoya un libro sobre la mesa de luz.
Federico cae de rodillas al suelo.
Una babosa hace burbujas y agoniza por la sal.
El viento pasea una bolsa de plástico por la calle.
María cierra la puerta.

Los cuentos cuentan historias de cuentos.
Las historias son infinitos cuentos.
Las complicaciones son historias.
Lo sencillo, cuento.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Apelando a tu imaginación

Uno, dos, tres, cuatro, cinco...., seis....
Ya está. Están todos. A ver... saco algunos de acá... pongo otros para allá.... Sí. Eso es. Ya estamos.
Sieeete, ocho, nueeve y diez. Bien. Pará.., éste está demasiado corrido. Veamos. Asi, si... claro... un poco más. Si. Ahora sí.
Once, doooce, trececatorcequince yyyyyyyy dieeciséis. Hermoso!
Esperá que me alejo. Acá está bien, a ver.... si. Está bien.
Sigo.
Diecisiete, diecioooocho, dieeeecinueeeeve y .... yyy.... yyyy ....
A donde está? No lo veo... che pará. Adónde está?
A ver si está aca....? no... no. Mierda! A ver, correte.
Daaale, levantate. Tiene que estar. Dejame ver, correte para allá. Dale!
No, no está. Pará, estaba. Estaba hace un minuto.
No puede ser, si lo dejé aca... noooo, no me digas.... ya sé.
Ya sé! Noo, lo que faltaba. Dale, acompañame. Sí, si ahí. Claro.....
Fue eso..... Y ahora? Cómo hago...? Dale, ayudá. Pará. Vení, agarrá de acá.
Sostené, si? dale, ahora. daaaaaaaale, fuerte, DALE! más fuerte.
ahhhhorra, dale.... dale....si otra vez... dale que ahí va... oooootra veeeeeeeezzz.
Sí, si.... yastaaa! ooooo, me cansé. jo, fufufff
Bueno, dale. Parate allá. Podes? Daale! Mirá, ya está.
Entonces sigo... diecisieeeete, diecioooocho, diecinueeeeeeve yyyyy ahí va, un poco más,
ya casi estaaaaamos... así.... yyyy veinte.
Uf, me cansé.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Florifauna

Un perro se rasca la cabeza con la pata.
Un elefante se sopla el lomo con su trompa.
Una avispa se pincha un ala.
Una babosa se arrastra.

Un pino pierde su punta.
Una enredadera se queda sin pared.
Una clavel se plancha los pétalos.
Una cala se hunde en su agujero.

El perro pierde su punta.
El elefante se queda sin pared.
La avispa se plancha los pétalos.
La babosa se hunde en su agujero.

El pino se rasca la pata.
La enredadera se sopla el lomo con su trompa.
El clavel se pincha un ala.
La cala se arrastra.

Un zoológico, un vivero y nada más.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Mal humo

Mauricio se levanta por las mañanas y desayuna. Cada día disfruta de abrir la puerta de su casa y respirar el aire de la mañana Rosarina. Camina sintiendo que se el abre el pecho por respirar la brisa, que entra en su cuerpo y lo baña de pureza.
Mauricio no puede hacerlo más.
Cada mañana desde hace ya un buen tiempo, esa brisa matinal se transformo en humo. Un humo pesado y denso que recorre la ciudad sin pudor alguno.
Una foto. Hectáreas enteras infectadas de fuego. Pastizales furiosos con la pureza del aire. El viento. Ese viento que amigo del humo, sopla llevando a la ciudad el veneno gris.
Mauricio sabe que bien temprano es casi imposible respirar. La bruma se mezcla con el penetrante olor a humo. A veces el sol salva. El humo huye con el sol, pero se esconde, no se va.
Vecinos imprudentes. Entre Ríos quema sin lugar al reparo inmensos campos. Campos que se transforman en verdugos y provocan alergias o problemas respiratorios.
Mauricio sabe que no puede respirar la brisa, salvo que escape hacia alguna ciudad alejada a donde en donde el viento no llega o da alguna tregua.
San Pedro se da la mano, infectada de humo también parece no encontrar más que olor a humo.
Cumbres, marchas, planes de emergencia. Rosario-Victoria. Intendentes y secretarías de medio ambiente. Nada alcanza aún.
Ni la misma sociedad unitaria lo siente. Acá a lo lejos, dentro de la gran urbe de cemento capitalina no sabemos nada de Mauricio. Ni de su humo, ni de su alergia.
A mi no me pasa, entonces no pasa. Y así el humo nos tapa, los tapa, me tapa.
Cada mañana deja de ser mañana para convertirse en ayer. El ayer de los que no oyen, de lo que no oímos.
Mauricio existe.
El humo también.
Aunque no lo veamos.
Foto: Costanera y humo en Rosario. www.rosario3.com

domingo, 14 de septiembre de 2008

Palabras telarañas

Cada vez que salía del hueco, miraba la casa deshabitada y sufría el encuentro con las telarañas.

El hijo del hombre que sueña palabras describía contextos y miraba las redes que eran tejidas por grandes arañas con miles de patas que transformaban el hilo baboso en totalidad brumosa.
En las profundidades del hueco la oscuridad levantaba humo gris infectado de olor extraño.
Asomaba las orejas y miraba a esa gran araña que, entumecida por el calor, tejía hilos de hielo que se unían al humo gris y al humo seco.

El hijo del hombre escuchaba palabras sordas. Palabras telarañas.
Una red devolvía sin miedo el manto de una virgen que guiñaba el ojo y descubría hoyos llenos de telarañas y arañas de patas peludas mientras el sol salía sólo para encontrar al hijo del hombre que, sentado con las manos entrelazadas, contaba arañas peludas.
El hueco iluminaba la sombra.
Sombra de araña desarmada.

El hijo del hombre escupía hilos babosos y se convertía en orejas asomadas. Silencio de hijo y de hombre.
Arañas aplastadas por sus propias telarañas.


viernes, 5 de septiembre de 2008

En tren de actualidad

Por lo general uno tiene un hogar y segundos hogares desparramados según el tiempo y la distancia. Yo he tenido largos años un segundo hogar sobre rieles. El querido Sarmiento, ese transporte que une lugares tan distintos como parecidos. Once – Moreno ó Moreno – Once.
Desde mis incipientes 17 años comencé a transformar ese tren en parte de mi vida. Horas que si son sumadas llegan a ser meses enteros. Historias. Historias de tren.
Cada mañana, cada tarde y cada noche. Llegar a la estación, ver las largas colas frente a las boleterías, colas que parecen gusanos. Gusanos inquietos que se chocan entre sí para ganar territorio. Ser parte del gusano y llegar a la ventanilla para comprar un boleto. Boletero enrejado, espejado, impersonal. Ahora, cartulina. Antes, papel. Mucho antes, cartón. Historias de boletos.
El andén. Los bancos de metal frío. Cemento que predomina que alza pequeñas casitas transformadas en kioscos, cafés al paso y refugios contra el frío pero sin ventanas. Un árbol, o dos.
El banco, logro de pocos. Todo el resto de pie, maravillosamente perfilados hacia el costado. Nadie se para de frente. Y un punto fijo en el horizonte. Un punto que es imán para las cientos de cabezas que miran. Es ese lugar en donde la espera comunitaria prevalece sobre la individual. Ahí, justo justo, donde aparece el tren chiquito y lejano. Entonces los cuerpos comienzan a moverse y las caras se transforman. Un ritual la llegada, la subida, las puertas que abren y que cierran detrás del último rezagado que entró a los empujones. Y arranca hacia un destino conocido.
Si debo hacer un pequeño resumen podría casi afirmar que su función fue mutando según las mías. Funcionó de silla para estudiar o hacer cuentas de análisis matemático. A veces un sillón cómodo en donde leer un libro. Otras veces, sólo un espacio en blanco en donde la vista fija sobre el paisaje que pasa rápidamente se perdía. Mirar y no ver. O verse desde afuera y pensar en lo que se ve.
Olores a vino, a viejo, a gas humano y al otro, a transpiración a mal aliento.
Marginalidad y Gerente. Vendedor de alfajores y vendedor de autos en concesionaria.
Vidrios rotos, asientos rotos, luces rotas, puertas rotas.
Molestos señores y señoras gordotas que llevan ajos.
Tocada de cola y de lolas. Apoyadas varias y de todo tipo.
Y más olor. Ladrones de carteras, ladrones de celulares.
Once – Moreno, Moreno – Once
Hoy, se incendiaron vagones en Merlo y algo parecido en Castelar. Ayer fue Haedo. Mañana será alguna más. Gente enojada por malos servicios. Es real. ¿Gente enojada por malos servicios?
¿Así hacemos la revolución? ¿Oponernos al sistema incendiando un vagón y rompiendo kioscos? Tal vez lo sea. Pero no.
Creo en la revolución pero con sustento de ideas. Ideas que lleven a necesitar procesos de cambio. Dañar y creer que se hace la revolución es mentira si no se sabe que es la revolución o porque se hace. O a que nos oponemos, o si nos oponemos.
El tren se quema y todo pasa. Y nada pasa. Porque nadie quiere que nada pase.
Hoy, por la noche subí a uno de ellos.
Y pensé.
Historias de tren.
Foto: Estación de San Antonio de Padua. Medianoche. Soledad brutal.

lunes, 25 de agosto de 2008

Boludez

Una amiga dice que siempre es necesario mantener limpia la imagen pública.
Es una realidad, sin dudas.
En éste blog, si hay algo que se intenta cuidar es la imagen. Un blog si bien no es del todo serio está dentro de un marco prolijo y por sobre todas las cosas lejos de ser un medio por el cuál mostrar las boludeces cotidianas con que uno convive en su entorno o en parte de él.
Habiendo dejado esto de lado, y sólo por una cuestión de que toda regla tiene una excepción (obviemos en éste caso la controversia de ver si la excepción hace a la regla o si la regla hace a la excepción) (sobre todo dejémoslo ya que es una controversia realmente inútil) (por lo menos lo es ahora).
Los invito pues, a observar el video que se encuentra en mi perfil. No es más que una boludez cotidiana, que no tiene sentido alguno y ni siquiera entiendo el motivo para mostrarlo. Tal vez, porque es el inicio de una conjunción entre la película "El proyecto Blairwitch" versión light, versión comedia, versión departamento (se preguntarán que tiene de la película. La respuesta es NADA, pero tampoco importa) junto con el lanzamiento de mi futuro monólogo con el cuál saldré de gira y agotaré entradas (Si no encuentran un real monólogo, esta bien, no lo hay. Les dije que era sólo una punta de un posible futuro monólogo).
Les pido de anticipado disculpas, no volverá a ocurrir.
(sonrío por la molestia que provocará en algunos de los presente en el video)

Dientes Falsos

Me caí. Si, iba caminando para hacer las compras como cada mañana. Siempre uso zapatos sin taco. Algo así como unas chinelas. Eso me pasó luego de cumplir los setenta. Entendí que eso bajaba el riesgo de tropezarme con las baldosas flojas en la vereda. Mis caderas no son las de antes, cabe la posibilidad de rompérmelas con sólo un soplido. Así y todo, mientras intentaba guardar en la bolsa una rebelde hoja de acelga, perdí el eje y me fui de cabeza al piso. Gracias a Dios salvé la cadera (creo en Dios desde que cumplí los setenta, es casi obligatorio me dijo Rosita, mi vecina) pero no salvé mis dientes. Había logrado mantener mi dentadura a pesar de haber cumplido los setenta. Tarea no sencilla. De alguna manera era la envidia de mis amigas. No había una que los mantuviera.
Acto seguido a la caída, me llevaron al hospital. Todo fue rápido y volví a mi casa con turno en el dentista. No había posibilidades, debía recomponer mi dentadura e igualarme con el resto de mi entorno.
A la semana tenía mis nuevos dientes. Me sentí maravillada del poder sacarlos. Era increíble ver que una parte de uno se puede sacar y observarse desde afuera. Imaginé entonces cómo sería poder sacarse una oreja, dejarla en la mesa de luz, mirarla y volver a ponérmela cuando era necesario.
Pero lo peor comenzó a la semana de tenerlos. En el leguaje cotidiano, se llaman dientes postizos. Insistí en llamarlos de esa manera pero los hechos refutaron esa denominación.
Como por arte de magia y de un día para otro, mis dientes comenzaron a mentirme. Sí, la pura realidad. Por las mañanas, los ubicaba en su lugar blancos, perfectos. A medida que pasaban las horas, tomaban vida. Un día, me preparé fideos con tuco. Entraban a mi boca como tales, pero al masticarlos, se convertían en ravioles de ricota. Otra vez, me cambiaron una carne al horno con puré por un pollo a la mostaza con lechuga y tomate. Al principio dudé de mi cordura y esperé. Pero el colmo fue anteanoche. Estaba limpiándolos como siempre y mientras lo hacía tomaban un blanco brillante, pero cuando dejaba de mirarlos se ponían negros. Pude observarlo porque justo había un espejo. Giré y los volvía a mirar. Blancos. Me di vuelta. Negros. Los miré, blancos. Me di vuelta, negros.
Indignada, comencé a insultarlos. No saben la cantidad de cosas que les dije. Los muy descarados, brillaban en su blancura. Y cuanto más los miraba, más blancos se ponían. Y les gritaba. Mucho. Mis nervios destrozados. Estaba segura que al ponérmelos, se pondrían negros. Pero nunca me lo mostrarían abiertamente. Si me viera a un espejo, volverían a su blancura.
Tomé los dientes, los metí en una caja. Me tome un taxi (no quería caerme otra vez) y llegué al dentista no sin antes dar enormes vueltas consecuencia de mi incapacidad de hablar normalmente sin dientes. El taxista apenas podía entenderme. "Zeor, mamos a sfarmento a domil".
Una vez en el consultorio del dentista, saqué la caja, la abrí y le expliqué la situación. El dentista me miró apenado y me pidió calma. Por suerte me explicó que me quedara tranquila que no era el primer caso y que estaban viendo pero el problema era la partida. Parece que hubo una tanda que fueron mal rotulados y en vez de ponerles "Dientes postizos" escribieron "Dientes falsos".
Me quedé tranquila entonces, sobre todo cuando confirme que me harían los postizos sin cargo y que tenía como resarcimiento por los daños ocasionados una entrada 2 x 1 en el Cine Cosmos.

viernes, 15 de agosto de 2008

Pelota de trapo


Su voz suave enciende cascabeles tristes, el ojo en la rama deslumbra cabezas pequeñas que juegan con almohadones. El sol empaña los instintos de encontrar las palabras justas para convertirlas en sonrisas y en entregas. Y una pelota de trapo que se amasa cada vez más. El pelo corto, la mesa servida, dar por dar. Y la vos dulce y la sonrisa. Pero en la oscuridad amasa la pelota de trapo. Piernas delgadas y música al hablar. Siempre ternura en palabras y en gestos. Todos sí, ningún no. Y cuando la soledad agobia, amasa la pelota de trapo. Miradas perdidas, devoción por quién cobija, alegría de no entender. Preguntas que siempre parecen no ser necesarias, respuestas sin oídos. Sólo sonrisa y convicción de sentirla. Y esta más oscuro, entonces amasa la pelota de trapo. Fragilidad que irradia bastones del alma. Dulzura que estremece gritos. Mirada perdida. Y amasa. Amasa una pelota de trapo ya deshilachada y cada vez más chiquita. Su mirada perdida, su eterno no ser, su sonrisa triste. Y la mano cada vez más lejos y más cansada. Esa mano que amasa una pelota de trapo.

En homenaje a mi tía Niní.
Es hora de estar tranquila.
Me queda tu dulzura y tu sonrisa.

domingo, 3 de agosto de 2008

Una historia simple

Marcela se levanta alrededor de las 8 de la mañana. Nunca usó piyamas. Suele llevar un pantalón de gimnasia ya gastado por los años y un buzo que sigue los mismos pasos. No hace ruido. Teme despertar a Rocío, su hija de apenas cuatro años. Marcela y Rocío son muy apegadas. Rocío nació poco después de que Marcela terminara su carrera y se recibiera finalmente de podóloga. En éstos cuatro años y con Roció paseando entre sus piernas logró abrir su propio consultorio. No sólo podía disponer así de sus horarios sino que era lo que siempre había soñado.
Mientras prepara un café con leche con tostadas, aprovecha a leer el diario que Juan Carlos deja en su puerta todas las mañanas. Nunca le gustó leer el diario. Descubre así las noticias más importantes y se siente tranquila de hacerlo. Conocer lo que pasa en la sociedad no tiene más objetivo que tener tema de conversación con las clientas que van a su consultorio.
Cada mañana, mientras Roció duerme y luego de terminar el diario. Lava dedicadamente la taza y limpia las innumerables miguitas de pan tostado que quedaron sobre el mantel matutino. Una vez que finaliza su tarea vuelve a la habitación y comienza a vestirse. Elige cuidadosamente su ropa. Preferentemente pantalones. Nunca le gustaron los pantalones. Luego decide si hoy es camisa o remerita. Siempre viste ropa de marca. Una vez lo decidió y lo mantiene. Inmediatamente busca uno de sus varios guardapolvos. Están delicadamente planchados.
Marcela logró instalar el consultorio en su casa. Martín la ayudó ciertamente. Siempre la acompañó en sus proyectos. Hoy él está conforme con el desarrollo que ha tenido su mujer. A Martín nunca le gustó la podología.
Luego de vestir su guardapolvo, abre el consultorio y ordena sobre lo que ha dejado ordenado el día anterior. Abre las grandes cortinas blancas que tiene sutiles bolados y deja entrar el tenue sol que se asoma iluminando la camilla y cada uno de los instrumentos de trabajo.
El primer turno es a las once de la mañana y suele darlos a señoras mayores con los pies llenos de tristeza acumulada a lo largo de sus vida. Uñas encarnadas, cayos, juanetes molestos y dedos pegados. Hoy, el primer turno era para Elsa. Un pie difícil si lo hay. A Marcela nunca le gustaron los pies.
Sentada en su sillón, vestida de forma impecable, prepara las fichas de sus clientas y espera su extenso día.
El sol le da en los ojos, un bostezo, un café con leche.
Y suena de pronto el timbre. Son las once y dos minutos.
Rocío sigue durmiendo.
A Rocío nunca le gustó dormir.

Foto: "Gotas de Rocío"
Por Thelma Belén en Flickr
www.flickr.com

domingo, 27 de julio de 2008

Arcón de Recuerdos

Muchas veces por cuestiones de orden (y podemos decir progreso) encontramos cosas que nos gustan. Cual arcón de los recuerdos, miramos pequeños rincones propios algo olvidados.
Este es el caso de hoy. Un arcón con telarañas, papeles algo amarillos, tinta corrida por los años, y desconocimiento total del descubrimiento.
Allá por mayo de 1998, estudiaba técnicas para escribir poesía. Centro Cultural Rojas. Parece mentira hayan pasado diez años. Y sí, todo pasa o todo queda. O todo queda y nada pasa... según las circunstancias que uno viva.
Por lo tanto comparto un poema escrito por Gabriela allá por esa época.
Y la única duda que se me presenta es: ¿qué había en mi cabeza? ¿Qué habré estado pensando o sintiendo? Vayan ustedes a saber... si se les ocurre algo, no tienen más que avisar.

LUNES
Dulce día aplastado por el miedo
Esperanza que convida mi piel muerta
Sólo con vida resurge la luz
Ya no es soledad que agobia
Es el sol, edad que me sabrepasa
Es, pero, duele entender su verdad
Miedo de no alcanzar, y espero.
Dulce día aplastado, mi piel muerta
Esperanza que convida por el miedo
Solo con la vida resurge la luz
Ya no es soledad que me sobrepasa
Es el sol, edad que agobia
Es, pero duele entender la verdad
Miedo de no alcanzar, y espero.

Dedicado a Diego de Villa del Parque, un lector silencioso pero voluntario del mundo de Gabita. (¡Pobre!).

miércoles, 23 de julio de 2008

Elogio a la estupidez

Suele ocurrir que variemos los conceptos que tenemos sobre nosotros mismos a lo largo de los días, las semanas o los meses. Pero hay un momento terrible en el cuál uno se siente un estúpido. Mientras no creamos que lo somos, sino que es una situación momentánea, nos produce una sensación indescriptible.
El hecho de levantarse a la mañana y comenzar a pensar para qué me levanté es signo de que uno empieza el día de manera estúpida. El ritual mañanero, que cada uno tenemos, ir al baño, tomar un café o un mate a las corridas y siempre caminando sobre los mismos pasos, agarrar el bolso, cartera o mochila Verificar que todo esté en su lugar. Chequear que estén las llaves o cualquier cosa necesaria para lo que queda del día. Todo, todo, de la misma manera que cada día. Así, abrimos y cerramos la puerta de entrada y nos despedimos del hogar, con la sensación repetida de un terrible vacío mañanero. En ese día, donde empezamos por sentirnos estúpidos, toda acción se ve mecánicamente estúpida, sin razón ni gusto. ¿Cómo no sentirse absolutamente tonto de hacer siempre lo mismo?
Los caminos pueden ser variados, los transportes también. Igual que los destinos. Entonces tal vez nos tomamos un colectivo o un tren que luego de esperarlo sufriendo el sueño matinal llega y esta tan lleno de gente que nos convertimos en un mismísimo "rasti" (esos juegos que de niños encastrábamos felizmente).
¿Y para qué? Es una situación completamente estúpida la de esperar algo que sabemos que va a llegar de la misma manera que sabemos que nos va a trasladar hacia el confín del día que comienza. Y ya, frente a la sensación de estupidez de ser parte de la masa que se mueve, la máquina nos traga la moneda, (previa compra de pañuelitos de papel en algún kiosco para conseguirlas...). ¿Quién es estúpido acá entonces? ¿La máquina, los pañuelitos de papel, la moneda? No, no. Nosotros. Sin dudas. Tanto esfuerzo por un pedazo de metal acuñado que deja de existir porque un ser inanimado tragamonedas decide por cuenta propia quedarse con ella. Estúpido. Estúpida.
En éstos días estúpidos, y ya entrado el día activo, no dejamos a la estupidez así porque sí. En donde estemos ocurren circunstancias tales como que nos hagan preguntas y no las entendamos. A ver, nos preguntan sobre algo que requiere una respuesta simple y sencilla pero por supuesto no sabemos que responder por el simple hecho que la estupidez nos atrofió el cerebro, entonces nos quedamos mirando mientras el otro mira preguntándose si somos estúpidos... ¡y sí! Lo somos, por lo menos hoy.
O nos puede ocurrir que nos llevemos una puerta de vidrio por delante pensando que no había puerta.
O ir al baño del trabajo, o de un bar o de la facultad, o de donde sea y quedarnos encerrados porque la traba anda mal. Entonces empezamos a hacer malabares con la cerradura, a golpear con la pierna o a mover el picaporte si es que hay hasta que alguien viene de afuera, nos abre y nos mira pensando..."qué estúpido"
O bien, tropezar con algo que siempre estuvo en el mismo lugar, pero que hoy se corrió imaginariamente sólo para seguir avalando la teoría de la estupidez. Y nos caemos o casi lo hacemos
Y así pasa el día, encontrando excusas para hundirnos en éste triste mundo de sentirse estúpido.
Tal vez, sea mañana que nos levantemos con la sensación de ser lindos, o inteligentes, o bohemios, o estudiosos, o malos, o satisfechos.
Tal vez sea mañana.
Ojalá.
Foto: Gran famoso extranjero tocayo de un estúpido localísimo con marca registrada (¿es o se hace?)

domingo, 13 de julio de 2008

Matrimonio de significados

Gracias a una conversación amistosa sabatina, me surgió la duda a cerca del significado de mis nombres. Acto seguido, cuando tuve un ratito lo investigué y encontré lo siguiente:


Gabriela
Origen: Hebreo
Significado: Mujer de Dios
Festividad: 27 de Febrero
Noemí
Origen: Hebreo
Significado: Mi delicia
Festividad: 4 de Junio
Saqué entonces las siguientes conclusiones:
Tengo mis dos nombres hebreos, durante años viví pensando que lo mío era la Europa inmigrante sobre todo la española y la italiana, sin olvidar alguna portuguesa por ahí. Ahora descubro que soy judía!!! La vida siempre te da sorpresas. A partir de hoy cambio mis costumbres y paso a festejar Iom Kipur y Pesaj. Por lo menos encuentro nuevas excusas para tener feriados y festejos varios... no?

La totalidad de mis nombres significan "mujer de dios, mi delicia"... cosa que me turbó sobremanera. En primer lugar me enteré que tengo un marido algo importante que decididamente va a opacarme siempre. Y en ese momento pensé en la cantidad de túnicas blancas que deberé lavar de ahora en adelante. Imaginen, salí corriendo a comprar blanqueador y por las dudas compré lavandina para ropa blanca x si se ponen amarillas. A su vez, pensé en que no tengo afeitadora! Se me complicó otra vez. Ya, habiendo gastado mis ahorros en productos para lavar la ropa, me tuve que conformar con ofrecerle a mi flamante marido un corte de barba con tijera. Procuraré ser prolija, pensé. Estimo además que funcionaré como secretaria o algo así, imaginen la cantidad de pedidos que tiene que resolver y como digna esposa deberé ayudarlo a resolverlos. La verdad, ya tenía demasiada actividad... pero bueno, es así. Lo primero, el deber marital. Otra cosa bastante rara fue mi descripción de mujer de Dios, "una delicia". ¿Qué pensar al respecto? Me sentí preocupada y pensé, tal vez deba ponerme a estudiar para chef o clases de pastelería. Debo estar a la altura de semejante descripción, y la verdad que por el momento no era mi intención ni mi mejor característica... pero después me dije, frente a las circunstancias que se presentan, poner el pecho y afrontarlas.
Igual, no sé si será tan sencillo... ponele que salimos al cine (quiero creer que en el cielo hay cines) y mi marido se encuentra con algún santo o algún ángel. En esa situación, lo único que le queda a él es presentarme así: " ella es la Mujer de Dios, mi delicia". No sé si les dije pero además me enteré que mi marido habla igual que Maradona, en tercera persona... no ven la relación? Es por eso que a Maradona le dicen Dios. Es más, en el cielo, a Dios le dicen Maradona... ¿No seré la mujer de Maradona?

Por último. Las fechas a festejar. Tengo dos nuevas, una en febrero y otra en junio. Genial, tal vez pueda hacer fiestas sobre alguna nube con DJ. Buenísimo.

Por eso, mis queridos lectores amigos, los invito al desafío de descubrir finalmente quién son cada uno de ustedes. No saben lo revelador que puede ser. Es más, pueden compartirlo en éste espacio y si no saben cómo, los invito que me lo pregunten. Ahora que estoy cerca de la divinidad, puedo revelarles yo quienes son ustedes, con sólo un click.
Toda raba!
(muchas gracias, en hebreo)

Imagen: mi marido, vestido como rabino para darme un gusto consecuencia de mi nueva religión (nunca se dio cuenta que le saqué la foto)

domingo, 6 de julio de 2008

Mejor hablar

Estaban sentados en la plaza, Raúl y Beatriz.
Raúl tenía serias intenciones de contarle a Beatriz algo que nunca le había contado. Beatriz estaba sentada al lado de Raúl y tenia que decirle algo que nunca le había contado. Pasaron las horas y ambos no decían nada.
Apareció de pronto una cucaracha bajo el asiento. Beatriz se asustó y se subió al banco. Raúl quiso ser el héroe e intentó pisarla con tan mala suerte que en el segundo pisotón se dobló el pie. Raúl estaba completamente dolorido y cayó desplomado en el sillón de plaza, con tanta mala suerte que rompió la pata del banco y provocó la caída estrepitosa de Beatriz. Salió despedida hacia el piso con tanta mala suerte que apoyó el peso de su cuerpo en la mano lo que provocó la instantánea quebradura de la misma. Casi inmovilizada Beatriz, Raúl intentó ayudarla pero con tan mala suerte que tropezó con el pie de ella y cayó directamente sobre Beatriz dando la cabeza contra el pasto. El hilo de sangre sobre la cien de Raúl asustó a la dolorida Beatriz que en un intento desesperado metió su mano en el bolsillo para sacar su teléfono y pedir ayuda, pero al hacerlo con el peso de Raúl sobre ella se le trabó la mano en el cinturón de él. Raúl, casi inconsciente trató de destrabar la mano pero con tal mala suerte que al torcer el brazo sobre su espalda se dislocó el hombro. Viendo semejante situación, Beatriz, ya sin manos posibles intentó sacar de encima a Raúl con sus piernas pero con tanta mala suerte que en el primer movimiento asestó un terrible golpe en los testículos de Raúl que al sentir el impacto flexionó su cuerpo bruscamente con tanta mala suerte que le dio un rodillazo en la panza a Beatriz. Ya enojada con la situación Beatriz empezó a temblar y a gritar desesperadamente y Raúl encima de ella y sin poder moverse se puso tan nervioso que intentó taparle la boca con una mano, pero con tanta mala suerte que al intentar hacerlo le metió la mano en la boca impidiéndole la respiración. Beatriz desesperada con una de sus piernas empujó el banco con tanta mala suerte que cayó sobre la cabeza lastimada de Raúl.

Un hilo de sangre corría por la vereda al lado de Raúl.
Una respiración tenue se sentía en el pasto que ocupaba Beatriz.
Ninguno de los dos pudo decir nada.

Foto: Taibo, Beatriz en "Amor Prohibido" (1955)

sábado, 28 de junio de 2008

No te salves

No te quedes inmóvil
al borde del camino,
no congeles el júbilo,
no quieras con desgana,
no te salves ahora
ni nunca.
No te salves.
No te llenes de calma,
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo,
no dejes caer los párpados
pesados como juicios,
no te quedes sin labios,
no te quedes sin sueño,
no te pienses sin sangre,
no te juzges sin tiempo.
Pero si,
pese a todo,
no puedes evitarlo;
y congelas el júbilo,
y quieres con desgana,
y te salvas ahora,
y te llenas de calma,
y reservas del mundo,
sólo un rincón tranquilo,
y dejas caer los párpados
pesados como juicios,
y te secas sin labios,
y te duermes sin sueño,
y te piensas sin sangre,
y te juzgas sin tiempo,
y te quedas inmóvil
al borde del camino,
y te salvas;
entonces
no te quedes conmigo.


Mario Benedetti
Uruguayo, nacido un 14 de septiembre de 1920
Sin estudios secundarios completos, trabajo desde los 14 años en una empresa de repuestos para autos.
Vivió en Uruguay, Cuba, Perú, España y Argentina.

lunes, 16 de junio de 2008

Toc toc

Toc, toc
Quién es?
Soy yo, abrí
Quién es yo
Yo, sabés quien soy
Y qué querés a esta hora
Pasó algo
Y qué paso?
Abrime
No, no puedo
Porque?
No estoy solo
Con quién estás?
No te importa
Por favor, abrime
Te dije que no
Pero... es urgente, tiene que ver con vos
Conmigo?
Sí, con vos
Son las tres de la mañana...
Pasó algo, insisto, abrime
Corre peligro alguien?
Sí, sí.
Quién?
Vos
Yo?
Sí, estúpido, vos
Pará, que busco la llave.
Toc, toc
Sí?
Hola, soy yo, abrime
Quién sos?
Yo, sabés quien soy
No, y el otro?
Qué otro?
Antes vino alguien y llamó a mi puerta
Estás loco, dale abrí, es urgente
No, no puedo
Es importante, abrí te dije
No encuentro las llaves.
Buscálas, rápido.
Ok, ya voy.
Toc, toc
Ya voy, acá las encontré.
Me abrís?
Y ahora quién es?
Yo, sabés quién soy.
No, no lo sé.
Es urgente, no te hagas el tonto y abrí.
Por favor! Adónde se fueron los demás?
Qué demás? Estoy sólo yo.
Quién es yo.
Idiota abrí, estás en peligro.
Sí, ya sé ya me lo dijeron.
Entonces abrí, rápido.
No sé quién sos, no puedo abrir...
No importa quién soy, es tarde, abrí.
No, no puedo, no quiero.
Por favor, es hora, somos muchos, abrí.
No, por favor, ya entendí, no puedo abrir
No queda otra. Las llaves, ya.
No... por favor.

Informe policial
Se encontró cadáver, 5 de la mañana del 15 de Junio del corriente año, ahorcado con una sábana y con tres llaves atadas en su muñeca derecha.
Hora de deceso aproximada 03:10 hs
Carátulado como suicidio.
Fiscal de la causa: José Luis Raúl Sánchez

jueves, 12 de junio de 2008

Paseo

Un extraño destino
una oscura verdad
tan solo trapiezos
amar o callar
anduve caminando
por las calles al azar
por las calles vacías
Buenos Aires
Buenos Aires
Humedad

"Cae el Sol"
Soda Stéreo

domingo, 8 de junio de 2008

Mi vida sin mí


No es un título original. Es un plagio a una película que lleva ese mismo nombre.
Y ella es quien me disparó una reflexión o un sinfín de preguntas.
La historia: joven de 23 años casada y con dos hijas que no ha vivido más que esa vida. Y que por culpa de náuseas repetidas se entera que tiene una enfermedad terminal. Esta circunstancia genera un replanteo en su vida. Linda película, tema poco original pero el resultado es muy bueno.
Ahora, independientemente de la propia historia, me quedé pensando en cómo sería la vida sin mí (o sin cada uno de nosotros). Y en cómo uno hace o deshace para trascenderse. Qué es lo que hacemos o dejamos de hacer de manera genuina para con nosotros mismos y para con los demás. Porque considero que aquello genuino es lo que deja mella.
En mi vida, en “la vida”, perdemos la dimensión de las huellas. De las que podemos dejar, y gastamos energías apuntando a lugares que no nos interesan o por lo menos que no nos generan placer o pasión. O tal vez sí.
Entonces, pensé en cuáles son las cosas donde vale la pena ser, cuáles son las huellas que pueden quedar si uno repentinamente no existiera. Lo pensé en relación no sólo a quién se es sino a qué se hace. Y más allá de las cuestiones humanas sumé las laborales, las artísticas, las vocacionales y todas aquellas cosas con las que uno vive.
Mi vida sin mí y tu vida sin vos, esa es la cuestión...
"Mi vida sin mí" (2003) (My life without me)
Guión y Dirección: Isabel Coixet

martes, 3 de junio de 2008

Remera blanca sobre camisa turquesa

Sábado por la noche. Como ninguno, como cualquiera.
Lugar pequeño, oscuro. Abro los ojos mirando por primera vez a mi derecha. Remera negra manga corta sobre remera blanca manga larga. Miro adelante pero la brújula indica oeste. Vuelvo a mirar y mi corazón late. Es una máquina de golpear mi pecho. Zumbidos y murmullos que brotan de mi adentro. Cierro los ojos con la mano en mis bolsillos. Las siento transpirar. Una mirada que dice todo, que hace todo. Ojos miel que estremecen mis entrañas. Camino hacia la derecha con la mirada fija en un tatuaje de cuello. Me siento observada. Mis manos transpiran. Mi voz no sale. Estoy cerca. Hay golpes. Es mi panza, que despide rayos que seducen ojos. Es solo un metro. Alto. Hola. Mis ojos transforman la multitud en silencio y rozo mi mano con la otra mano. Mi cuerpo se estira como una serpiente entrelazada en un árbol. El sudor invadió mi cuello. Calor. Su mano toma mi cintura y se transforma en una montaña rusa de placer. Es esa mano en la concavidad de mis rincones. Se me cierran los ojos. No puedo abrirlos. El corazón late y mi humanidad despide lágrimas espesas. Su boca invade mi oído. Murmura. Sopla. Remera blanca en camisa turquesa. Mi piel se expande con ese rozar de labio en mi oreja. Escalofríos que me secuestran el cuerpo. Un cuerpo prestado a otro. Su mano invade mi espalda subiendo por los confines de mi columna vertebral. No puedo abrir los ojos aún. Tiembla mi cuerpo al sentir su mano en mi pecho. Toco suavemente el tatuaje con mi lengua. Descubro sabores nuevos que se mezclan con el sudor de mi piel. Mi respiración se entrecorta una y otra vez. Su boca destruye la última gota de conciencia. Me desplomo en el placer. Los cuerpos se entrelazan sin música. Sin ubicación. Sin sentidos. Mi cuerpo gira sin parar en una cornisa. Respiro y respiro. Se me entrecorta la vista y la realidad. Gotas que caen en mi sien. El movimiento de los cuerpos como olas embravecidas desgasta mi piel invadida de sensaciones. Entonces me sale la voz herida de placer que mueve piedras hasta el más allá. Y mis manos apretadas contra nada encuentran la medida justa para acallar la búsqueda de la inconsciencia. Y subo, subo al punto donde mi cuerpo se siente desfallecer. Subo más y más. Y busco el lugar de la inconsciencia. Y busco, y subo. Mis rincones rezan oraciones de cima. Y subo.

sábado, 31 de mayo de 2008

Decidir

Capaz que vuelo
Capaz que veo luces de colores estrellándose contra el cemento
Capaz que siento
Capaz que escucho palabras golpeando sobre las paredes
Capaz que vivo
Capaz que desentierro telarañas escondidas en la profundidad
Capaz que río
Capaz que sueno mi nariz en un pañuelo eterno
Capaz que entiendo
Incapaz de volar
Incapaz de ver luces estrellándose contra el cemento
Incapaz de sentir
Incapaz de escuchar las palabras sobre las paredes
Incapaz de vivir
Incapaz de desenterrar telarañas escondidas en la profundidad
Incapaz de reír
Incapaz de sonar mi nariz en un pañuelo eterno
Incapaz de entender.
Capaz, incapaz


Tal vez.

domingo, 25 de mayo de 2008

Pizzas para Germán


Al mejor estilo Jorge Bucay y/o Paulo Coelho, aquí va un cuento con enseñanza.
"Era un hombre como cualquiera. Mediana edad, empleado de una metalúrgica. Volvía de su trabajo alrededor de las 19:30 hs y su mujer lo esperaba con unos mates. Se sentaba en la mesa de la cocina luego de tirar a un costado la campera de polar con el logo de la empresa. Sacaba sus borsegos que quedaban bajo la silla hasta el próximo día. Contaba sus historias. Que había hecho durante el día, la discusión de su compañero con la mujer o la relación de Sandra (la recepcionista) con el jefe de sector. Se enojaba con la nueva máquina que fichadora que estaba en período de testeo y terminaba marcando cualquier hora.
Mientras la historia corría, aparecían en la cocina sus hijos. Se sentaban mirando al padre cómo un héroe de película. Imaginaban su trabajo, sus manos levantado grandes y pesados hierros que terminaban fusionándose para convertirse en clavos. Él, casi a propósito exageraba las historias viendo el rostro de sus hijos y sintiéndose satisfecho de lo que provocaba en ellos. Un padre siempre quiere ser héroe. Y lo era.
Cierto día en donde la rutina de acciones se repetía como un ritual, y en medio de la dudosa historia de cómo se cayó un compañero desde el segundo piso y de cómo él al darse cuenta corrió velozmente y logró atraparlo salvando su vida, vio que uno de sus tres hijos varones miraba para otro lado y no tenía cara de asombro. Preocupado e indignado por semejante desaire, se detuvo en su historia, puso cara de malo y lo miró. Germán, casi sin percibirlo, siguió en su estado de ensueño. El grito de su nombre lo despertó. Estaban todos mirándolo. Germán era un niño de diez años, regordete, callado y soñador. No era el mayor, tampoco el menor. Vio que lo observaban y con caras de enojo. No estaba permitido volar cuando el padre hablaba. Entonces, fue interpelado.
Decime, Germán (dijo el padre imperativamente), ¿en qué estabas pensando?
En nada, papá.
No me mientas, mocoso. Decime la verdad. Es una orden.
Es que... es que... no puedo decirte... (decía el niño tímidamente)
Decilo o no comes la pizza que acaba de amasar tu madre.
Es que... tengo que escribir una historia en el colegio sobre el trabajo de mi padre. Y no sé que poner. (dijo el hijo con visible angustia)
Pero Germán, eso es fácil. Tu padre es empleado de una metalúrgica. (dijo la madre restando importancia a la preocupación del niño)
Ya sé... pero no sé cómo poner lo otro (su tristeza era aún más visible)
Qué otro...? (preguntó el padre)
Eso... la fuerza que tenés que podés levantar miles de kilos de hierro, que salvas gente, cuando agarraste a ese ladrón y lo llevaste a la cárcel, el día que tomaste el vaso con veneno para evitar que lo haga tu jefe y cuando apagaste el incendio con tu camisa... papá... si escribo eso no me van a creer. (termino Germán su exposición con lágrimas en los ojos...)
Silencio. El padre miró a su hijo y a su angustia. Y bajo la cabeza. No tenía nada para decir."
Moraleja: No tiene sentido alguno andar por la vida diciendo que sos un héroe, sobre todo porque le cagás a vida a aquellos que creen que lo sos. Ahora, si lo sos... sea en el ámbito o en la dimensión que sea, dale para adelante... aunque nadie lo crea.

Dedicado a las manos que amasan de Aleja y al cerebro inspirado de Diega.

domingo, 18 de mayo de 2008

30 ANIVERSARIO


Me agarró una necesidad casi inexplicable de exponerme sin pudor alguno. De esa necesidad salió esto. Bienvenidos a mí.
Me quedan sólo cuatro días para cumplir años. No suelen ser fechas demasiado conflictivas en mi persona. Lo máximo que hago es cortarme el pelo.
Hoy, al borde del cambio de década, parece llamativa mi turbación al respecto. Según me han contado por allí, cuando uno cumple 30 ocurre un evento astrológico nunca vivido. Pasa Saturno sobre nosotros por primera vez en la vidas. Guau. Sí, Saturno, ese, el de los aros. Impensadamente esto provoca un proceso de cambios y de movilización interna interplanetaria que lleva hasta un abismo sospechoso. Parece que Saturno, es tan lento que tarda treinta años en orbitar, por lo que todo se alenta. Eso me motivo, por suerte, ya que pude atribuir mi lentitud a otra cosa que no era yo misma. Por lo tanto, amigos, tengo a tan agradable planeta sobre mi cabeza.
La presencia a ésta altura indudable de la astrología me llevó a pensar en el paso del tiempo que no necesariamente es lento. Pero tampoco rápido.
Pensé en mi vida y en cada cosa que me pasó. Me miré de guardapolvo rayado cortándome el tendón del dedo gordo del pie izquierdo a la edad de 4 años, y llorando en la salita más cercana consecuencia de los muchos puntos de sutura. Me vi con la malla de Club Gimnasia y Esgrima de Ituzaingó, compitiendo en torneos de gimnasia deportiva y a mi mamá llevándome el té con leche al club todos los días en un vaso térmico porque era la única manera de tomar algo entre el colegio y el entrenamiento.
Pensé en ese guardapolvo marrón de muy mal gusto que llevaba en la primaria. El uniforme con pollera gris y chomba azul, característica de colegio copetudo de Castelar. Y las miles de actividades que hacía en él. Estaba metida en todo lo humanamente posible. Grupo campamento, grupo de religión (sí! En una época fui a la iglesia...), grupo de ayuda social (un puñado de niños bien que íbamos a compadecernos de los desvalidos) y cualquier cosa que surgiera. Y me vi adolescente, con miles de traumas, con 20 kilos más y nutricionista para adolescente a cuestas.
Y Bariloche, del cual nada me acuerdo. Pueden dejar testimonios que tengo una laguna al respecto. Es más, dudo de haber ido si no fuera por las fotos que avalan mi presencia. Y veo mis amores y desamores. Cuando uno sentía una pasión incapaz de frenar por algunos que ni siquiera eran hombres aún. Y la decepción era casi mortal, y la alegría era única.
Paseo así por mi última etapa de colegio y el salto a la Facultad. Al trabajo. Y a mi primer sueldo. Trabajaba en Mataderos. Luego de cobrar la suma de $250. - me tomé el colectivo para ir para Liniers y tenía tanta emoción que lo tome mal y me fui a Villa Madero. Impresionante. Para esa época, un amigo insistía en darme artículos sobre la anorexia a eso de las 6 de la mañana en la estación de Castelar mientras fumábamos como escuerzos esperando el local de las 6:20 hs que nos llevaba al CBC en Puan. Y yo me reía de él.
Y así pasaron libros, trenes y fiestas. Muchas fiestas. Y noches. A la distancia veo como una época absolutamente maravillosa. Salir del huevo y ver el mundo.
Y así, pululando por las facultados, en ciudad universitaria, conocí a quién sería mi compañero de ruta por muchos años. Un intelectual algo averiado por la vida que manejaba un 147 blanco polarizado bajito, en donde el caño de escape gritaba aturdiendo gente. Un día me subí y no me bajé mas. Y los viajes, los amigos, mi incipiente necesidad artística plasmada en algún que otro curso de poesía. Y ya en Ciencias económicas, y casi por casualidad (nunca existe la casualidad) unas compañeras me impulsaron a hacer teatro. Y fue otro 147 polarizado del que nunca me bajé.
Y así tuve un título, una casa, un jardín. Y me fui perdiendo en mi misma, Me olvidé de mí. Y me convertí en otro yo. Y lo disfruté. Tuve mi proyecto, era dueña de un negocio, hacía y deshacía a gusto y piaccere. Y bailaba con Rita, mi perra ovejera.
Nunca perdía mis espacios, mis amigos. Nunca perdí.
Hoy, al borde de mis treinta (casi lo repito para creerlo y por una necesidad de hablarlo, decirlo, mostrarlo) me cuesta entender lo que Saturno esta haciendo en mí. Sí, ese, el de los anillos. A veces veo mi vida anterior como un cuento imaginario.
La lentitud de éste planeta es la oposición a mi realidad. Todo gira como en un tornado. Todo esta por hacerse. Y me visto de fiesta, me pongo un vestido violeta largo con la espalda escotada. Y me pinto los ojos con sombra al tono. Y el rímel que agranda mis pestañas para ver más lejos. Y pinto mis uñas con suavidad. Me calzo los zapatos con poco taco y poca punta. Me abrigo con un tapado que hace juego. Igual que mi cartera. Y en esa cartera hay miles de cosas, que ni yo sospecho que existen.
Me paro en la puerta de mi nueva casa, toda vestida y arreglada a recibir los treinta. A abrazarlos y hacerles honor.
Y entonces miro mi vida
Y miro hacia el cielo
Y veo a Saturno (sí, ese, el de los aros)
Y está guiñándome un ojo.
Y yo? Yo, sonrío.

viernes, 16 de mayo de 2008

Y si me fumo el pie?

Camino mis pasos productivos, tal vez dudo.
Camino mis pasos improductivos, tal vez no dudo.
Encuentro cada día motivos para apostar.
(Insisto en apostar.)
Busco cada día un lugar donde sonreír.
Y encuentro zonas incómodas.
Advierto la posibilidad de hacer o deshacer.
Tengo una armadura con antifaz.
Y me canso. (Insisto con el cansancio.)
Nada parece encontrar lugar. Cabezadura.
Dónde estará ese lugar?
Aquel lugar donde la actividad se conjuga.
La productividad y la creación.
El ser condescendiente con lo que uno quiere.
Y con lo que hace. (Insisto con lo que hago.)
Pero... es lo que quiero?
Producir para quién o para qué.
Crear para mí y para el que quiera ver.
No sirve. (Insisto en servir.)




domingo, 11 de mayo de 2008

La historia de una burbuja



Había una vez un vaso que se sentía seco. Un detergente viejo y tapado. Un alambre con forma circular olvidado y oxidado.
El primero no lograba cumplir su objetivo. Imaginen un vaso que nunca logra ser servido. Frustración el sentimiento.
El detergente tampoco lograba nada. Poco a poco se secaba. Perdía sus propiedades.
Impotencia era el sentimiento.
Y el alambre. Pobre alambre. Tantas cosas puede hacer. Tanto puede solucionar. Y nada. Nadie estaba dispuesto a usarlo y tal vez ni él ya tenía ganas.
Displicencia era el sentimiento.
La imagen era desoladora.
Objetos inanimados animados por la pena.
Frente a esa visión y a la seguridad indudable de un fin sin retorno, apareció una gota.
Una gota perdida del resto de ellas con extrema necesidad de encontrar aliados.
Y se unió al vaso. Lo miró, lo deseó, lo tocó.
El vaso incrédulo de su sensación convirtió su frustración en desafío. Y así es como vio al detergente, que triste y con su vista puesta en otra cosa sufría incansablemente. Y lo llamó. Mostró la gota. Miró con esperanzas. El detergente se abalanzó sobre él y con sus crecientes fuerzas logró dejar caer una gota, sintiendo un placer inigualable. La fusión de ambos provocó tal éxtasis que llamó la atención de todos los que presenciaban la imagen.
Poco a poco el alambre se asomó. Salió de su pena algo intrigado.
El vaso y el detergente lo miraron sabiendo y mostrando su necesidad. Y no hizo falta palabra alguna.
Casi con lágrimas, el alambre se unió a ellos. Se fusionaron. Sonrieron. Se balanceaban, bailaban, cantaban. Nada podía detener su felicidad.
Eran uno. Ya no tres. No más frustración, ni impotencia ni displicencia.
En esa mixtura de sensaciones la espuma se hacía cada vez mayor. Mucha espuma. Mucha.
Y una brisa. Una brisa que quiso participar de semejante alegría. Y penetró en esa fusión y sopló a través de ellos. Entonces, como si nada pudiera ser igual, una burbuja empezó a brotar del alambre. Una burbuja que unía la gota, el vaso, el alambre y la brisa. Y crecía, crecía. Hasta que se liberó convertida en un círculo perfecto, llena de ganas de volar. Y se fue. Miró su atrás y se vio parte de todos. Pero no era todos. Era distinta.
La miraron sorprendidos y satisfechos. Se miraron entre ellos.
Ya nada sería igual.

domingo, 4 de mayo de 2008

Conexiones

El perro levanta la pata. La pata camina raro. El raro es mirado mal. El mal suele estar dando vueltas. Las vueltas marean. La marea trae caracoles. Los caracoles tienen baba. Sai baba ora de rodillas. Las rodillas tienen rotulas. Rotular es estructurar. La estructura genera seguridad. El de seguridad lleva gorro. El gorro evita el frío. Evita no quiere ver llorar. Llorar deja ojos rojos. Ethel Rojo era vedette. La vedette sobresale Si sobresale se corta. Corta es la onda. Sin onda nada se hace. El que nada llega a la orilla La orilla es la cornisa La cornisa es de Luis Majul. Luis Salinas toca la guitarra La salina es blanca. Blanca Curi te dice el futuro El futuro esta por venir. Porvenir es un club de la C. La C es la tercera letra Tercera es de bronce El bronce parece dorado. Dorado es un pez El pez esta en el agua. Con el agua se limpia. Limpia el ama de casa. La casa tiene puerta. La puerta hace ruido. El ruido interfiere la comunicación. Comunicar aclara dudas Duda es incertidumbre. La incertidumbre provoca ansiedad La ansiedad destruye uñas Las uñas se pintan de rosa. Doña Rosa opina. Opinar es un derecho. Derecho y sin curvas A cualquier curva el médico la opera. La opera en el Colón. Colon descubrió América. América puede ser latina La tina esta llena. Luna llena en el cielo Crema del cielo en helado. Helado quedó por la noticia La noticia sale en los diarios El diario mancha de negro. El negro adelgaza. Adelgaza el que come poco. Poco queda de los árboles en otoño.

domingo, 27 de abril de 2008

SIN CODIGO

Una playa de estacionamiento enorme. Muchos autos en ella. Cantidad de changuitos que parecen bailar solos en la inmensidad del cemento. Gente que entra y que sale, familias que pasean, necesidad de compras. Se entra a ésta jungla artificial sin pedir permiso. Las manos y contramanos suelen estar señalizadas en el piso. Nada parece salir de ese orden impuesto de izquierdas y derechas. Puertas que te dejan entrar y otras salir.
En ésta sociedad mundial vivida nos encontramos con estos monumentos al consumo casi como con semáforos. Supermercados, hipermercados y requetecontra mercados.
En ellos, la panacea de la variedad. Encontrás desde un celular hasta un corpiño armado, pasando por los fideos y el filete de merluza. Se entiende como una posibilidad de unificar las necesidades sin gastar energías paseando de negocio en negocio. Un buen recurso.
La gente disfruta de su chango. De llevarlo, de pasearlo, de llenarlo. Ocurren de vez en cuando accidentes de tránsito. Un choque doble o triple por acá, una pisada de pie ajeno por allá o la obligación de hacer una toma de karate para llegar a la salsa basilicata lista para usar marca Molto que está invadida por changuitos olvidados, que sus dueños estacionan para continuar el recorrido consumista sin cinturón de seguridad.
El valor de los productos tiende a ser minimizado. Y no hablo del valor económico, sino del sentimental. Existe una sospechosa igualdad entre cada uno de ellos. Se tiende a no encontrar diferencias entre una pascualina La Salteña y una ojota. Y las hay, sin dudas. Pero eso no importa. Con todos se tiene la misma actitud. Se pasea el changuito hasta el lugar deseado. Se miran las diferentes opciones, algunos comparan precios, otros marcas otros deciden sin mirar. Se toma el producto y se tira casi con éxtasis dentro de nuestro móvil acarreador. Y así con cada uno. Y empiezan a acumularse, se pegotean unos con otros, se tuercen y comienzan una orgía heterogénea muy poco pudorosa.
Y así hasta que se acaba la necesidad o el dinero. Entonces, encandilados por tanta variedad y placer consumista se emprende la retirada. Allá va el chango en busca de la caja con menos cola. Elegirla, un ritual. Contar los productos si son poquitos para ver si llegan a 15 y así evitar el exceso ajeno. Y si somos el exceso ejercitar la paciencia de una eterna cola.
Y se llega. La cajera saluda y comienza la locura de contar los productos. Es el momento donde el producto deja de serlo para ser un número. Elogio a las matemáticas. Ya queda poco. Sólo pasear los códigos de barras de la maquina lectora. Y todo va bien. Hasta que un maldito jean no tiene su código. No hay manera de pasarlo. Entonces, todo se detiene. La computadora, el pasaje compulsivo de productos, las personas que hacen la cola, la cajera y el cliente. Porque es en ese momento donde se le da valor a un producto. Entendemos que es un jean sin código. Pero sobre todo entendemos que es un jean y no una "cosa" que agarramos de la góndola. Entonces se espera con ansiedad, algo de vergüenza y de bronca al empleado que hace el trámite por nosotros y va casi corriendo a buscar el código. La calma llega cuando vuelve agitado pero decidido a resolver el problema que detiene todo.
Suspiros en general, más allá de los diez minutos que todos han perdido.
Se vuelve a cargar el changuito pero ahora lleno de bolsas que organizan los productos y nos encontramos nuevamente en esa playa de estacionamiento que cada vez tiene mas autos. Y más changos.
La necesidad quedó saldada. La variedad quedó intacta. Pero ahora y por suerte todos los artículos tienen código. Aunque ya no importe
Foto: Adrian Suar y Nicolás Cabré en una escena de "Sin Código".

lunes, 21 de abril de 2008

Preguntas

¿si subo al colectivo y no hay gente, debería seguir llamandose colectivo?
¿si escribo escribo es una redundancia?
¿si le doy un beso a un obeso, me estan dando una opción?
¿si cuento cuentos, es porque hablo mucho?
¿si abro la puerta, me quedan dos puertas?
¿si lavo una copa, estoy regando?
¿si escucho, me encontre con el cantante de los Auténticos Decadentes?
¿si compro mandarinas estoy obligado a amasar mi ortografía?
¿si estoy apremiada con algo, es que gané?

A propósito de las SAD

Estos últimos días, los clubes son parte de la disputa ideológica que tiñe esta previa de ballotage presidencial. Frente a la reaparición de...